Nathaniel
—Aun no le encuentro el chiste a esto. —masculla mi hermano quien se abraza a sí mismo.
Sí, hacía bastante frío en la montaña, los copos de nieve caían sin compasión cubriendo por completo el camino de tierra mientras nosotros caminábamos, unas con más facilidad que otros.
—Es tradición. —sonríe Nick. — ¿A quién planeas atrapar?
—No le pegaré a ninguna persona ¡La mayoría son niñas! —sacude la antorcha que llevaba con molestia. Al igual que todos.
La montaña estaba cubierta por capas de nieve, sumida a su vez en oscuridad, de no ser por el fuego que todos sosteníamos.
—Todos los que están presentes están esperando por ser azotados. Tampoco es como que las vayamos a matar. —sonríe Clarke. —Hace años que no solo las mujeres con la presa. —se encoge de hombros.
—Son unos cavernícolas. —vuelve a quejarse mi hermano. — ¿Cómo es que Carrigan accedió a esto? —me mira con sospecha.
Recuerdo a mi novia entre mis piernas como siempre, curiosa y sin ánimos por quedarse con la incógnita.
—Tenemos un trato. —me encojo de hombros, pero no puedo evitar la sonrisa que brota de mis labios recordándolo.
—Sucios pervertidos. —se queja. —Pensé que estaría escandalizada.
—No la conoces. —se ríe Clarke. Yo lo miro mal, el presiona los labios y mira hacia el frente silbando. —Hace frio esta noche, ¿cierto?
Nicholas suelta una carcajada.
—Cuidado ex rizos de oro, o te va doler la paliza que te van a echar. —se burla el americano mitad danés.
Me sorprende que Carrigan no lo haya notado antes, esos genes son demasiado europeos.
Clarke bufa.
—No gracias, aprecio mi vida.
Seguimos con la caminata hasta que Alonso Carvajal indica que hemos llegado. Miro la enorme cueva frente a nosotros. Agradezco que este lugar esta al otro lado de mi refugio, aunque este protegido por la magia de Bailey Grey la magia no es igual de fuerte cuando una criatura fallece.
La idea se queda en mis pensamientos... ¿Cómo es que el hechizo sigue activo después de su muerte?
Dejamos las antorchas a un costado y entramos. Al menos se siente la temperatura más alta.
Debido a mi naturaleza, mantengo siempre con una temperatura baja, eso hasta que hay cambios de emoción como enojo, lujurioso o cuando estoy con Carrigan, donde parece que tengo fiebre de cincuenta grados.
Alonso Carvajal lucia la cabeza de un ciervo, cubierto por un manto de pieles mayor al nuestro, quienes íbamos casi desnudos. Este año era el jefe.
Se posa al frente mientras nos juntamos a escucharlo.
Solo había participado en esto a los dieciséis años. Aunque era divertido, no era mi estilo. Algo que, si llamaba mi atención, era el hecho de ver una que otra mujer entre nosotros, algunas cubiertas con pieles y otras con los pechos afuera. Cada vez mas me sorprende lo libertinos que se han puesto.
La última persona entra dejando su farol y se posiciona a mi lado.
— ¿Hablaste con ella?
Jack se cruza de brazos con la vista al frente.
—Debemos confirmar mañana. —contesto.
—Oye, no me importa cuál es su rutina, pero todos sabemos cuan sensible se vuelve tu novia cuando le ocultan algo. Me recriminó a mí, se dejó de hablar con sus amigos durante días y a Arthur casi lo mata física y emocionalmente—se cruza de brazos. —En más de una ocasión... ¿Seguro de que quieres ir por ese camino? —me hecha un leve vistazo antes de volver la vista al frente.
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Almas Gemelas © LIBRO 2
FantasyTrilogía Criaturas Oscuras. Almas Gemelas. Libro 2. "Almas unidas por un hilo, atadas por el destino" El mundo de las criaturas nunca ha sido un mundo lleno de normalidad, cada día todo puede pasar en el mundo sobrenatural. Y Carrigan lo sabrá mejo...