4-12 {IwaOi}

970 105 19
                                    

-Vaya, les ha vuelto a tocar a ellos.- señaló un poco desanimado Kuroo, quien ya tenía en mente la próxima anécdota que quería contar.

-¡Já! Tenemos la mejor suerte.- se cachondeó Oikawa y se recolocó en los brazos de Iwa.

-¿Cómo era antes de que comenzarais a salir?- recordó Akaashi.

-Es verdad, podríamos contarlo.- el castaño se giró para encarar a su novio.
-Si quieres.- dijo mientras se encogía de hombros. El chico sonrió y volvió a mirar a sus amigos.

Verano de hace 2 años.

Picaron al timbre de la casa de Iwaizumi al mediodía. Gruñendo, se levantó del sofá y fue a abrir. Sus padres habían salido a comer a casa de su abuela, así que estaría toda la tarde en soledad.

No necesitó preguntar para saber quién era. Conocía las horas de visita de Oikawa, y siempre eran las menos oportunas, como la hora de comer.

-¿Qué quieres Oikawa?- comenzó a decir mientras abría la puerta. Como era de esperar, su mejor amigo estaba al otro lado, con una sonrisa radiante en el rostro y una cesta, que parecía de picnic, en su mano.

-¿Por qué no vamos a la piscina?- el pelinegro alzó una ceja.

-Todas las piscinas están cerradas, es la hora de comer.

-Pero hay una que sigue abierta, la he visto.

-Igualmente mira el cielo, no hace tiempo para ir a bañarnos.- el chico le obedeció y se encontró con unas nubes grisáceas tapando el sol. Ni aún así desistió.

-Mejor, así no hay nadie y me podrás subir a caballito sin ningún amargado de turno que nos diga que está prohibido porque molestamos a los demás.- Iwaizumi vio que esa conversación iba para largo, así que se metió en su casa, con Oikawa siguiéndole de cerca.

-Primero,no te subo a caballito porque no quiero, no porque esté prohibido. Segundo, acabo de comer y no me apetece ir a nadar, y tercero, está nublado y no quiero que me entre una hipotermia, gracias.

-Si tienes frío yo te caliento.

-No.- ni siquiera se lo pensó. No quería entrar en los juegos tontos de Oikawa.

-Eres muy seco y muy cruel.

-Tú has decidido ser mi mejor amigo.

-En realidad no quiero ser tu amigo.- murmuró, de manera que Iwa no lo oyera.

-¿Cómo?

-Que así nunca tendrás novio.- se cruzó de brazos.

-Ni lo quiero.- imitó su postura.

-Eso dices ahora.

-Eso diré siempre.

-Ya veremos.- hizo un pequeño puchero. Iwa se acercó a la nevera y cogió un helado.
-¿Quieres uno?- propuso.

-¿Un novio? Para llevar, por favor.- se acercó más a él, recibiendo un golpe en la cabeza.

-Un helado, idiota.

-No, gracias.- contestó, sobándose la cabeza.- me maltratas.

-Te lo buscas.- gruñó.

-¿Entonces vamos a ir o no?

-¿Me dejas acabar mi helado?

-No, tómatelo por el camino.- el pelinegro volvió a gruñir mientras era arrastrado por su mejor amigo. Siempre conseguía lo que quería, el cabrón, y lo peor era que le gustaba satisfacer sus caprichos.

-Como no este abierto me pagas una comida.

-Va a estar abierto, tú confía en mí.- sonrió.

-Siempre que lo hago acabamos mal.

-Que no... Tú hazme caso.- suspiró cansado, pero no dijo nada más. Continuaron caminando, uno al lado del otro, durando dos o tres manzanas, hasta llegar a la supuesta piscina abierta.

-¿Lo ves? Está abierta.- se cachondeó infantilmente mientras abría la puerta y hablaba con el chico de detrás del mostrador para conseguir la llave de la taquilla.

El pelinegro notó cómo el chico desconocido intentaba ligar con su mejor amigo, y se cruzó de brazos, intentando controlar sus celos.

Intentándolo.

-¡Oikawa, apúrate!- ladró.

-Ay que ya voy, jo.- se quejó el castaño mientras cogía las llaves.- te he traído un bañador, porque sabía que te lo ibas a dejar.

-Gracias.

Entraron al vestuario de chicos Oikawa con aires de satisfacción e Iwa con su habitual cara de pocos amigos.

-Te van a salir arrugas.- Iwa frunció más el ceño.

-Lo añadiré a la lista de cosas que no me importan.

-Eres muy borde.

-Deja de llenar mi lista.- el castaño hizo una mueca mientras veía a su mejor amigo entrar en uno de los espacios para cambiarse.

-No sé ni para que me cambio, si no me voy a meter.- murmuró.

-¿Ya estás?

-¿Puedes dejar de ser tan impaciente? No llevo ni un minuto aquí dentro.

-Es que tardas mucho, y se va a llenar de gente.

-Claro, porque como a la gente le encanta bañarse con aire.- dijo con ironía, y era verdad, se estaba levantando el viento, otro motivo más por el cual no deberían de estar ahí.

-Cálla, ya me lo agradecerás cuando estemos relajados en el agua.

Iwaizumi puso los ojos en blanco y salió, encontrándose a un Oikawa enfurruñado mirando la pantalla de su móvil.

-Por fin. Vamos.- lo volvió a arrastrar hasta que encontraron un sitio con un mínimo rayo de sol.

-Esto es una mala idea.- repitió, por enésima vez el mayor.

-Iwa, basta. Vamos a pasar un buen rato los dos, en la piscina, y no nos vamos a morir de frío, por más veces que lo repitas.- al aludido no le quedó más remedio que aceptar que por más que se quejara, no conseguiría hacerle cambiar de opinión, así que se rindió.

Dos días después.

-¡Iwaaaaa!- gritó la voz melosa de Oikawa desde su cuarto,buscando la atención del otro.

-¿Pero te quieres esperar? ¡Me he ido a la cocina, ni que tardara tanto!- le respondió, desesperado.

-!Es que siempre te entretienes!

-¡Deja de chillar, molestas a los vecinos!

-¡Eres cruel!- el pelinegro se lo pudo imaginar haciendo un puchero y cruzado de brazos e involuntariamente rodó los ojos.

Un minuto después acudió a su encuentro, con un cazo de sopa en una mano y un cubo de agua fría en la otra.

-Te dije que era mala idea.

-¿Y para qué me haces caso?- Iwaizumi se preguntaba lo mismo, todos los días.

Actualidad.

Todos se estaban riendo, menos los protagonistas de la historia.

-No tiene gracia. Es insoportable cuando se pone enfermo.- Se quejó Iwaizumi.

-¿A quién se le ocurre semejante tontería?- picó Kuroo.

-Pues a Tontikawa.- secundó el novio.

-¡Oye! En mi cabeza estaba todo muy bien planificado.

-Pero de lo que tienes en la cabeza a lo que sale hay una gran tramo.- opinó Kenma, y Bokuto asintió a sus palabras como si hubiera entendido a qué se refería. Se había perdido la anécdota por ir a discutir con el pizzero porque no se podía pedir una pizza sin la masa. ¡Que decía que eso no era pizza! Que cabeza hueca.

Dulce NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora