Yo no estaba buscando nada, hasta que la nada chocó conmigo en la acera de la calle de una cafetería concurrida. De todas las personas que tenía que arrollar, es precisamente él, el cuñado de mi hermana, el egocéntrico alemán de más de un metro ochenta con sonrisa ladeada y un cuerpo eclipsante. Tenía que ser justo cuando el pasado del que tanto había huido tocaba mi puerta para escupirme en la cara. Tenía que ser él quién me mostrará que tanto caos puede tener una vida. Mi vida. Yo no la buscaba, pero joder, como me cambió. ¿Quién diría que la misma chica de ojos salvajes y actitud mandona que me arrollo sería la cuñada de mi hermano? Tanto bien habré hecho en otra vida. Lo malo aquí es que ninguna de las dos sabe que tienen en frente a los herederos de la mafia alemana. ¿Podrá ir todo bien cuando la mafia hace pactos de amor?