-Así que vosotros no le habéis dicho a vuestros padres que estáis saliendo con vuestro mejor amigo.- Bokuto no se lo podía creer.
-Es razonable.- dijo Akaashi.- al fin y al cabo por fuerza se tienen que ver cada comida familiar, y supongo que así se ahorran malas miradas.- Iwa y Oikawa asintieron con la cabeza.- aunque en vuestro caso o tiene sentido.- se refirió a Kuroo y Kenma.- tu madre ya había insinuado algo, ¿no?
-Sí, pero se me hace difícil.- respondió el semirubio.
-Además, los heteros no le dicen a sus padres que son heteros.- dijo el pelinegro, más como una excusa, aunque tenía toda la razón.
-Sí, pero les dicen con quién sale, al menos.- rebatió Iwa.
-No, no. Algunos no lo hacen.- Kuroo veía su excusa perfecta, nadie le podía decir lo contrario. Además, tenía amigos heteros que habían estado emparejados y no se lo dijeron a sus padres.
-A mí me sorprende que vosotros sí que lo dijerais.- cambió de tema Oikawa.
-No fue fácil convencerle, pero no se me da bien disimular.- Bokuto se rascó la nuca y sonrió.
Las navidades pasadas.
Estaba muy feliz, era la primera vez que Akaashi pasaba las navidades conmigo -normalmente solía irse a visitar a su familia- y tenía planeado un montón de cosas, empezando por dormir en su azotea. Él decía que quedarse más de una hora exponiéndose al frío no era buena idea, pero eso eran tonterías, era la mejor idea del mundo.
En ese momento me puse a hacer las maletas. Aprovechaba que mi familia iba a pasar las fiestas con la abuela y me iba a la casa de Akaashi. Su familia se iba a ir el día siguiente, muy temprano, sobre las seis de la mañana o algo así, de manera que no nos enteraríamos y al despertar podríamos tener toda la casa para nosotros. Era el plan perfecto.
Pero había una pega, y era que no me podían ver entrando por la ventana, y yo gato no soy, por lo tanto se me hizo complicado escalar su pared, que por cierto, a quién se le ocurría dormir en el piso de arriba, así no se podía escapar fácil de casa, aunque bueno, no creo que a mi chico le haga mucha falta.
El caso, que estuve esperando cinco minutos hasta que el señorito se dignó a abrirme la ventana, porque según él, estaba esperando a despedirse de sus padres y decirles que se iba a dormir. Para mí que eran excusas, estaba buscando un buen sitio para esconder mi regalo. Era tan considerado.
-Llegas temprano.- me regañó, y luego me dio un beso.
-He acabado antes las maletas y prefería venir ahora. Después sospecharan.
-¿A qué te refieres?- arqueó una ceja.
-No iba a salir de casa a la una de la madrugada, nadie queda a esa hora, además de que no es convincente. Le he tenido que decir a mi madre que he salido porque quería ir a hacer deporte.- se dio una palmada en la frente.- ¿¡Akaashi!?
-¿Eres consciente de que vas a tener que volver a tu casa para que tu madre no se preocupe, verdad?- me quedé en blanco. No había pensado en esa parte del plan.
-Eeeeeh. ¡Qué va! Me acabo de acordar de que el bus lo cogían dentro de una hora, no hará falta.- suspiró aliviado, me acerqué y le abracé. Habían pasado muy largas las horas desde la última vez que estuve con él (esa misma mañana). Eran muy adictivos sus abrazos, nunca me cansaré de dárselos.
Alguien tocó a la puerta, y antes de darme cuenta estaba encerrado en el armario. ¿En qué momento había abierto la puerta y me había empujado a su interior?
Afiné el oído y logré escuchar la voz de una mujer, un murmullo apenas entendible.
Tan rápido como me había metido me sacó de ahí.
-¿Era tu madre?- asintió.- ¿Qué quería?- me mostró sus manos y descubrí que le había dado dinero.
-Es por si me hiciera falta, que lo dudo, pero bueno, todo se agradece.- le sonreí. Tengo al novio más tierno, lindo y agradecido del mundo. ¿Se puede pedir más?- ¿Quieres cambiarte? Para ir más cómodo.
-Sí, por favor. Es muy raro estar por casa con zapatos de calle.- se rió.
-Me refería de ropa.
-¡Ah! Pues tampoco me iría mal.- me saqué la camiseta y caminé hacia la maleta, tirada de cualquier manera sobre la cama de mi novio.
Cuando me la puse y me saqué los pantalones se me ocurrió la maravillosa idea de voltear a verlo, y encontré la mejor imagen que nunca había visto. Akaashi tenía el rostro bastante colorado, y también se había desprendido de la parte superior de su vestimenta. Me imaginaba que estaba bueno, pero no tan bueno.
Se rió tímidamente.
-¿Qué ocurre?- sonreí.
-Que estás muy bueno.- se sonrojó más, y ya no pude con eso. Me acerqué y lo volví a besar, o al menos esa era mi intención, porque una mujer alta, esbelta y con una melena negra como el carbón y brillante como la seda entró sin llamar a la habitación.
Mi novio se alejó un metro, disgustado, y yo no supe dónde meterme. La que supuse que era la madre de Akaashi tenía sus ojos verdes abiertos de par en par.
-¿Pasa algo, cariño?- se escuchó una voz masculina desde el fondo.
-No, nada.- la mujer entró y cerró la puerta con sigilo.- ¡Keiji!- se cruzó de brazos.- ¿Por esto has querido quedarte en casa estas Navidades? ¿Por un chico que puedes ver cada día de tu vida has renunciado a ir a ver a la familia, que la vez dos veces al año.- quise rebatir, en realidad se veían cada vez que teníamos más de tres días libres seguidos en la escuela, pero creí que la mejor opción era mantener la boca cerrada. Mi chico bajó la cabeza, muy avergonzado.
-Lo siento, madre.- la chica no relajó su expresión.
-Además, ¿y tus pantalones?- tener su mirada puesta en mí me intimidó y mucho.- ¿y tú camiseta? No me gasto mi dinero para que acabe en el suelo de cualquier manera.- dijo, muy enfadada.
-La he doblado y está encima de la cama.- la señora Akaashi comprobó si eso era cierto y, efectivamente, así era.
Hubo un silencio prolongado en la habitación, y una tensión que se podía cortar con un cuchillo, pero por fin, habló otra vez.
-No os excedéis mucho. Keiji, no quiero destrozos cuando vuelva.- salió sin dirigirme la mirada. No parecía molesta porque su hijo fuera gay, o al menos eso esperaba.
-Lo siento.- en cierta manera, había sido mi culpa por distraerle.
-No es tu culpa, y tampoco se lo ha tomado tan mal. Solo espero que no se lo cuente a mi padre.- ciertamente, hasta ese momento nunca había coincidido con sus familiares, y hasta ahora pensaba que era porque no les caía bien o algo así, algo bastante tonto teniendo en cuenta que no nos conocíamos de nada, pero desd ese momento supe que era porque eran demasiado estrictos. También entendí por qué Akaashi siempre daba lo mejor de sí para sacar las mejores notas, todo era por sus padres.
Se terminó de arreglar y yo hice lo mismo. No quería causar más problemas.
-¿Vamos a la azotea?- propuso, con una sonrisa dulce pintándole el rostro.
-¡Por supuesto!- sin lugar a dudas, tenía el mejor novio del mundo.
Actualidad.
-Técnicamente no se lo dijiste.- dijo Kuroo, medio ofendido.
-Pero igualmente se enteró.- Bokuto le sacó la lengua.
-Si es así no vale.- se cruzó de brazos, indignado.
-Por supuesto que sí.- defendió Oikawa.
-Es igual, lo importante es que lo sepa y ya.- dijo Akaashi, y Kenma asintió, dándole la razón.
-¿Y qué es de tu padre?- preguntó Iwa.
-Es otra historia.- el ojiazul sonrió, intentando quitar hierro al asunto. Iwaizumi lo dejó estar.
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Está sin repasar, si hay faltas me lo decís por fi :3.
Hasta mañana con Iwaoi~ ❤️
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Dulce Navidad
RomanceBokuto, Akaashi, Kuroo, Kenma, Iwa y Oikawa se juntan en la casa de éste último para pasar la Navidad, charrando de sus cosas y recondando buenos -y no tan buenos- recuerdos. Cada día de diciembre hasta el 24 subiré una one-shot de alguno de sus rec...