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Los castigos de mi padre no eran severos y eso me quedo claro desde la vez que a los siete años rompí un jaron sumamente valioso para la familia Parkinson y mi padre me dejo sin comer durante días, cuando los Malfoy cruzaron esa puerta mi padre me miró, se sentía feliz porque sabía que el miedo me estaba comiendo por dentro, mis uñas estaban clavadas en mi brazo. Mi padre se acercó y tomó mi brazo bruscamente.

—¡Ahora aprenderás cual es tu posición en esta casa!— exclamó, temblé del miedo mientras lo seguía, él caminaba enfrente de mi con furía y me llevó hasta el sótano.

Era un lugar sumamente frío a los lados había cientos de barriles posiblemente llenos de alguna especie de vino.
Al final del pasillo había una puerta con una cerradura, saco sus llaves y abrió la puerta.

Jamás había estado allí, mi padre no nos permitía ni a mi hermana ni a mi bajar, la puerta se abrió y había un pequeño salón con distintas puertas. Mi padre se acercó a una y la abrió.

—¡Te quedaras aquí hasta que te arrepientas por todas tus tonterías!— gritó, estaba segura de que nadie sería capaz de escucharlo, ni siquiera desde la planta de arriba. Tomó nuevamente mi brazo y rápidamente me empujó hasta adentro y cerró con cerradura y posiblemente un hechizo.

—¡No! ¡Papá, no!— gritaba mientras golpeaba la puerta, el lugar estaba completamente oscuro y no tenía idea de lo que podía haber allí.

Intente tocar algo con mis manos pero no podía ver nada, me abrace a mi misma durante varios minutos muerta del miedo acurrucandome, estaba sola, o al menos eso esperaba, sin magia, en una completa oscuridad, eso no significaba nada bueno y más conociendo a mi padre.

Una pequeña luz se encendió al otro extremo del lugar, como una luz de una pequeña luciérnaga, se acercaba lentamente, una cadena empezó a sonar como si algo se arrastrara por el piso, mi miedo aumentó.

Esa pequeña luz se acercaba cada vez más, hasta que paro y la supuesta cadena dejo de sonar, lo que sea que fuese, estaba atado, lo cual agradecí por completo.

Me sentía insegura y las lágrimas caían aterrada por mi vida, de la nada escuche una especie de rugido inimaginable, era como si un perro ladrara pero con mucha más intensidad.

La cadena se escuchaba como si algo la estuviera jalando con todas sus fuerzas mientras los ruidos del supuesto animal eran realmente fuertes, la pequeña luz era lo único que se lograba diferenciar en toda la oscuridad.

No tenía mi varita y estaba desprotegida, pero tenía que intentar algo, no podía quedarme allí esperando a que lo que fuera que se encontraba en la oscuridad me devorará.

—¡LUMOS!—grite con todas mis fuerzas extendiendo mi mano, no esperaba que funcionara, la magia sin varita era algo que pocos podían lograr y más con tan poca experiencia en la magia, sin embargo funcionó.

Me odiaba a mi misma porque funcionará porque ahora estaba aterrorizada, el lugar se iluminó sin embargo me proporcionó una vista demasiado clara de la criatura.

Era una especie de gran perro pero sumamente ferroz, con largos colmillos sobresalientes de su boca, parecía medir los mismo que yo incluso más y de en medio de su cabeza tenía una especie de antena con la punta parecida a una luciérnaga, tenía una larga cola y algo que parecían ser alas.

Jamás había visto algo así y en ese momento pensé que a lo mejor no volvería a ver nada más que aquello.

Estaba atado, su cuello estaba cubierto de sangre seca al perecer las cadenas lo lastimaban y llevaba allí bastante tiempo.

Hasta ahora había estado tendida en el piso sin embargo me levante y trague saliva, la criatura aún estaba a la defensiva.

