Capítulo 18. Historia y Ofrendas.

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Capítulo dedicado a Clarita.


Carrigan

El funeral termina revolviendo mi estómago. Al entrar en primavera los árboles muestran una belleza tintada de rosado y purpura mientras muchos pétalos caen agrupándose alrededor de los árboles. Una belleza nostálgica.

Aun no puedo entender como ha pasado. Arthur estuvo en todo momento callado y perdido en sus pensamientos. Quise acercarme más de una vez, pero las advertencias de Clarke y Nicholas no me abandonaban.

Nathaniel no había venido conmigo porque si veía a Albert Cowen habría otro funeral. Lo cito textualmente.

Así que mi novio se había ido a su hogar mientras se encargaba de unos asuntos de Nueva York. Supuse que era algo referente al ejército de Morrigan, pero no hice preguntas. Todo lo que había hecho había torturarme una y otra vez con la horrible imagen del ente protector desgarrar la carne sobre mis costillas.

—Esto es horrible. —expresa mi hermana menor.

—Un funeral jamás es hermoso. —comento cruzada de brazos, el saco de gabardina de Bailey arropaba mi piel. A pesar de haberlo lavado en varias ocasiones, Aldara se había encargado de verter una poción que hacía que el olor de mi amiga quedara siempre en el.

—El de Bailey lo fue... —suspira mi hermana. —Estamos malditos.

—Ya lo creo. —musito mirando a Cowen que está al otro lado del panteón hablando con los padres de la fallecida.

—Ya déjalo. —habla Jack llegando a mi lado. —No hay nada que puedas hacer, y lamentablemente tampoco lo merece.

— ¿Están seguros de que ha sido cosa de Cowen? —le pregunto en voz baja, Jack no me mira pero asiente.

—Mejor volvamos a la fortaleza de tu novio, no es seguro que estemos por aquí expuestos. —dice Nicholas serio.

—Vale. —asiento notando como todos los lobos me rodean cuando Albert Cowen camina en nuestra dirección.

Los lobos forman un triángulo.

— ¿Hay prisa como para no quedarse? —pregunta.

Los chicos no emiten sonido ni se inmutan, incluido Jack quien se mantiene a mi lado con Galia a su otro costado. Acacia nos mira y luego sonríe. No entiendo por qué lo hace, pero lo ignoro.

—Mm, debemos irnos. —sigo confundida pero luego miro al director con desconfianza. —Después de todo lo sucedido, mejor mantenerse cada uno en su sitio.

El señor Cowen se intenta acercar, pero Nick y Clarke se interponen.

— ¿Algún problema muchachos? —inquiere con el mentón alzado, intentando en vano disimular su descontento.

—Señor Cowen, mejor vuelva con los suyos. —habla Galia. —No queremos otro problema más.

—Meses atrás venias a mí como un amigo más. —me mira. —Y aquí seguiré cuando lo necesites.

Sus palabras me incomodan y a la vez me molestan.

Inocentemente confié en él cuándo no sabía absolutamente nada.

—Gracias, pero no creo que necesite de un mentiroso. ¿Cierto primo?

Doy un último vistazo y veo como Arthur alza la mirada cruzándola con la mía. Y es triste, porque cuando recién nos habíamos conocidos había sentido muchas cosas por ese par de ojos café oscuro.

Pero ahora, solo sentía pena por ver en quien se había convertido. Los Fundowns lo terminarían acabando y no estaba en mí hacer algo. Una parte de mi quería ayudarlo, pero siendo consciente de que no puedo poner el dolor de otros por sobre el mío, Arthur no merecía mi compasión, ni antes, ni ahora ni nunca.

Almas Gemelas © LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora