Capítulo 23

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Seguido de que Oliver tomó mi presión y reviso que mis signos vitales estuvieran bien al igual que mi herida, bajo en compañía de Axel, al parecer el chico Meyer también tiene su tesoro de vida. Una vez salieron de la habitación entre al baño a asearme como Dios manda, pero se siente extraño. El que esté en la casa de Meyer me da una sensación algo extraña.

- De angelis, te traje ropa. No es muy de tu estilo, pero por lo pronto espero que este bien

- Gracias – digo colocándome una toalla para salir del baño y encontrándome en el umbral de la puerta a Axel con las manos en los bolsillos – necesitas el baño o...

- No necesito nada, a decir verdad. Cuando estabas dormida me bañe para despertarme un poco.

- ¿No dormiste? – inquiero sin creer lo que he escuchado - ¿por qué?

- Debe ser porque había una señorita con riesgos de que tuviera una anormalidad en su temperatura y yo como buen enfermero me quede despierto y atento a todo... por lo que te digo que... roncas pequeña Cruella

- No ronco idiota, pero lo de Cruella podría aceptarlo... tiene un sentido de la moda fantástico

- Y también le falta uno que otro tornillo - informa ladeando un poco la cabeza - como a ti

- Jódete Meyer

- Jodeme Marchetti De angelis, sería un placer –  afirma haciendo que los pelos se me pongan de punta por los nervios, estoy por responder cuando el timbre vuelve a sonar impidiendo que hable – deben ser los chicos, te dejo para que te cambies o ¿quieres que te ayude? – inquiere en tono sugerente y aunque es broma me lo llego a pensar

- Ni en tus sueños Meyer, aunque creí que querías desvestirme no volver a vestirme...

- Lo que tenga que ver con tu cuerpo lo quiero – acepta dando un portazo al salir y dejándome descolocada por su comentario

- Dios, pero que estoy pensando – exclamo dándome un golpe en la cabeza para salir de mi embelesamiento

Luego de que terminé de vestirme salí de la habitación a recrear la que sería la mentira más difícil de mi vida, pero necesaria para resolver todo. Una vez estoy en el piso de abajo veo a mi alrededor y parece que Meyer no es de muchos colores.

Lo que creo que es la estancia no está más que conformado por una pequeña mesa en el centro alrededor de unos muebles. Todo en tonos fríos, aparte de egocéntrico con gustos de iceberg, pero debo aceptar que, aunque es minimalista su estilo se acomoda hasta donde he visto a su personalidad,  frío y elegante.

Escucho unas voces en la cocina, me acerco poco a poco. Al parecer todos están aquí.

- Deberías comer Liv, desde ayer no pruebas bocado. Estoy segura que hace más de 24 horas tu estómago no tiene nada. Anda hazme caso – pide Ell y como si el estómago hubiera escuchado suena fuerte y claro arrancándoles a todos una sonora carcajada – creo que deberías escuchar tu rugido interno...

- Antes de que te vaya a pasar factura y una  gastritis haga aparición y mamá pregunte porque te deje morir de hambre – interrumpo haciendo acto de presencia – no creo que tu fiera interna esté muy de acuerdo con la falta de comi...

- Dios por fin... fueron unas horas y ya extrañaba tu feo rostro al igual que tus advertencias – ahora es ella que me interrumpe cuando me abraza como si sintiera que me iré en unos segundos – júrame que no harás otra estupidez como esa de nuevo porque esta vez serás tú la que conozca a una Elizabeth Jones Thompson enojada

- De acuerdo fiera, ya hablaremos con calma, por lo pronto hazle caso a Ell y come porque te conozco y sé que no has probado bocado. Andando

- No comeré porque me mandan, lo haré porque tengo hambre – réplica mi digna hermana – y tu también deberías comer así que vamos – ordena pasándome el brazo por su cuello para servirme de apoyo y yo solo me rio por lo exagerada que puede ser

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