El camino de regreso a la residencia donde nos estamos quedando no lo siento tan largo como lo sentí cuando íbamos a la casa de mi abuelo. Tal vez sea porque conozco más cosas que antes o porque a pesar de todo lo que descubrí siento una pequeña alegría al saber que he vivido en una mentira y que ahora tendré la oportunidad de castigar a los causantes de él amor perdido de mi abuelo.
- Buenas tardes señores – saluda Icker en la puerta
- Buenas tardes Icker. ¿Alguna noticia? - inquiere Axel bajándose del auto y entregándole las llaves de la camioneta
- No señor, todo en orden - confirma el aludido con su implacable máscara de cara de culo habitual
- De acuerdo, dile a alguien más que se encargue de la seguridad de la casa, tú nos acompañaras en un rato
- Como usted diga señor. ¿Algo más?
- Por ahora no, gracias. Te puedes retirar
- Con su permiso – masculla antes de perderse en el interior de la casa
- ¿A dónde iras?
- Iremos – me corrige – dije "nos acompañaras" plural no "me acompañaras" en singular
- De acuerdo, señor pluralmente singular. ¿A dónde iremos?
- No te voy a decir, lo único es que te recomiendo que te coloques algo cómodo - pide encaminándose por la pequeña estancia que nos recibe
- Si no me dices no iré – refunfuño como niña pequeña deteniendo el paso y cruzándome de brazos
- De acuerdo – se encoge de hombros – solo te aviso que dentro de una dos debes estar lista
- No estas escuchándome - acusó
- Si lo hago, créeme que lo hago, pero tengo en cuenta que no te pregunte si querías ir o no. Solo te informo para que estés lista
- Imbécil – insulto al aire dirigiéndome a mi cuarto para cumplir con la exigencia del idiota de mi acompañante
Tal y como lo dijo, después de dos horas están tocando mi puerta. Y no debo ser adivina para saber de quien se trata, porque nadie aparte de el gran Axel Meyer tendría la osadía de pasar sin mí permiso. Amenos de que quieran una bala en el cráneo claro está.
- Quiero creer que estas lista – musita apoyándose en el espaldar de mi silla mientras yo me concentro en lo que muestra el reflejo del espejo frente a mí
- Por suerte tus creencias no son de mi incumbencia – replico repasándolo con la mirada. Y es que es casi inevitable no hacerlo, trae puesto un jersey color negro al igual que su pantalón con un abrigo beige y unos tennis color blanco a juego con un reloj digital y su arma que está en la parte delantera del pantalón
- Algunos dirían que la discreción no está demás - comento repasando mis labios con mi labial carmesí terminando así de arreglarme
- A veces la discreción no es más que un peso que hay que quitarse de encima
- Te puede sorprender lo que te diré, pero por fin coincido en algo que sale de tu sucia boca
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Caos
Teen FictionYo no estaba buscando nada, hasta que la nada chocó conmigo en la acera de la calle de una cafetería concurrida. De todas las personas que tenía que arrollar, es precisamente él, el cuñado de mi hermana, el egocéntrico alemán de más de un metro oche...