Capítulo X
Hoy ya es lunes, la semana acaba de empezar, y aunque debería estar descansada después del fin de semana, estoy agotada. Agotada porque me he pasado esos dos días con Andrea, llorando, sin querer salir de la cama.
Pero, hoy no voy a seguir llorando. No voy a dejar que vea que sus palabras me hicieron volver a caer en el hoyo en el que estuve este verano. No voy a dejar que me vea así.
Por lo que lo primero que he hecho esta mañana, es tapar con corrector las ojeras e intentar animar mi palidez con algo de colorete.
Una vez que veo que la hora del comienzo de las clases se acerca, salgo corriendo de la habitación con la mochila en el hombro, rezando por no llegar tarde, ya que, si mi memoria no me falla, me toca ahora con Richard, el profe de mates.
Pero, me falla. Y de qué manera, porque lo primero que veo al entrar a clases, es a él, sacando unos papeles de su maletín.
Rápidamente me recompongo y aparto la mirada de él, para dirigirme a mi pupitre junto a Andrea, la cual me mira preocupada, hasta que al verme sonreír se tranquiliza.
—¿Estás bien? — susurra, para que nadie escuche, en concreto él. Que ahora me mira sin ninguna emoción en su rostro.
—Perfectamente— miento con una sonrisa, volviendo mi mirada al frente.
—Buenos días.
—Buenos días— decimos todos al unísono a la vez que no ponemos en píe.
—Podéis sentaros— dice apartando su mirada de mí para clavarla en sus papeles. Mejor. — Hoy comenzaremos con el siguiente tema, y, dentro de una semana tendréis el examen— nos explica, haciendo que más de uno suelte un suspiro y se queje— No os quejéis tanto, esto lo distéis el año pasado, lo tendríais que saber ya— dice divertido intentando parecer divertido.
—Ya, eso dicen todos— digo sin importarme mucho el volumen de mi voz, haciendo que más de uno se ría.
—Tía...— me reprende Andrea, haciéndome rodar los ojos bajo la mirada molesta de Axel.
—Es imposible que me haya oído, y si lo ha hecho me da igual— digo sincera, haciendo que me mire nerviosa antes de desviar la mirada a Axel.
—Hoy repasaremos, pero el próximo día tenéis que entregarme estos ejercicios— dice comenzando a repartirlos por las filas de adelante— Contará para nota, así que hacerlos bien— nos aconseja, segundos más tarde, llega a mi zona, y cuando me tiene que dar los ejercicios, coge las hojas de abajo en vez de las de arriba, ya que esa tiene un pósit que me hace mirarle mal.
—Gracias— dice Andrea, captando su atención para que así deje de mirarme suplicante, por lo que pasa a la siguiente fila, mientras yo desvío mi vista al maldito pósit.
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Mi ángel de ojos azules
RomanceAnteriormente Mi profesor. Según dice Aristóteles, el amor es un alma que habita en dos cuerpos. Según William Shakespeare, el amor no mira con los ojos, sino con la mente. Según nuestra protagonista, Teresa, un infierno del que quiere escapar para...