Capítulo 02. Blanchard.

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Hasta el peor infierno se convierte el paraíso cuando eliges estar con el demonio correcto. —Tumblr.



Nathaniel Blanchard

— ¡Mierda! —mascullo cuando recibo el golpe que me lleva al suelo. El estúpido de Miracle sonríe feliz por haberme lastimado.

—Después de todo no tiene sangre azul, su majestad. —Se burla de mi cuando escupo la sangre sobre la lona del ring.

Llevamos en este combate ya unos diez minutos y Miracle ha sido el único capaz de soportar mis golpes y además de ellos regresarlos.

Escupo la sangre y me levanto dándole dos golpes que lo hacen retroceder. La victoria se desliza fuera de su alcance cuando me canso de ver su sonrisa.

La lucha cuerpo a cuerpo es algo que toda criatura debe de aprender a manejar. ¿Pero un cuervo? Un cuervo debe ser perfecto.

Mi nombre es Nathaniel Blanchard, cuervo del ejército de Morrigan y heredero del trono de las nueve olas. Eso antes de que renunciara a tal deber años atrás.

Los cuervos somos la fuerza más extensa y efectiva en cuanto a la protección de las criaturas. Nos encargamos de aniquilar cualquier criatura de sangre sucia que amenace con la naturaleza pura de nuestra raza.

Hago parte del pelotón americano desde hace ya tres años. Estudie en casa toda mi infancia hasta que renuncie a mi herencia y me acabe estudiando en Allerton Castle, donde las normas y las etiquetas estaban solo cuando convenia. El castillo que una vez fue el hogar de una gran familia de druidas se había convertido en el internado de los rebeldes ya hacia un tiempo.

Mi madre no estaba muy feliz con mi decisión, pero siempre he sido la clase de persona que impone sus propias reglas. Así que estuve cursando el bachiller en el castillo Allerton hasta que mi hermana menor falleció y nuevamente cambié de aire, esta vez llegando a Nueva York.

Terminé mi último año en la academia Tryon, y unos días después de mi graduación me uní a los cuervos. Donde mi apellido no hizo nada por mí, los americanos no respetan la dinastía como los europeos. El respeto se gana, y vaya que tuve que demostrarlo durante meses donde tuve que pelear una y otra vez donde me apuñalaban, pateaban, quemaban y ahogaban sin descanso.

En el presente las cosas son muy diferentes. Soy el cuervo con mayores logros y con solo dos derrotas a diferencia de los cientos de soldados con los que he marchado.

Eamon Miracle me intenta taclear, pero falla en el intento cuando golpeo su espalda con mi codo y lo mando al suelo con un rodillazo en el abdomen.

— ¡Tiempo! —el entrenador anuncia y mis compañeros aplauden y silban mi logro. — ¡Quinta victoria de Blanchard en el día!

Le tiendo la mano a Eamon y este la toma con una mueca, desde acá escucho como sus costillas se quejan de los golpes.

—Un día de estos vas a matarme, Blanchard.

Ladeo una sonrisa.

—Si te acostumbras a subestimarme, te quedaras siempre en el suelo, E.

El entrenador Dormer se acerca a mí con un pin en forma de cuervo plateado.

—A este ritmo pediré que comiencen a tallarlos con tu nombre incluido. —suelta sarcástico.

—Solo es suerte. —me pongo recto con las manos juntas detrás de mi espalda en señal de respeto.

El ríe y niega poniéndome el pin en el pecho, justo sobre mi corazón.

—Tu abuela te daría una paliza por querer ser humilde.

Almas Gemelas © LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora