XXIV. Vuelta a casa

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—Os va a encantar el lugar, estamos en una urbanización llena de lujos y con la máxima seguridad. Tendréis un jardín entero para practicar vuestras técnicas de lucha, un gimnasio, una piscina... Hay de todo— dice emocionada mientras yo no dejo de observar las enormes casas, mejor dicho mansiones, que están en la urbanización de la casa de Andrea

—Los vampiros sois demasiado ostentosos ¿no crees?

—Ay no seas así, que a vosotros os guste vivir sin casi ninguna comodidad no significa que el resto no queramos disfrutar de los placeres mundanos.

—No vivimos sin ninguna comodidad, vivimos con lo necesario. — se defiende Ed, a él nunca le han gustado mucho este tipo de lugares.

—Bueno, dejemos ese tema para otro momento. ¿Cómo se llamaba tu padre?— la pregunto para cambiar de tema.

Obviamente se la respuesta, las clases intensivas de Ed no solo eran respecto a los licántropos sino también sobre los vampiros. Y obviamente me habló de Nicolae Petrova, uno de los 5 vampiros mayores.

Aparte de ser uno de los más antiguos de su especie, se le conoce por sus hazañas en las primeras guerras entre licántropos y vampiros. Aparte de conseguir la paz entre ambas especies por un tiempo fue uno de los mejores generales que tuvieron los vampiros.

—Nicolae, me lo has preguntado como cinco veces ya— dice divertida

—Ya sabes como soy con los nombres— miento intentando no reírme al ver que se lo cree

—Ya, pues no te queda nada, tendrás que saberte todos los nombres de los alfas antes de ir a verlos— dice soltando un suspiro— todavía me acuerdo de cuando mi padre me obligó aprenderlos todos porque hizo una fiesta en casa— dice soltando un suspiro— Me acuerdo que ese día conocí a vuestros padres, vuestra madre estaba embarazada de ti, si no recuerdo mal— señala a ed para que sepamos que se refiere a él

—Eso es imposible —digo divertida.

—No amiga, los vampiros de nacimiento crecemos un poco más despacio ya sabes. Este año cumplo 25 — dice emocionada

—Eres una maldita vieja— digo divertida antes de preguntar la:—¿Los conocistes?— pregunto curiosa, esta asiente y me sonríe de oreja a oreja

—Si, me acuerdo que me pase casi toda la noche con tu madre, era muy guapa, se parecía mucho a ti la verdad. Estaba muy emocionada, la quedaba un par de semanas para dar a luz... Tu padre, dios, ese hombre imponía bastante. Era enorme y sus rasgos eran bastante duros y marcados, pero en cuanto miraba a vuestra madre todo cambiaba, y se volvía como un niño pequeño— dice sonriente

—Si... Me acuerdo de eso— murmura mi hermano con aire melancólico.

—Me hubiera encantado conocerlos...— murmuro con lágrimas en los ojos.

Mi hermano y yo ya no tenemos a nadie.

Ed me dijo el día que llegamos a Francia, que nuestros padres adoptivos, los mataron en nuestra busca. Cuando ed les llamó y se lo dijo, no dudaron ni un segundo en quedarse allí para poder distraer les y así poder tener tiempo para que me recuperase y poder escapar de ahí.

—Ellos estarían muy orgullosos de ti...— murmura mi hermano abrazándome dejando que llore en su pecho, todavía no me creo que mis padres están muertos...

—Echo de menos a mamá y a papá— murmuro recordando todos los momentos juntos, cuando eramos pequeños. El primer día de escuela, los cumpleaños...

—Lo sé... Yo también les echo de menos— murmura acariciándome la espalda, como todas las veces que me acuerdo de ellos.

—Te juro que pagarán por todo lo que han hecho—me asegura Andrea dándome la mano, asiento y me recompongo al ver que ha parado el coche.

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora