18-12 {KuroKen}

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-Bueno, ¿quién quiere una cerveza?- Bokuto se levantó y fue a buscar por su propia cuenta una botella.- Oikawa, ¿dónde las tienes?

-Yo no bebo esas cosas.- se quejó. Odiaba la cerveza, estaba muy amarga.

-La cerveza es lo mejor del mundo.- dijo indignado Kuroo.

-Ya, pues no te favorece en absoluto.- se burló Kenma, pues la última vez que fueron a una fiesta juntos, le había llamado mamá.

-¡Oye!- se cruzó de brazos, ofendido. Todos los demás se rieron.

-Necesito story time.- dijo Oikawa. Ver a su amigo borracho era una actividad muy divertida.- y mientras tanto que alguien vaya a comprar alguna botella de lo que sea.

-Ya voy yo.- se ofreció Iwa. No le podía interesar menos lo que el azabache hiciera bebiendo de más.

Hace medio año.

No me esperaba que Kuroo me llamara esa misma mañana para decirme que como sus padres no estaban montaría una fiesta en su casa. Iba a invitar a algunos del Karasuno, lo cual se me hizo extraño, porque que yo recordara, él solo se llevaba un poco bien con el bloqueador central, pero no le cuestioné nada.

Shoyo iría, lo más probable, y Kageyama también se pasaría por ahí, pues nunca había visto al pelirrojo sin su colocador. Se podía ver la tensión sexual a distancia, y aún así ellos dos seguían diciendo que eran amigos y nada más. Nadie se lo creía, tal vez ellos dos.

Iba a acudir a esa fiesta, pero no tenía nada de ganas. Lo hacía principalmente para ver a mi amigo y darle algún que otro empujoncito hacia su amigo-no-tan-amigo, pero ya que estaba ahí, controlaría que mi novio no se pasara con la bebida y cometiera alguna locura. La última vez casi se desnuda enfrente de todo el mundo para tirarse a la piscina. No lo iba a permitir.

-Que puntual.- se burló Kuroo al verme en la puerta de su casa media hora antes.

-No te puedo dejar a tí solo con tanta bebida junta. A saber lo que puedes llegar a hacer.- se le borró la burla en su rostro y la reemplazó por molestia.

-Me sé controlar.

-Dímelo cuando te hayas acabado tres botellas tú solo.- entré, empujándolo un poco, pues ocupaba toda la puerta.

-Eres cruel.

-Pasas mucho tiempo con Oikawa.- esa frase es muy suya. Mi chico se rió.

-Tal vez.- no me dejó avanzar más. Me cogió de la cintura, me acerco a él y me besó en la nuca. Odiaba cuando me pillaba desprevenido, lo sentía todo más.

Me giré para mirarlo a los ojos. Él aún me rodeaba con sus brazos.

-¿Por qué has invitado a los del Karasuno?- bufó, seguramente tampoco se lo esperaba. Una por otra, cariño.

-Lo sabes perfectamente.

-Si lo supiera no te lo preguntaría.- acercó su rostro al mío, quedado a pocos centímetros de distancia.

-El alcohol no viene solo.- rodé los ojos. Él se rió.- pasas demasiado tiempo con Iwaizumi.- ignoré su comentario.

-Vamos, que básicamente has hecho que Tanaka trajera lo que tú no eres capaz de hacer por tí mismo.- me burlé. Sabía que Kuroo siempre tenía problemas para conseguir cualquier cosa que conlleve alguna gota de alcohol, y también sabía que eso le molestaba de sobremanera.

-Y de paso traía al bajito de su equipo. Sé que tienes ganas de verle.- vale, ahí me había pillado. Me guiñó un ojo, consciente de eso.- De nada, amor.- antes de que pudiera contestar ya me estaba besando.

-Espero que sea una fiesta tranquila.- se volvió a reír.

-Por supuesto que sí, cariño.- dijo, con cara de no haber roto nunca un plato. Más que tranquila iba a ser muy ruidosa, era consciente de ello.

