3-12 {KuroKen}

1.1K 126 13
                                    

-¿Vosotros qué?- preguntó Oikawa, refiriéndose a Kuroo y Kenma, ya que todavía ninguno de los dos habían dicho nada.

-Pues…- el pelinegro iba a hablar, pero Bokuto le interrumpió.

-Empezaron a salir de una manera muy peculiar.

-Sí. En realidad…

-Ni siquiera se lo esperaban.- volvió a interrumpir el peliblanco. Su amigo le miró con mala cara.

-Bueno, ¿me vas a dejar explicarlo?

-Por supuesto.- sonrió de manera angelical.

Enero de este mismo año.

Mis padres se habían ido a comprar, y por lo general tardaban horas, así que tenía todo el tiempo del mundo para mí, tumbado en la cama, haciendo nada en particular.

Al estirar mi brazo para alcanzar mi móvil, se me cayó una nota del bolsillo. Al verla, me acordé de que Kenma me la había entregado esta mañana, y aún no la había leído. Que desastre.

Me tumbé en mi cama y desplegué el trocito de papel.

"Suspiro. Ya he perdido la cuenta de todas las veces que lo he hecho en un solo día. Estar enamorado es una absoluta y total mierda. Tú mismo juegas con tus propios sentimientos, te haces ilusiones por cosas que en realidad no tienen nada que ver. Caes, y lo peor, la misma persona de la que llevas tanto tiempo enamorada te levanta otra vez, volviendo al punto de partida, jurándote no volver a cometer la estupidez de fijarte en esa persona y aún así, volviendo a romper esa promesa.

Supongo que la mariposa siempre encuentra la manera de volver a volar, y aunque a veces es agradable sentir su aleteo, tarde o temprano te lleva a la desgracia, a sentir que no quieres levantarte de la cama en todo el día, porque sabes que lo vas a volver a ver, porque cada día lo tienes que ver, y sabes que te va a doler, aunque lo intentes negar, aunque lo evadas, aunque tu intención sea distraerte con otra cosa.

El amor es una mierda en todos los aspectos, eso está claro, pero es aún peor cuando te das cuenta de que no puedes cambiar tu situación actual, que por más que lo intentes, nunca vas a poder salir con aquella persona, la indicada, a tu parecer, y es muy triste.

Si me preguntaras a mí, te diría que incluso con todos estos aspectos, lo peor es seguir adelante, porque tú tienes que olvidar algo que pudo haber sido, tienes que olvidar tus sueños y tus propios pensamientos, porque claro, esa persona, aparte de tu corazón, inunda tu mente, y entonces ya estás perdido. Perdido porque te has enamorado de alguien que no siente lo mismo por tí, que aunque tú lo tengas presente cada día, para esa persona eres uno más. Un compañero más, un amigo más, una persona más…

Y en comparativa es triste, porque aunque él es tu todo, tú pasas desapercibido.

Y aunque intentas, nunca olvidas del todo.

El amor también es como el Fénix. Arde, quema e incluso lastima. Cuando muere, se reduce a cenizas, y después de un tiempo, vuelve a empezar.

A mucha gente le gustan los Fénix. A mucha gente les gusta el amor. Gente con suerte, suerte que yo no tengo. Gente que es capaz de ver lo majestuoso que es este ave volando, o que han podido sentir y regalar sus lágrimas curativas. Por desgracia, mi Fénix siempre nace defectuoso, y nunca he tenido el placer de verlo volar.

Ahora mismo me siento en medio de la nada, con mi persona especial como único faro de luz, teniendo el defecto de que si me acerco demasiado me lastimaré, y acabaré más lejos de donde empecé. Y aún sabiendo eso, me arriesgo. Aún sabiendo eso, te entrego esta carta.

Porque tú, Tetsurou, eres mi todo, y yo, en esta historia de dos, paso desapercibido."

Después de leer cada una de sus palabras –dos veces, todo hay que decirlo– entendí muchas cosas. Entendí por qué había muchas veces que me evitaba y por qué ese día había estado tan raro, como si esperara que hiciera algo.

Me sentí tan estúpido por no haberme dado cuenta antes…

No perdí ni un segundo más. Me calcé y me puse la chaqueta a una velocidad de vértigo. Salí de un salto de mi casa y prácticamente corrí hasta la de Kenma, rezando para que estuviera ahí, sin ninguna compañía.
Parece que alguno de los de arriba me escuchó, porque al abrirme la puerta, el silencio que reinaba en su casa indicaba que estaba sólo.

No malgasté más el tiempo y lo besé.
Si tan solo supiera que yo me he estado sintiendo igual durante tanto tiempo, se hubiera reído en mi cara.

Actualidad.

-He de decir, que desde ese día me volví adicto a tus labios.- dijo Kuroo, dándole un delicado beso al menor, quien se ruborizó.

-No se nota.- Iwaizumi rodó los ojos con sarcasmo.

-No me juzgues, tú te has vuelto adicto a los abrazos de Oikawa.- le recriminó, viendo que el castaño estaba otra vez entre sus brazos. El aludido bufó como respuesta.

-Eso es muy romántico.- opinó el capitán del Aoba Johsai.- Iwa pocas veces lo es.

-Iwa te tiene que dar muy fuerte.- opinó Bokuto, llevándose un golpecito molesto por parte de Akaashi. El chico hizo un puchero.

La otra pareja no dijo nada.

Kuroo sonrió maliciosamente y Kenma fingió centrarse más en su partida.

-Bueno, ¿a quién le toca ahora contar alguna anécdota?- dijo Oikawa, en un intento de cambiar la conversación.

-Que lo decida la botella.- propuso Kuroo, poniendo dicha botella de algún tipo de bebida alcohólica que ya ni se acordaba en medio del círculo involuntario que habían formado sin querer.

-¿La puedo girar? ¿La puedo girar?- preguntó entusiasmado Bokuto, inclinándose hacia el objeto.
No esperó respuesta y la giró.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora