Capítulo 1

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Ya casi había pasado un año desde que Venus había seguido el consejo de Elisabeth y había cogido un avión rumbo a Estados Unidos.

Allí había comenzado a sanar y a conocerse a sí misma, pero no había sido tan fácil hacerlo con las constantes llamadas de su madre. La joven había tratado de explicarle por qué su estancia allí era tan importante para ella, pero Elena no atendía a razones. Finalmente esta había amenazado a su ex marido con ir al juzgado y decir que había secuestrado a Venus.

Vale, eso no era así, pero cualquier juez le daría la razón. Venus era menor de edad y Guillermo estaba incumpliendo el acuerdo de custodia. Por no añadir que estaban en otro país. Por lo que sí, podría parecer secuestro aun cuando había sido Venus quien había huido a ese lugar.

Venus no había tenido más remedio que ceder. No quería meter a su padre en más líos.

Así que ahí estaba de nuevo. De vuelta en Madrid. Bueno, en la puerta de la terminal 4 del aeropuerto, pero el concepto era el mismo.

Suspiró y miró el reloj. Su acompañante llegaba tarde.

Se suponía que él debía llegar antes que ella para así estar listo para recogerla.

¿Se había echado atrás? No, no lo creía.

Y de pronto él salió de entre la gente a paso acelerado hasta llegar hasta donde estaba Venus.

—Llegas tarde —dijo ella.

—Lo siento, el tráfico estaba horrible —Se quedó en silencio—. Un momento, ¿eso es lo primero que vas a decirme? Qué tal un "hola, gracias por dejar todo de lado y venir a buscarme. Ha sido todo un detalle venir a por mí".

La chica se encogió de hombros divertida.

—No finjas que tenías más cosas que hacer —se burló y él se rio.

—Me alegro de que estés de vuelta.

—Y yo me alegro de verte, Alejo —respondió ella con un fuerte abrazo.

—Bueno, ¿estás lista para llegar a casa? —preguntó él con una encantadora sonrisa que ella le devolvió.

—En verdad pensaba que ya que habías venido podíamos hacer algo antes —propuso.

—Sabes que me encantaría, pero en algún momento vas a tener que enfrentar a tu familia.

Y por su familia estaba más que claro que se refería a Damián.

—No es por él. De verdad que está más que superado —afirmó ella.

—Solo lo dices por lo que pasó —dijo él buscando las maletas de la chica.

—Aunque es bastante humillante que te dejen plantada en el aeropuerto por segunda vez consecutiva, prometo que eso no tiene nada que ver —respondió mordiéndose el labio inferior.

Era cierto que en su momento había dolido y mucho. Venus había esperado hasta el último segundo la llegada de su escogido. Sin embargo, este nunca había llegado a aparecer y Venus llegó a Estados Unidos desolada. Completamente destrozada. Quizá por eso había sido más fácil reconstruirse.

Alejo desvió la mirada algo incómodo. 

—¡Perdón! —se excusó Venus—. No lo he pensado... yo...

La chica no sabía ni qué decir, pero por suerte él no la dejó continuar.

—Déjalo en serio. No tienes que disculparte conmigo cada vez que hablamos. Creo que es la milésima vez que te lo digo —dijo quitándole hierro las asunto—. No te voy a mentir. En su momento dolió, pero ya está —Sonrió—. En el fondo tenías razón. Me gustabas, pero creo que me gustaba más la idea de joder a tu hermano. Perdón, Damián.

Venus negó con la cabeza.

—No. No es necesario. Damián es mi hermano. Puedes llamarlo así. No será mi hermano de sangre, pero entiendo que esa es la relación que tendremos y es hora de llamar a las cosas por su nombre.

Que Venus llamase a Damián "hermano" llamó la atención de Alejo. Era la primera vez que le escuchaba denominarlo así. Quizá sí que lo había superado.

—Te veo bien. Más...

—¿Feliz? —interrumpió ella mostrando sus blancos y perfectamente alineados dientes tras su mejor sonrisa.

—Segura —respondió él entre risas—, pero vale, feliz también me sirve —La repasó con la mirada—. Te sienta bien.

A simple vista apenas se veían cambios en su físico, pero si te fijabas bien apreciabas pequeños detalles que marcaban la diferencia. El pelo seguía sobrepasando la medida de los hombros por muy poquito. Aunque esta vez lo hacía con unas desordenas ondas. Su cara seguía siendo angelical, aunque su maquillaje era algo más atrevido, al igual que sus uñas. Su cuerpo seguía siendo delicado, aunque había ganado un par de kilos que le sentaban de maravilla y evidenciaban aún más sus sinuosas curvas.

Venus se retiró un mechón detrás de la oreja y Alejo advirtió que se había hecho nuevos pendientes en ella.

—Estás preciosa —finalizó con una sincera sonrisa.

—Gracias.

No respondió al cumplido para hacerlo rabiar y en cierto modo para no perder viejas costumbres, pero la verdad es que él también estaba muy guapo.

—¿Tú no tienes nada que decirme? —provocó él.

—Sí, que te peines de una vez —se burló ella revolviendo su cabello—. En serio, yo ya no sé cómo decírtelo —añadió haciéndose la consternada.

—Sabes que no lo hago para así poder escuchar tu adorable voz quejándose.

—¡Cierto!

Ambos comenzaron a reírse como dos viejos amigos que no se habían visto en mucho tiempo.

—Bueno, ¿y tus maletas?

—En casa —respondió ella—. Las he mandado con el chófer. ¿Cómo las ibas a llevar en la moto?

Alejo le miró confuso.

—He venido en taxi —señaló sin cambiar su cara de confusión—. ¿Y por qué me has hecho venir hasta aquí si ya tenías quién te llevase a casa?

Venus se mordió el labio divertida.

—Después de todo este tiempo pensé que me dejarías conducir la moto —reconoció.

—¿Me has hecho venir solo por eso? —preguntó incrédulo a la vez que divertido.

—No, y porque te echaba de menos.

—Ya... —respondió él nada seguro que habérselo creído.

—Venga, no te quejes tanto y dime cuál es tu taxi.


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