En ese momento reaccione, había hecho magia sin mi varita, eso significaba que tal vez podría llegar a salir de allí sin un solo rasguño.

Voltee mi vista a la puerta.

—¡Alohomora!— grite en vano. Era obvio que la puerta estaría protegida por alguna especie de hechizo, o a lo mejor solo tuve suerte la vez anterior.

Me volteé y mi vista volvió al animal, sentía que mi cabeza estaba a punto de estallar, me dolia demasiado y me deje caer sobre la puerta mientras lloraba con mi cabeza sobre mis piernas.

—¡Lo siento!— grite para mi misma, necesitaba desahogarme aunque nadie me escuchara, aun sin ver al ferroz animal.—¡Lo lamento!— grite con más fuerza a pesar de saber que sería imposible que alguien me escuchara. —No volveré a hablar en la mesa.— hablé entre sosollos.—No volveré a quejarme cuando me digan que están decepcionados de mi.— tenía un nudo en la garganta.—¡No volveré a cuestionarlos! Lo prometo ¡Prometo vivir la vida infeliz que quieren que viva!— alce mi mirada hacía el techo.—Solo déjenme salir, porfavor.— susurre casi de manera inaudible.

Mi voz se entrecortaba. Miré al animal frente a mi, sus ojos eran completamente negros, terroríficos pero había dejado de insistir a desatarse, se sentó entre sus propias patas.

Su mirada estaba fija en mi, el lugar era como un calabozo, a su lado había un estante, pero solo había un libro.

—¿Que se supone que pasará si lo tomo? ¿Me mataras?— pregunte con burla aún con mis ojos lagrimeando. —No se cuento tiempo estaré aquí.— le hable como si lograra entenderme, Hagrid una vez en su clase dijo que algunas criaturas era incomprendidas, y honestamente hasta ahora me había parecido una tontería pero estaba enfrente de una bestia, hablándole, así que posiblemente la tonta era yo. —Deberías acostumbrarte a mi presencia creo que mi padre encontró un nuevo método de castigo e incluso tortura.— reí amargamente  y ví al animal inclinar su cabeza, como si estubiera intentando entenderme.

—¿Sería una estúpida si te pongo un nombre?— me pregunte a mi misma, aun tenía miedo pero Luna una vez me dijo que había que enfrentar nuestros miedos para superarlos.—Veamos, tienes cara de...— lo observe con mayor detenimiento, el animal tenía un aspecto un tanto terrorífico sin embargo no parecía tener interés en atacarme.—Brulsky.

El animal, quien ahora había nombrado Brulsky, me seguía observando atento, estaba intrigada pensando en que clase de pensamientos podían rondar por la mente de tal criatura. Observe el libro en el estante, sentía que era una trampa, pero mi curiosidad era mayor.

Me levante nuevamente, limpie mi nariz y me incline un poco, como si le estuviera haciendo una reverencia a un hipogrifo, el animal entrecerró sus ojos como si desconfiara.

—Que tonta soy, no es un hipogrifo.— me golpeé la frente con la mano. Levante ambas manos a donde él pudiera verlas y me acerque, posiblemente estaba a punto de perder un brazo, pero sentía que valía la pena.

Suspire, acerqué mi mano un poco, pero no lo suficiente, el animal nuevamente intentó abalanzarse hacía mi pero las cadenas no se lo permitieron, mi corazón iba demasiado rápido y caí hacía atrás.

Era un animal desconocido y sumamente intrigante, pero no parecía ser bueno, no podía ser tan tonta como para confiar en un animal que claramente era una bestia.
Las lagrimas volvieron a caer y por tercera vez me deje caer sobre la puerta.

—¡Ahhhh!—grité.—¿Podrías acabar de una vez conmigo?— susurre, el animal solo me observaba, como hace minutos y mi cuerpo no podía más, era tarde y estaba cansada, cerré los ojos acostandome sobre el duro piso de cemento.


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La Otra Parkison; Draco Malfoy (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora