Bajo las escaleras con el libro en la mano, estoy volviendome a leer cumbres borrascosas.
Si, soy repetitiva pero es mi libro favorito.
—Te vas a caer si bajas las escaleras leyendo— dice Ivar.
Si, Ivar. Aunque haya pasado casi una semana desde la transformación el muy capullo se niega a irse. Le dió igual tener un morado en la cara, se quedó poniendo de excusa que era uno de los mejores luchadores.
No sabéis la ilusión que me hizo verlo la mañana siguiente con el labio partido y un moretón en la barbilla. Se lo merece por capullo.
Le ignoro siguiendo mi camino, pero se que me sigue debido a que la intensidad de su olor sigue igual y por que oigo sus pasos detrás de mí.
—Vamos Eileen. Ha pasado una semana. Perdoname, me comporte como un capullo— dice intentando coger mi mano, pero se la cojo yo antes y se la retuerzo haciendo que haga una mueca.
—No sabes bien lo capullo que eres. Ahora déjame en paz, tengo cosas que hacer.— digo antes de soltarle y seguir mi camino leyendo.
—Te puedo ayudar. Déjame ayudarte— insiste
—No necesito tu ayuda
—¿no vas a perdonarme?
—No
—Joder, estaba con la cabeza en otra parte. Cuando una loba se transforma por primera vez los lobos nos volvemos un poco locos... Ya sabes— dice incómodo, de inmediato me paro.
—¿Cómo has dicho?— le pregunto curiosa.
—¿No lo sabes?— me pregunta confundido
—¿Tendría que saberlo?
—Hombre, deberías haberlo sabido o haberlo supuesto...
—Explicamelo todo— le exijo seria.
—Bueno, es normal que se haga. Casi siempre se hace... — dice incómodo.
—Habla maldita sea— gruño furiosa, no entiendo porque da tantos rodeos.
—Tu hermano me va a matar... —murmura, y de inmediato la sangre me hierve aún más— Normalmente, cuando la loba se va a transformar y no tiene mate, pues ella y los machos que no han encontrado a su mate, pues hacen una ¿ceremonia? No sé cómo explicarlo... La loba escoge al mejor de los lobos que corren con ella, o al que más le gusta... Y pues ya sabes— murmura sonrojándose un poco.
—Malditos depravados— gruño con mi tono de alfa.
—Es una costumbre
—¡Me da igual!— gruño furiosa echando a andar al patio, donde estará mi hermano
—Eileen, no hagas....
—Callate, Ivar. Porque como digas una maldita palabra más te juro que te corto las pelotas y se te las tragas— le aviso muy cabreada haciendo que se quede pálido—Perfecto, ahora déjame solucionar un par de cosas— molesta retomo mi camino por los pasillos de la planta baja hasta llegar al salón donde están Nicolae y Andrea hablando.
—Eileen, ¿que...— comienza Nicolae, pero mi mirada le hace callar de inmediato
—Espero que no tengas nada que ver— le advierto sin pararme antes de salir al patio encontrándome con mi hermano y unos cuantos lobos a los cuales está entrenando.
—Eileen, ya era hora de que bajaras, la puntualidad es lo primero— me regaña
—¡Eres un maldito gilipollas!— le grito llamando su atención haciendo que se gire a mirarme.
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Mi ángel de ojos azules
RomanceAnteriormente Mi profesor. Según dice Aristóteles, el amor es un alma que habita en dos cuerpos. Según William Shakespeare, el amor no mira con los ojos, sino con la mente. Según nuestra protagonista, Teresa, un infierno del que quiere escapar para...