Rámses, mi francés preferido, y yo, hemos logrado sortear todas las pruebas que pueden pasar una pareja, desde la violación de mi padrastro, un secuestro y un cuñado portugués, bastante metiche enamorado de mí, hasta el abandono de mi mamá y la separación de sus padres, mi familia adoptiva. Combinar todo eso con las clases universitarias, las pasantías, la amistad y la hermandad, no es fácil y menos cuando la vida insiste en seguir poniéndonos a pruebas. Si creía que ver a mi nueva familia separada era doloroso, fue porque no había experimentado el vacío insostenible que queda con la perdida de nuestros seres queridos. El dolor continúa acechándonos en cada momento, recordándonos que, si queremos vivir la calma, deberemos sobrevivir la tormenta. Y a pesar del sufrimiento debemos seguir adelante aunque no sepamos como, rotos e irreparables, incompletos para siempre. Soy Amelia Maggio y este es el final de mi historia.
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