Capítulo 42

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Axel

La veo dormir por unas cuantas horas analizando sus expresiones inconscientes. Se muerde el labio antes de acurrucarse más a mi cuerpo y hace leves muecas cuando se mueve haciendome evocar el recuerdo de lo que le estuvo por pasar. Malditos hijos de puta.

Casi mato a los idiotas que dejé para que la cuidarán. De hecho mate a seis de ellos que fueron a darme la noticia. Los otros sobrevivieron porque no les pude colocar mis manos encima antes de llamar a Maddison y saber que todo estaba bien con ella.

Escucharla sarcástica a traves de la línea fue como apagar un interruptor. Todo estaba bien. Ella estaba bien y eso hacía que mis impulsos por desangrar el mundo se detuvieran solo para agradecer en su nombre.

Daría todo por continuar escuchándola, no importa si esta enojada, si me esta insultando, lo único que quiero es que su voz se continúe colando en mi mente.

Es mejor escucharla de la forma que sea a no escucharla y saber que está donde no quiere estar.

Donde no debe estar. Lejos de mí.

Joder. El mes pasado no la conocía y ahora la sola imagen de ella siendo arrastrada y pataleando por no dejarse llevar me hace un nudo en el estómago que me hace atraerla más cerca de mí como acto reflejo.

Ella está a salvo. Esta acá. Esta acá y las llamas de mi infierno la protegerán. Yo la protegeré.

Estará bien eso lo sé. Quizás no sepa lo que pasa, pero ella es Maddison, tiene más fuerza y ganas de acabar con el mundo de lo que ella puede ver.

Solo basta con ver sus ojos negros que brillan con picardia y astucia para descifrar fácilmente que ella no se dejara vencer tan fácil. Ella no. Con ella hace falta mucho más para derrumbarla y dejarla ahí tendida.

Su abuelo tenía razón.

Ella es un jodido ave fénix. No hay otra cosa que pueda definirla mejor. Incluso intentar definirla es un trabajo difícil.

Desde que la conocí han estado pasando cosas que a cualquiera demolerían y dejarían eternamente en cenizas, pero ella no. Parece que se lograra alimentar del fuego del caos que la rodea y se fortaleciera.

Eso es Maddison. Una jodida criatura que traga cenizas y se alienta del fuego que la rodea.

En definitiva, la reina de mi infierno llegó.

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Me despierto sintiendo a Maddison resolverse en mis brazos y cuando abro los ojos para comprobar como trataba de huir me encuentro con que se está pegando más a mí. Aún sigue dormida, o eso parece.

Me estiro un poco tomando mi celular para ver la hora y veo las alertas de varios mensajes de Mulay. Él no escribe más de dos si no es urgente y me envió cinco.

Hay mierda regada. Lo presiento, mi mente me lo advierte, pero mi cuerpo no hace más que acoplarse a la temperatura del cuerpo que está a mi lado y decido quedarme unos minutos más aquí.

No sé que me espera allá ni que tan pronto podré venir, así que si soy un hijo de puta por robarle unos momentos al desastre de afuera lo soy con orgullo.

Tal y como me lo prometí intento salir de la cama tratando de no despertar a mi pequeño ángel, pero pierdo en el proceso y ahora tengo esos ojos que son mi perdición mirándome con una mueca.

- Huir es de cobardes - bosteza aún sin despertarse bien, pero eso no detiene sus insultos

- No quería despertarte, me tengo que ir - comento dándole un pequeño beso en la frente - hay un asunto urgente que debo atender

CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora