8-12 {Iwaoi}

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-Bueno, si no he oído mal, nos toca a nosotros contar la historia, ¿no?- Oikawa disfrutó el asentimiento de cabeza de sus compañeros.

-¿Cuál piensas contar?- se interesó Bokuto.

-Nuestra primera cita.- la pareja se miraron cómplices. En realidad no era una primera cita como tal, fue cuando quedaron por primera vez, y se dieron cuenta de que se gustaban.

Hace dos años y medio, aproximadamente.

Mi móvil vibró justo cuando salía de la ducha. Era un mensaje de mi amigo de la infancia, Oikawa Tooru. Hubo una época en la que habíamos sido mejores amigos, pero después de que éste se hiciera tan famoso, decidí alejarme. Tanta gente prestándole atención y que a cada lugar que salíamos estuviera siempre rodeado de esas niñas que parece que solo sepan gritar me agobiaba de sobremanera, así que al principio dejamos de vernos todas las tardes, y poco a poco fuimos acabado mandándonos mensajes de vez en cuando y quedando una vez al mes y da gracias, así que ahora me llegara un mensaje suyo era raro.

Me había enviado una foto mediante instagram, de estas que las puedes repetir dos veces y luego ya no las vuelves a ver en tu vida, si no le haces captura antes, claro.

Cuando la vi, me encontré con su cara y un filtro que te ponía mariposas azules alrededor. Había hecho una mueca y, debajo de su barbilla, había un mensaje de texto escrito. Decía: "hace mucho que no sé nada de tí", y era cierto, pues últimamente apenas le había escrito nada, estaba demasiado ocupado con mis tareas y esas mierdas de clase.

Le contesté con un mensaje breve. "Lo sé". Lo justo y necesario.

en menos de un segundo me llegó su respuesta. "Y no te parece mal?". Me tenté en decirle que no, que él tenía su vida por un lado y yo la mía por otro, que nuestra etapa de mejores amigos había llegado a su fin, pero hubo algo que me lo impidió, y a día de hoy todavía no sé a ciencia cierta lo que es.

"No sé qué quieres que te cuente". Me descubrí a mi mismo ansioso, esperando su mensaje. Lo cierto era que echaba un poco de menos insultarle a todas horas, decirle lo paquete que es y después reírme con él, pero obviamente eso no se lo iba a decir, bastante ego tenía ya el chaval.

"Yo que sé. Me han dicho que los de tu clase estáis teniendo una semana difícil". sonreí. La típica de hablar de los estudios.

"Sí, algo así". La verdad tampoco sabía muy bien cómo responderle a eso.

"Tienes que responder siempre con frases cortas? xd". Solté una risita. La verdad es que mis mensajes estaban sonando un poco bordes.

Le mandé un ";)" y él se rió. Si tengo que ser sincero, no quería que la conversación muriera ahí.

"No sé quién será ese pajarito tuyo que te informa, pero tienes razón, tengo una semanita cargada de exámenes". Para mi sorpresa lo leyó al instante. Parece que no era el único que extrañaba a alguien.

"Por qué no me lo cuentas en persona?" Vale, eso sí que no me lo esperaba. Acabé de vestirme antes de entrar en la conversación, no quería que pensara que le había dejado en visto. Aproveché esos escasos minutos para pensar. Lengua lo llevaba bien, con un 5 en inglés me conformaba, y las ciencias, en general, me eran fáciles de aprender, así que si salía por unas horas no me haría daño.

"A dónde quieres ir?". Volvió a contestarme al segundo. No sé si era porque estaba aburrido y quería hablar con alguien o simplemente me echaba de menos.

Es igual, me dijo que me esperaría en veinte minutos en el parque de al lado, osea donde siempre, porque tenía que terminar de hacer alguna cosa que le había ordenado su madre.

Me volvió a sorprender en ese aspecto. Él siempre dejaba las cosas a medio hacer, y más si eran tareas de la casa. Supongo que se estaba haciendo más responsable.

Yo realmente no tenía nada por hacer, así que me senté en el sillón de mi padre y me puse a leer, de nuevo, el temario de inglés. Me estresé un poco, pues el vocabulario estaba compuesto por unas palabras que no había oído en mi vida, y la gramática ya no era un repaso de otros cursos, además, la profesora siempre ponía el nivel más difícil de los exámenes. Yo quería un cinco, pero estaba claro que ese examen me iba a caer.

Memoricé todo lo que pude y cuando ya fue la hora de irse desistí de aprenderme el vocabulario. Era una mierda.

Salí un poco justo de casa, pero llegué puntual al sitio de reunión.

Aquí Oikawa no me sorprendió en absoluto. Yo sabía que si le dices de quedar a una hora, es mejor salir diez minutos después de lo planeado, porque él y la puntualidad nunca se han llevado bien, por eso le decimos que los partidos comienzan media hora antes de lo que realmente comienzan, sino no llegaría a tiempo ni de broma.

En fin, que después de catorce minutos esperando, escuché unos pasos apresurados acercarse a mí. Apagué el móvil y levanté la cabeza para confirmar quién era, y, efectivamente, era Oikawa.

-Perdón por llegar tarde.- ni siquiera se molestó en llegar a mi lado para decirlo.

-Tranquilo.- metí una mano en el bolsillo y me levanté del banco.

Por norma general, los primeros minutos de nuestras quedadas siempre eran iguales; silencios incómodos y conversaciones forzadas hasta que vemos que en realidad somos los mismos de siempre y comenzamos a soltarnos más, y esta vez no iba a ser la excepción.

-Ya sabes, siempre llego tarde porque...

-Te distraen, lo sé.- él negó con la cabeza.

-El que se distrae soy yo, con cualquier tontería.- sonrió dulcemente.

La verdad es que Oikawa era guapo, y tenía una pinta de pijo que no se la aguantaba ni él, pero es que incluso cuando iba en chándal, aunque esa no era la ocasión de ese día.

Siempre tenía el pelo milimétricamente peinado, y aquel día iba con unos vaqueros, una camiseta blanca y una chaqueta negra, lo cual le hacía resaltar su belleza natural, y cuando sonreía era aún peor.

-Bueno, tú tenías algo que contarme.- me recordó, cosa que me descolocó un poco, hasta que me acordé de nuestra conversación por instagram.

-Ah, sí. Te estaba diciendo que mañana tengo un examen de inglés, y que la arpía de la profesora siempre pone el nivel más difícil, sea cual sea el tema.- se sentó en el banco que anteriormente había ocupado yo, y me sentí un poco estúpido, empezando porque yo iba vestido con el chándal del equipo, y él parecía haber salido de una revista de moda, aunque en mi defensa, yo no tenía planeado salir hoy.

-¿A quién tienes?- me miró directamente a los ojos, y en ese momento no supe qué era lo que me hacía ponerme nervioso.

-A la yaya.- era un apodo que toda la preparatoria conocía, y podría jurar que algunos no sabían cómo se llamaba realmente, lo cual no era mi caso, por supuesto que no.

-Oooh, ya. Pues suerte con ella, yo la tuve el año pasado y fue una tortura. Mi nota más alta fue un ocho.

-Já, pues así no me das ánimos.- sonrió, y me dio la sensación de que se veía arrepentido.- es igual, yo con un cinco me conformo.- no perdió la sonrisa de la cara, ni aunque miró para otro lado.

Cuando me encontré a mi mismo escaneándolo por completo, me di cuenta de que puede ser me gustara mi amigo de la infancia, y por su rubor en las mejillas me dí cuenta de que podía ser que él también se sintiera atraído por mí, aunque eso pueda sonar un poco egocéntrico, resolvía algunas de mis preguntas.

Actualidad.

-Pues no te equivocabas, Iwa.- dijo Kuroo.

-Yo no sabía que te sentías así.- saltó Oikawa, ofendido.

-Ya.

-¿De verdad me ves como salido de una revista de modelos?- el azabache se sonrojó y le dio una colleja bien dada, más por vergüenza que por otra cosa, y con la poca dignidad que le quedaba miró hacia otro lado.

-Es tierno.- opinó Kenma, y Akaashi asintió con la cabeza, colocándose mejor entre los brazos de su novio.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora