Una divertida sonrisa se dibujó en el rostro del joven nuevo profesor.
—¿Estás celosa, McGonagall?
—Por supuesto que no —se apresuró a contestar Venus—. Y te he dicho mil veces que...
No terminó la frase. ¿Para qué? Se lo había explicado mil veces y él seguía insistiendo en llamarla así.
El resto, al ver que Venus conocía al nativo, se acercaron para saber más de él y comenzaron a escuchar como ambos conversaban fluídamente en inglés.
—¿De qué conoces al buenorro? —preguntó Nisa en español entre dientes.
Venus se giró hacia Anisa.
—Nisa, Madoc entiende perfectamente el español.
—Vale, ¿y bien? —insistió sin ningún pudor de que el chico le hubiese entendido.
Esa reacción hizo que Madoc comenzase a reírse entre divertido y alagado.
—Me gustan tus amigos —indicó cambiando la conversación del inglés al español.
Venus negó con la cabeza. ¡Claro que le gustaban! ¿Cómo no iban a hacerlo cuando le subían su grandioso ego?
—¡Eh, tú eres el de la toalla! —exclamó Mateo repasándolo al milímetro— De eso me sonabas —añadió pensativo.
Todos lo miraron sin entender a qué se refería. Todos menos Venus, quién solo quería meter la cabeza en un hoyo y no sacarla de ahí nunca.
—Y tú eres Mateo. Venus me ha hablado tanto de ti que creo que ya te conozco.
Venus golpeó con su codo las costillas del chico.
—¿Y se puede saber qué haces aquí, Madoc? —preguntó Venus tratando de que Mateo no respondiese a la pregunta.
—¿No me digas que no te ha encantado mi sorpresa? —cuestionó este con una encantadora sonrisa.
Damián comenzó a tensarse. ¿Quién era ese chico?, ¿por qué tanta confianza con Venus? Y, ¿qué era eso del chico de la toalla?
—Madoc...
—Soy el nuevo profesor de apoyo de inglés.
—¿Por qué?
—¡Venus! —se quejó Lisi, quien no le había quitado los ojos de encima de forma curiosa.
—Estudia Derecho y es hijo de un senador, ¿me explicas para qué quieres dar clases de inglés en España? Y ni te atrevas a decirme que es para mejorar tu español.
—No, con eso ya he tenido una muy buena profesora —provocó guiñándole un ojo y Venus le lanzó una de esas miradas asesinas que acojonarían a cualquiera.
Sin embargo, él amaba esas miradas. Le divertían demasiado.
Damián cada vez se tensaba más y más y deseaba salir de allí. Pero irse en ese momento llamaría demasiado la atención y quedaría al descubierto.
—¿De qué estado es senador? —preguntó Paula curiosa.
Venus se giró hacia ella.
—¿Pero tú sigues aquí?
Levantó sus manos e indicó que se fuese.
Paula le miró con el mayor odio que pudo, pero aceptó a sabiendas que ahí estaba en inferioridad.
—¿Y bien? —insistió Venus.
—Tu padre me ha pedido que venga, estaba preocupado.
—¿Y tus clases?
Todos miraron atentamente la conversación. Estaba claro que esos dos se conocían más de lo que Venus quería demostrar.
—Empiezo a finales de octubre y estaré allí para entonces. ¿Hemos terminado el tercer grado, pequeña?
—¡Madoc! —advirtió.
—Está bien, está bien —aceptó él entre risas, mientras levantaba las manos en señal de rendición—. ¿Con vosotros es igual? —preguntó a los amigos de la joven.
—No, creo que no —respondió Nisa mirándolos a los dos con una pervertida sonrisa.
—Nunca me deja ponerle apodos cariñosos, pero ella bien que me los pone a mí —se quejó fingiendo estar ofendido.
—¿Ah sí?, ¿y cómo te dice? —preguntó Lisi divertida.
No se imaginaba a su amiga llamando a nadie con un apelativo cariñoso.
Damián, por su parte, cada vez estaba más incómodo, pero luchaba por que no se le notase. Venus y él ya no tenían nada. Ella era libre y se suponía que eso era lo que él quería, ¿no? Entonces, ¿por qué tanta mala hostia con ese tipo?
—Capullo —dijo él orgulloso mientras guiñaba un ojo a Venus, quien le miraba con el labio torcido y negaba con la cabeza.
Nisa y Mateo comenzaron a reírse.
—¿Tú sabes lo que significa eso?
—Por supuesto, flor que todavía no ha acabado de abrir sus pétalos —recitó la definición que se había aprendido en el diccionario la primera vez que ella se lo dijo—. La verdad es que yo no me veo a mi mismo como una bella flor, pero si ella me ve así, ¿quién soy yo para negárselo?—provocó.
—En verdad...
—Déjalo, Lisi —intervino Venus.
La verdad era que la chica había tratado de mantener a Madoc lo más lejos posible de su vida en España y ahora sabía que tendría que dar muchas explicaciones. Sobre todo a Mateo, quien los contemplaba divertido.
—Bueno, tengo que ir a presentarme al resto de profesores—Sonrió—. ¿Nos vemos luego?
—Luego tengo que preparar unas cosas.
Madoc arqueó una ceja curioso.
—Todos los años organizamos una fiesta por estas fechas, vente.
Venus se giró hacia Mateo.
—No puede.
—¿Por qué no? Este año es en mi casa y le estoy invitando.
—Muchas gracias, iré encantado.
—Eres un profesor.
—Ayudante de profesor —puntualizó.
—Como quieras —respondió Venus dándose por vencida.
ESTÁS LEYENDO
Arriésgate
Teen FictionCONTINUACIÓN DE MÍRAME Ha pasado casi un año desde que Venus partió de España rumbo a Estados Unidos. Durante este tiempo, la joven ha luchado por descubrir quién es realmente, pero si creía que Elena le permitiría que lo siguiese haciendo lejos de...