XXVIII. Padre

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Narra Axel.


—No, no, no. Teresa no te vayas— la pido acercándome a ella, pero me levanto de la cama lleno de sudor y con la respiración acelerada.

¡Maldita sea!

Miro el vendaje de mi abdomen, está manchado de sangre, seguramente se me haya abierto un poco la herida. Con cuidado me levanto y me encamino al armario para coger un pantalón y una camiseta, justo cuando se abre la puerta.

—Axel, no deberías levantarte, se te va a abrir la herida— dice mi mujer acercándose claramente preocupada, pero no puede importarme menos.

Si que es verdad que la herida fue grave, me ha dejado un par de días en cama, pero tengo que ir a hablar con mi padre.

—Me da igual— digo seco poniéndome la camiseta para que no vea la mancha en el vendaje

—¡Estoy harta de que me hables asi!— dice molesta llevándose la mano al vientre que está bastante abultado debido al embarazo— Desde que descubristeis a esa moonlight estás irascible, se que es un tema delicado para ti... Todo lo que esa familia hizo a tu madre... Y saber que ha estado en casa... Tiene que ser horrible para ti. En cuanto atrapeis pagará por lo que os hizo, esa bastarda no pue

—Ni se te ocurra hablar mal de ella— gruño sin pensar, provocando que me mire confundida.

—¿Como has dicho?

—Nada, déjame en paz. Simplemente no me apetece hablar de ella y punto— molesto, salgo de la habitación dando un portazo sin darla tiempo a rebatir me. Me llevo la mano a la herida por la punzada de dolor provocada por el gesto pero sigo mi camino por los pasillos.

—Papá— me llama Alan desde el salón, suelto un gruñido y le ignoro saliendo de casa, pero le oigo seguirme— Te estoy llamando— se queja

—Tengo cosas que hacer— digo caminando hacia la casa de mi padre

—¿Vas a ver al abuelo?— asiento— Tienes que convencerle de dejar a Tess, si me dejas hablar con él tal vez pueda convencerle...

—¿Y qué le vas a decir? ¿Que la quieres?— digo burlón y molesto sin pararme

Estoy harto de esta situación.

—Si, además conozco a Tess jamás haría algo contra mí.— dice seguro haciendo que suelte a reír a carcajadas y que me duela la herida por ello.

—Deja de decir tonterías, a ella no le importas. Vamos no podrías importarle menos. Olvídate de ella— digo volviendo a mi caminata, pero no me deja en paz.

—Tu no sabes nada de ella. Si la conocieras no estarías dirigiendo su búsqueda, porque habrías convencido al abuelo— dice molesto, haciendo que me ría

—Porque la conozco y sé cómo es, dirijo las negociaciones. Intenté convencerle mucho antes de que todo estallara, y no funcionó. Y te aseguro que tengo muchos más motivos que tu absurdo enamoramiento— digo subiendo las escaleras del porche de la casa de mi padre

—¿Y se puede saber cuales son?— gruñe molesto por mi comentario

—No te incumben, ahora fuera de aqui— digo abriendo la puerta y entrando con el detrás de mí

—No me iré hasta que hable con él— dice adelantando me, ruedo los ojos y le sigo por detrás hasta llegar al despacho.—Abuelo, necesito hablar contigo

—¡Alan!— dice dejando todos los papeles sobre la mesa para acercarse a abrazarle, pero se aleja en cuanto me ve.—Axel, deberías estar en cama— me regaña

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora