Capítulo 32

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Luego de que dejamos la pintura y al parecer el aire fresco en aquel lugar, emprendimos rumbo a no sé dónde con un Axel tenso como una cuerda.

- No estoy dispuesta a tolerar esto - aclaro en medio del incómodo silencio - para el auto por favor

- Maddison...

- Te aconsejo que lo detengas porque te aseguro que no tendré reparo alguno en tirarme con el carro en movimiento

- Demasiado caprichosa para que cualquier mortal te tolere - replica mirándome por breves instantes

- Y en serio lo dudas - afirmo a punto de abrir la puerta, pero me detiene un giro inesperado y cuando logro recomponerme ya estamos aparcados a un lado de la solitaria carretera

- ¿Complacida la reina? - inquiere molesto

- Lo estaría totalmente si mi acompañante tuviera la decencia de decirme lo que pasó para que su actitud diera un giro de 180°

- ¿Cómo demonios quieres que te diga que no ha pasado nada?

- Con los mismos demonios que veo en tu mirada, con esos que estás tratando de atar con cadenas de autocontrol

- Muy linda la palabrería, lástima que esta vez no acertaste - dice mirándome fijamente

- Muy lindo tu intento de mentira, pero el hecho de que mires a alguien fijamente no quiere demostrar que lo que dices es verdad - contraataco viendo como se tensa más a cada segundo

- Eres imposible - reniega - ¿podemos dejar el tema por la paz o su majestad aún se rehúsa a ello? Porque te lo repito Maddison ¡No pasó nada!

- ¿Y por eso es que tú que nunca te alteras significativamente ahora tienes la mandíbula tensa, los ojos crispados en ira y la respiración demasiado controlada incluso para estar exasperado? - interrogó ganándome una mirada gélida - si tú intención es tener a una ciega a tu lado creo que te equivocaste de chica, tengo dos ojos funcionales y un sentido común que me hace decir lo obvio, aunque la gente no lo quiera así - le hago ver dando por terminada la conversación mientras me bajo del auto

- Maddison deja de ser tan cabeza dura e infantil y sube al auto - exige Meyer a mis espaldas - Maddison estoy hablando contigo. Joder, De angelis - farfulla antes de tomarme del brazo con el fin de detenerme

- Suéltame - pido lo más calmada posible - ¡Que me sueltes joder! - grito tajante, pero en lugar de soltarme me acerca a él hasta el punto en que siento su aliento rozando mi mejilla

- Tregua. ¿Sabes lo que es eso? - vacila casi tocando mis labios

- ¿Es donde dejas de ser un idiota?

- Y tú una caprichosa consentida - accede mirándome con la poca calma que consigue

- No necesito una explicación completa - señalo con avives - No espero que me cuentes tus asuntos porque sé que somos casi desconocidos, pero mínimo espero que no me trates como una idiota pensando que no voy a notar el cambio tan abrupto que dio tu actitud en segundos, además...

- Requiero que la demonia que llevas dentro se tranquilice y por favor me deje hablar - me corta con impaciencia y puedo ver el gran debate que hay en sus ojos

- Tendré los míos algo cubiertos si me dices la razón de que los tuyos estén expuestos en tu mirada - aclaro esperando lo próximo que saldrá de su boca

Axel

Después de la orden oculta de la pecadora a la que veo fijamente, solo puedo pensar en que todo esto es más extraño que viajar a marte de vacaciones, e incluso eso sería más fácil de solucionar, pero claro aquí estoy. Yo Axel Meyer descendiente de la mafia Alemana dejándome acorralar por una morena que me llega al hombro, con actitud bravucona y por si fuera poco con aires narcisistas, obstinada y caprichosa, pero lo peor, con un imán sobre ella que no me deja alejarme.

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