Las horas pasaron, y los del Karasuno ya estaban montando escándalo junto con algunos de los amigos de mi novio y otros de nuestro equipo. Si seguían así, los vecinos no tardarían en venir a quejarse.

-¡Kenma!- me giré. Kuroo estaba en medio de un círculo de gente, con algún tipo de bebida que no quería saber goteándole por la barbilla. Al parecer había hecho este reto de beber boca abajo.

Esquivé a algunas personas y otras me dejaron un pasillo en medio para poder llegar a mi destino. No sabía que era lo que quería Kuroo, pero no me esperaba nada bueno.

-¿Qué pasa?- él se cruzó de brazos, ofendido y mirando a Lev.

-Lev no quiere admitir que nosotros hicimos gran parte del camino para que él y Yaku pudieran admitir sus sentimientos.- resoplé. ¿Qué tenía que ver eso ahora?

-Sólo les ayudamos un poco.- dije, no me quería meter en una pelea de dos borrachos.

-¡Eso es mentira!- me gritó el medio ruso.- Todo fue debido a mis encantos.- resoplé. Esta pelea no llegaría a ninguna parte.

-Nosotros te ayudamos un poco.

-¡Ya has oído a Kenma! ¡Él nunca miente!- di un paso atrás. Dos. No quería saber nada de esto. Creo que no se enteraron de cuando me fui. Mejor.

-Kenma.- Shoyo me dio un susto.- perdón, ¿te he asustado?- negué con la cabeza.

-¿Qué ocurre?

-He perdido a Kageyama, ¿sabes dónde está?

-Me parece que lo he visto entrando al baño con alguien.- mi amigo suspiró.

-¿Con alguien?- miró hacia abajo.- ¿con quién?

-Creo que era Tanaka. Iba gritando algo de que él no le podía obligar a lavarse la cara si no quería.- le expliqué.- creo que necesitará ayuda.- asintió y casi corrió en su búsqueda.

Sonreí para mis adentros. Kageyama no estaba sobrio del todo, y estaba a solas en el baño, o bueno, estaba. A Shoyo tampoco se le veía muy sereno. Seguramente cuando llegara a su lado, tendrían las bocas demasiado ocupadas como para hablar de algo, o aún a mala hablarían de sus sentimientos.

Me volteé para volver a ver a Kuroo. Ahora estaba peleando con Nishinoya por vete tú a saber por qué. A este paso se iba a pelear con todas las personas de la fiesta. Resoplé y volví a su lado.

-Kuroo, ¿no crees que deberíamos ir a mi casa un momento?- propuse.

-No, que a saber lo que pueden llegar a hacer estas personas sin control alguno del anfitrión.- tampoco era como si él estuviera controlado.

-Venga, que te tengo que enseñar una cosa.- le empujé hasta la salida, aunque él pusiera muchas excusas para no ir.

-¡Que no quiero ir, mamá!- rodé los ojos.

-Si fuera tu madre ya estarías bajo tierra.- abrí la puerta de mi casa y lo tumbé en la cama.- Te vas a quedar aquí hasta que te tranquilices un poco.

-Sólo si te quedas conmigo.

-¿Cómo?

-Pues eso.- volví a rodar los ojos, pero no añadí nada más y me acosté con él. Luego de por lo menos media hora escuché su respiración acompasándose. Se había dormido. Genial, ahora sólo quedaba echar a la gente de su casa.

Actualidad.

-¿Cómo echaste a tanta gente?- preguntó Oikawa, boquiabierto.

-Con mucha paciencia.- suspiró el semirubio. En ese momento entró Iwa por la puerta, acompañado por Akaashi, con tres botellas de cerveza.

-¡Wow! ¡Gracias chicos!- Bokuto se abalanzó hacia ellos, pero Akaashi fue más rápido y alejó la botella de su alcance, justo a tiempo.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora