24-12 {KuroKen}

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-Ahora que lo pienso.- Kuroo llamó la atención de todos.- ninguno ha dicho cómo fue su primera cita.

-¡Tienes razón!- saltó Bokuto.

-La verdad es que nosotros no hemos tenido ninguna primera cita como tal.- dijo Oikawa, mirando a Iwa. Él asintió.

-Yo creo que nosotros tampoco.- secundó Akaashi, intentando conseguir que Bokuto se sentara de nuevo.

-¿En serio?- Kenma levantó la cabeza de su juego.

-Que sosos.- dijo Kuroo.

-¿Acaso vosotros habéis tenido una?- preguntó Iwa, con una ceja alzada.

-Por supuesto.- contestó el pelinegro, orgulloso.

-¿Y cómo fue?- se interesó el colocador del Fukurodani.

Tres semanas después de empezar a salir.

Me sentía un poco raro, mi mejor amigo de toda la vida ahora era algo más que eso. Me había acostumbrado a quererlo en secreto, mirarlo cuando estaba distraído, aprovechar que estaba jugando para hacerle cualquier cosa en el pelo. Mi única regla era ser discreto, no quería que de acabara enterando y que se alejara de mí, pero finalmente, se había enterado -o más bien se lo había dicho- después de leer aquella hermosa carta que hizo única y exclusivamente para mí.

Ya no tenía que esconderme, podía darle la mano y besarle siempre que quisiera o me diera el impulso, y si tengo que decir la verdad, era la mejor sensación del mundo.

Nadie, excepto Yaku, que él tiene un sexto sentido para estas cosas, sabía lo nuestro, así que era un secreto entre los dos, lo cual hacía las cosas más interesantes.

Todo iba de maravilla, pero me faltaba una cosa; nunca habíamos tenido una cita en condiciones. Siempre habíamos quedado como amigos, saliendo a cualquier parte y hablando de nada en especial, incluso después de comenzar a salir, y ya era momento de cambiar eso, el problema era cómo y dónde lo haría.

Quizá necesitara ayuda, alguien experto, listo y con la suficiente sabiduría como para tener una cita perfecta.

No me malinterpretéis, yo ya había tenido bastantes citas -intentando borrar el nombre de entonces mi mejor amigo de mi mente- pero aquello era distinto. No quería que hubiera ningún error.

Busqué mi móvil, y al encontrarlo, no tenía batería. Empezaba bien. Rápidamente lo puse a cargar en el primer enchufe que vi y esperé a que tuviera, al menos, un uno por ciento para poder encenderlo.

La espera se me hizo eterna, pero por fin pude llamar a la persona que me iba a orientar.

-¿Sí?

-¡Hombre, pero si está vivo!- fingí una celebración. Después de haberlo llamado tres veces, estaba empezando a perder la esperanza.

-Disculpa, estaba en la biblioteca.

-No sé por qué no me sorprendo.- murmuré.- escucha, Akaashi, ¿cómo se planea una cita?- no pensé que sería una pregunta complicada, pero a juzgar por el silencio prolongado por parte del otro lado de la línea, sí lo fue.- ¿Hola?

-Hola, perdona.- volvió.- estaba subiendo en el bus.- eso explicaba su silencio.- pues, depende de la persona, claro está. ¿Cómo es?

-Le encanta estar consigo mismo, tiene unos gustos un tanto peculiares, y es muy observador.- decirle su nombre sería lo más fácil, pero hacer creer a Akaashi que no lo conocía era más divertido.

-¿Qué más?

-Adora los videojuegos.- tal vez había sido una pista muy grande.- tal vez por eso es tan analizador.- ahora que lo decía en voz alta, tenía bastante sentido.- es algo asocial, pero un amor de persona.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora