Venus había estado más de una hora esperando a que Adhara apareciese, pero ella no había llegado y ya se había hecho tarde. Debía regresar a casa antes de que su familia comenzase a preocuparse y a hacerse preguntas.
Se sentía mal y algo confusa. No entendía por qué su amiga no había respondido a sus mensajes ni por qué andaba tan desaparecida. Adhara siempre había sido un ser libre e independiente, pero una cosa era eso y otra no dar señales de vida.
Cogió aire y entró en casa. Mañana volvería a intentar ir a casa de Adhara si esta no aparecía por ningún lado.
Subió las escaleras y caminó hacia su cuarto hasta que vio a Damián entrando en el suyo. Entonces las palabras de la madre de Adhara resonaron en su cabeza y sintió como una punzada oprimía su estómago. ¿En verdad estaba dispuesta a perder a Damián?, ¿a renunciar a él? Quizá no podían estar juntos, pero él había sido su mejor amigo, su alma gemela. Esa persona que sabía cuando estaba mal incluso antes que ella misma. Que con su sola presencia lograba sacarle una sonrisa. Que le tranquilizaba y le hacía sentir segura. Su confidente, su aliado, su inseparable compañero... En resumen, su fuerza y su armadura, pero también el único con el cual mostrarse vulnerable y aquel capaz de hacerle ver la realidad.
Tocaba ser valiente y luchar por conservarlo en su vida. Ya fuese como amigo, como hermano o como lo que fuese. Se armó de valor, tocó la puerta y abrió sin esperar respuesta. No quería echarse atrás ahora que se había decidido.
Damián le miró con evidente confusión.
—Tenemos que hablar.
Nada más decirlo, Venus se dio cuenta de que había empezado de la peor manera, pero ya no había vuelta atrás.
—No es un buen momento —respondió él para sorpresa de ella.
Esa frase ofendió a Venus. ¿Ella se esforzaba por mantenerle en su vida y él le echaba sin siquiera saber por qué estaba allí?
—Pues va a tener que serlo.
—Venus, en serio, no estoy para juegos ahora.
—¡No es un juego, joder, Damián! ¿Tanto te cuesta darme unos minutos de tu ocupada vida? —preguntó con evidente tono burlón y molesto.
—Venus, las cosas no son siempre cómo y cuándo tú quieres.
—No, son cómo y cuándo el señorito quiere, ¿verdad?
Damián cogió aire y trató de mantenerse frío.
—Venus, de verdad, ahora no.
—¡Joder, eres increíble!
Él se acercó y Venus notó cómo su respiración se aceleraba al sentirlo así, pero, para su sorpresa, no se acercaba a ella. Tan solo alargó la mano para coger unos papeles que estaban en la mesa. El sentir que él le prestaba tan poca atención cuando ella quería abrirse en canal con él, le hizo volverse loca y con toda su furia le arrebató los papeles.
—¿En serio?, ¿esto es lo que te importa tanto? ¿Tan importante es esta mierda que no puedes prestarme atención un segundo? —chilló ella zarandeándolos.
—Venus, dámelos.
Se notaba que la situación no le estaba gustando nada al chico. Su mandíbula se había tensado y la vena de su cuello se marcaba palpitando. Pero aun así, Damián luchaba por contenerse.
—¡Eres increíble, de verdad! No te importamos nada el resto. Tú siempre puedes salir a flote y fingir que no pasa nada, que todo está bien —Rio de forma triste—. Pues, ¿sabes qué? Que te felicito. De verdad, enhorabuena por tu mierda de falsa vida. Espero que te aproveche —Suspiró—. Espero que te merezca la pena todo esto.
—Venus, dame los papeles —insistió Damián esta vez con la respiración agitada.
—¿Esto?, ¿esto es lo que te importa? —Chilló.
Y antes de que Damián pudiese arrebatarle esos papeles con toda su furia, Venus logró leer el principio de ese documento y su cara comenzó a palidecer.
—Yo... No, no sabía... Damián... —Fue lo único capaz de articular con el rostro desencajado.
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Arriésgate
Teen FictionCONTINUACIÓN DE MÍRAME Ha pasado casi un año desde que Venus partió de España rumbo a Estados Unidos. Durante este tiempo, la joven ha luchado por descubrir quién es realmente, pero si creía que Elena le permitiría que lo siguiese haciendo lejos de...