XXVIII. Pelea

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—Eileen, ya hemos llegado— me llama mi hermano moviéndome un poco para despertarme

—Genial, me duele el culo de estar tanto tiempo sentada— murmuro antes de bostezar

—Te entiendo, tenemos apenas cinco minutos para que empiece la reunión, pero después pasaremos aquí la noche y creo que saldremos mañana a la tarde, así que podrás descansar— dice con una sonrisa antes de salir del coche.

Cojo los tacones del suelo y me los pongo al igual que me quitó la camiseta que tenía para ponerme una blusa que tenía colgada ya que no quería que salieran arrugas. Benditos cristales polarizados que te permiten hacer estas cosas en medio de la calle prácticamente.

Cuando estoy lista salgo del jeep y con dos hombres detrás mía voy a la entrada del hotel.

—Señorita, los alfas ya están arriba— dice Dimitri, asiento y me meto en el ascensor con ellos detrás mía.

—Última reunión— murmuro a modo de mantra antes de que se cierren las puertas del ascensor.

(...)

—Gracias por venir todos— digo con la mejor de las sonrisas levantándome de mi asiento, ellos por educación se levantan— Dentro de un par de días tendréis noticias nuestras.

—Alfa, un momento.— dice un muchacho, es el hijo de uno de los alfas

—No soy alfa— digo divertida cuando llega a mí— Podemos hablar de camino a mi habitación, estoy agotada— digo con total sinceridad haciendo que se ría y que asienta.

—No hay problema. No voy a tardar más de cinco minutos, se lo aseguro

—Tuteame, tenemos prácticamente la misma edad— le sonrió divertida, los lobos son demasiado respetuosos a veces.

—Lo siento, es la costumbre. Solo quería pedirte que me aceptaras en tu guardía. Sería un gran honor cuidar por el bienestar de la próxima alfa de la manada moonlight.— dice mientras caminamos.

—No creo que sea lo más adecuado, serás el próximo alfa de tu manada, necesitas aprender. Además ya tengo dos personas que me protegen...

—Si, pero son vampiros...— dice un poco a mala gana, me paro frunciendo el ceño. Pensaba que la desconfianza entre vampiros y lobos había desaparecido, pero ya veo que no.

—Estos mismos hombres me sacaron del internado donde me iban a matar, salvándome la vida. Te aseguro que son completamente de fiar— le pongo la mano en el hombro— Ve con tu padre, aprende como ser un alfa. Y recuerda que los vampiros, una vez fueron nuestros enemigos, pero ya no. Los tratados se firmaron por y para algo.

—Si, alfa— dice un tanto avergonzado antes de darse la vuelta e ir en busca de su padre.

Sin pensarlo dos veces me quito los tacones blancos y retomo el camino a mi habitación.

Estoy muerta.

Por lo menos no queda mucho para mi habitación. Pero de repente mi piel se pone de gallina justo antes de que suene algo detrás mía. Me giro y veo el pasillo desierto.

No está Dimitri...

Sigo caminando por el pasillo, esperando llegar lo antes posible a mi habitación, pero vuelve a sonar el mismo ruido pero más cerca. Me vuelvo a girar pero no veo nada.

—¿Hay alguién ahí?— asustada doy un par de pasos de espaldas, pero justo cuando voy a girarme me tapan la boca con una mano dejando mis gritos amortiguados.

Mi ángel de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora