20-12 {IwaOi}

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-Oye, Iwa, ¿tú te acuerdas de esa vez que intentamos ser los mejores jugadores del arcade?- preguntó Oikawa, viendo de lejos la consola de Kenma, que seguía cargando.

-Perfectamente. Spoiler, fue un fracaso.

-¡Oye!- el castaño hizo un puchero. Le había quitado las palabras de la boca.

-Es la verdad.- se encogió de hombros.

-No me entero.- confesó Bokuto.

-Qué novedad.- dijo sarcástico Kuroo. El peliblanco le sacó la lengua.

Hace unos meses, no sabría decirte cuántos.

-Oye.- Iwaizumi apartó la mirada de la televisión para centrarse en su novio.- ¿qué tienes pensado hacer esta tarde?

-Pues... Hace nada me has preguntado lo mismo y me has convencido de ver esta serie contigo, así que no sé, dime tú.- A Oikawa se le escapó una risita.

-Es que esta serie ya la he visto muchas veces.

-Me lo puedo imaginar.- murmuró.

-Así que yo había pensado en dar una vuelta por la ciudad, ¿sabes?- el de ojos café ignoró su comentario.

-Pues no lo sé, ¿vas a cambiar el plan en el último momento?- no se lo podía recriminar, pues siempre hacía lo mismo, aunque en realidad se quejaba por gusto.

-No, que se me ha antojado, de verdad.- intentó convencerle, pero la verdad que él tampoco estaba muy seguro de ello.

-Está bien, pues terminamos este capítulo y nos vamos.- Oikawa asintió y miró cuanto le quedaba. Media hora, no era mucho, podía esperar.

-Atento a esta parte, que es importante.

-Llevas diciéndome eso literalmente desde que ha empezado el primer capítulo.- al castaño se le escapó una sonrisita nerviosa.

-Es que todas las partes lo son, sino no te enterarás del final.

Iwaizumi no le contestó, se llevó un puñado de palomitas a la boca y volvió a colocar la mano alrededor de la cintura de su novio, que estaba sentado entre sus piernas.

Si le preguntabas al pelinegro, te diría que esa serie no tenía ningún sentido. Que si la madre quería parir a un varón, que si al final es una niña, que no la quiere y la abandona en un zoo, que después se arrepiente de haberlo hecho, que cuando vuelve y la ve no la reconoce a pesar de estar hablando con ella durante una semana... En fin, a él no le estaba gustando, pero era una de las series que más le gustaba a Oikawa, así que algo tendría, pero él no lo entendía en absoluto, así que cuando acabaron esa última media hora, se sintió como liberado.

Fue el primero en levantarse del sofá, a pesar de tener a Oikawa literalmente tumbado encima de él, e irse a su habitación a por algo de dinero, su móvil y su cartera. Esperaba no gastarse más de la mitad de lo que llevaría. No sabía cómo lo hacía, pero siempre acababa gastando más de lo que debería cuando iba al centro.

-¿Ya estás?- le preguntó a su novio, aún sin salir de la habitación.

-¡Ya casi!- su voz parecía venir desde el baño, más que nada por el pequeño eco que había, e Iwa supuso que se había ido a poner un litro de colonia. Ciertamente no sabía cómo había acabado un frasco suyo ahí, ni tampoco cómo era que durara tanto.

-Ya estoy.- le sorprendió Oikawa, abriendo la puerta justo cuando se acababa de apoyar en el marco de la puerta.- No te esperabas que fuera tan rápido, ¿eh?- preguntó, con una sonrisa traviesa en los labios.

El azabache rodó los ojos y suspiró.

-Como sea, vamos antes de que se haga de noche.

-¡Iwa-chan! Aún son las cuatro de la tarde.

-Anochece pronto.- Oikawa infló los mofletes, en un puchero involuntario.

El trayecto en bus fue relativamente corto. Se lo pasaron hablando de la serie tan complicada que Oikawa le había hecho ver a Iwaizumi. Este último le preguntaba dudas -básicamente toda la trama- y Oikawa trataba de responderselas sin hacerle mucho spoiler.

-Y por eso la madre no quería a la niña.

-¿Eres consciente de que me acabas de destripar todo el final?

-Lo siento pero, ¿te la ibas a acabar?- puso carita de angelito, como siempre que sabía que tenía la razón.

-Como sea.- apenas terminó de decir esas dos palabras y ya tenía a su novio enganchado a su brazo.

-¿Entramos al arcade?- no esperó una respuesta por su parte y lo arrastró hasta el interior del lugar donde había infinidad de máquinas, un poco antiguas, con cantidad de juegos que no se podían encontrar en ningún otro sitio.

-¿Para?

-¿Para qué va a ser? Para intentar superar a la puntuación más alta.- contestó, como si fuera lo más obvio del mundo. Iwaizumi volvió a rodar los ojos.

-Eso no va a ser posible.

-¿Que no? Ya verás tú como sí.- y todo convencido, se acercó a una máquina y le dio al play.

Horas estuvieron jugando a un mismo juego, al principio como rivales y después en pareja, y era imposible rozar el top 3. Siempre quedaban en cuarto o quinto lugar, y cuando pensaban que lo iban a conseguir, llegaba el típico jefe que te mataba e¡de un golpe, y así era imposible mejorar la puntuación.

-Oye, tío, esto es imposible.- Iwaizumi no supo cómo sentirse al respecto.

-Te lo había dicho, pero nunca me haces caso.- Oikawa sonrió nervioso.

-¿Vamos a alguna tienda para cenar?

-Vale.

Después de comer, se le había olvidado incluso el nombre de ese dichoso juego.

Actualidad.

-¿Cómo se os puede olvidar el nombre de un juego?- preguntó Kenma, ofendido.

-No todo el mundo es tan bueno como tú, gatito. A los mortales a veces hasta se nos olvida cómo jugarlo.

-Aún así, que se te olvide el nombre...

-Era algo con una H y una A, pero no me acuerdo de lo que había en el medio.- se excusó Oikawa, rascándose la nuca.

-A mi sinceramente me da igual incluso donde está, no lo volvería a jugar en mi vida.- Kenma no quiso decir nada, pero le pareció indignante que trataran así a un juego con historia, que se encontraba en medio de un arcade del centro. Podría ser un tesoro para cualquiera que tuviera buen gusto.

Akaashi notó su enfado y le dio dos toquecitos en la cabeza, como si fuera una mascota enfadada por una tontería para ojos de todo el mundo.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora