XLVI. Helado

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—¿Estás bien?— me pregunta mirándome con esos zafiros que me vuelven loca, sonrió y me incorporo para besarle rápidamente.

—Mejor que bien— digo acariciando su mejilla admirando su rostro.

¿Cuánto durará esta paz? ¿Cuando tendremos que volver a vivir escondidos?

Con su ayuda me incorporo y sacudo mi falda la cual tenía algunas briznas de hierba, mientras Axel se transforma para llevarme a casa, me imagino. Una vez termina me subo sobre su lomo y abrazo su gran cuello cubierto de una mata de pelo negro espeso y suave, que me hace inclinarme para apoyar la cabeza sobre ella mientras cierros los ojos, dejandome llevar.

Tras un par de minutos, en los que disfruto de la sensación, llegamos a la pequeña cabaña, que ahora es nuestra casa. Me bajo y camino hacia la entrada, pero al ver que Axel no se transforma, me imagino que querrá ir a por el coche.

—Ve, te espero aquí— digo con una sonrisa antes de abrir la puerta al verle correr por la misma dirección por la que hemos venido. Una vez entro a la cabaña, me sorprendo de nuevo por ver cómo está el interior.

Es tan bonita...

Voy a mi armario para cambiarme de ropa, y decido ponerme algo cómodo, un pantalón corto de chándal y una camiseta de manga corta que al ser tan grande cubre por completo el pantalón. Me acerco a las estanterías que hay en la pared que se encuentra a un lateral de la cama y leo los títulos que se encuentran en ella.

Entre ellos se encuentran los libros que tenía en mi habitación, pero otros me imagino que son de Axel. Cojo uno en especial, y acaricio su portada, recordando todo lo que hablamos en su despacho. Camino hacia el sofá y dejo el libro planeando leerlo más tarde y camino hacia los dos únicos electrodomésticos de nuestra cocina, totalmente desierta, el frigorífico y el microondas el cual descansa sobre una mesa plegable la cual me sorprende que aguante su peso ya que se ve muy endeble.

Abro el frigorífico, y me encuentro con un montón de tapers de cristal con comida. Cojo uno el cual según la etiqueta, contiene algo llamado Poke, junto con una pequeña nota.

Recuerda aliñarlo con aceite y la crema.

Abro el taper curiosa, encontrándome con un montón de verduras, y con algo de pescado. Sonrió y cojo un trozo de salmón antes de cerrarlo y volverlo a dejarlo en la nevera.

Eso lo pruebo hoy, tiene una pinta buenísima. Cotilleo un poco más y veo algún que otro plato que conozco como una tortilla de verduras, cremas, y demás. Cierro la nevera y me acerco a mi escritorio, el cual tiene un portatil el cual no me había dado cuenta que había.

¿Me ha comprado un portátil?

Me siento en la silla y cotilleo los cajones, en los cuales están todas las cosas que traje al internado, junto con otras cosas que antes no tenía, como otro paquete de folios y un par de bolis más. Cierro los cajones, y decido abrir el portatil, pero la puerta se abre, por lo que me levanto a ayudar a Axel con la mochila.

—Hola— dice besandome castamente cerrando la puerta tras de él. Me tiende mi mochila y la dejo sobre la mesa.—¿Vas a empezar ya a estudiar?— me pregunta caminando hacia su escritorio el cual está al otro lado de la chimenea, para dejar su maletín.

—Bebería...— murmuro sacando los apuntes de Alan junto con mi estuche— ¿Tú que harás?— pregunto curiosa, nunca he sabido que hace un profesor cuando está en su casa.

—Pues tengo que buscar un par de ejercicios para mañana y corregir unos exámenes de los de cuarto...—me explica caminando hacia el armario para sacar los pantalones de franela junto con una camiseta blanca.

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora