Capítulo 12

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Venus entró en su casa sin poder dejar de pensar en lo ocurrido en el portal de Alejo. Si era sincera del todo, no le importaba demasiado lo que esa chica le había dicho. No era problema suyo. Pero tampoco terminaba de culparla por montarle esa escena.

De haber sido al revés, si alguien le hiciese eso a Damián, ella le hubiese sacado los ojos sin dudarlo ni un solo segundo. Bueno, esa era una forma de hablar, ¿o quizá no?

Tan poco importaba. No era el caso y Damián y ella ya no eran nada.

—Llegas tarde.

De no haber sido por el tono divertido de la voz y por reconocer perfectamente de quién prevenía, Venus hubiese comenzado a tensarse.

—¿Desde cuándo me controlas, Lucía?

—Trato de ser una buena hermana —bromeó ella acercándose.

—¿Por qué?, ¿qué te han prometido por vigilarme? —bromeó esta entre risas.

—¿Tan raro es que me preocupe por mi hermanita? —preguntó haciendo alarde de ese par de centímetros de más que media.

—Sí —respondió Venus de forma tajante y ambas comenzaron a reírse.

Lucía se llevó la mano al corazón y fingió que esa respuesta le había dolido, pero enseguida retomó la conversación.

—Ahora en serio, tenemos que hablar de Damián.

Todas las alarmas internas de Venus comenzaron a sonar de forma incesante. ¿Hablar de Damián?, ¿por qué? Y, sobre todo, ¿por qué se estaba poniendo tan seria?

Venus trató de respirar de forma normal para que Lucía no se diese cuenta de cómo ese tema le estaba provocando dificultades para seguir haciéndolo.

¿Sería que su hermanastra se había enterado de lo que había ocurrido entre ambos?

—¿Damián? —preguntó Venus fingiendo que no entendía a que se refería.

—Sí, Damián, nuestro hermano —explicó Lucía sin entender por qué Venus se estaba comportando de esa forma tan rarita.

Nuestro hermano. Eso tranquilizó en cierta forma a la joven. No parecía la forma de comenzar una conversación que acabase con "sé que estabais juntos" o "sé que os habéis acostado".

—Dime.

—¿No has notado nada raro en él?

Venus torció el labio. Desde que había vuelto había tratado de mantenerse lo más alejada de él para así seguir con su propósito y no caer en la tentación.

—Define raro.

Lucía arqueó una ceja. De verdad que no entendía qué era lo que le pasaba a Venus ese día.

—Pues no sé, raro.

Venus se encogió de hombros a modo de respuesta.

—Venus, es en serio. Estoy preocupada. Este año ha estado frío y distante —Hizo una pausa—. Quiero decir más frío y distante que de normal y eso ya es decir... No sé, esperaba que fuese que te echaba de menos y que al tenerte de nuevo aquí volviese a ser el insoportable de siempre —añadió para ponerle cierto toque de humor, aunque en verdad estaba realmente preocupada—. Pero no ha sido así. Se pasa el día en su habitación o por ahí vete tú a saber dónde. Y apenas habla con nosotros. Nuestros padres están preocupados, sienten que lo estamos perdiendo.

Esas palabras hirieron a Venus más de lo que hubiese esperado, pero trató de recomponerse. Era Damián, seguramente necesitase tiempo para él y eso era todo. Damián siempre se había caracterizado por guardas las distancias. Le gustaba tener su propio espacio. Y después de lo ocurrido era normal que aún necesitase más eso.

—Ya sabes como es.

—Venus, es en serio. ¿No podrías hablar con él?

La joven sintió como una punzada atravesaba su corazón. No era el mejor momento para jugar a las confidencias con él. Pero, claro, eso no podía explicárselo a la chica de cabello cobrizo.

—Habla con Mateo, seguro que con él se abre más. Ya sabes que hay temas que prefieres no hablarlos con la familia —se excusó.

Lucía se quedó un instante en silencio meditando la respuesta y Venus lo aprovechó para cambiar de tema. Hablar de Damián le estaba provocando un sinfín de sentimientos encontrados.

—Bueno, ¿no me vas a decir nada de Sergio?

Una sonrisa iluminó el rostro de Lucía.

—Bueno, no es nada serio serio, aún, pero estoy contenta.

—¿Pero cómo fue?

Lucía se encogió de hombros.

—Surgió. Ambos estábamos mal después de lo que pasó el año pasado y nos refugiamos en el otro. Al principio quedábamos todos, luego empezamos a quedar por nuestra cuenta. Primero como amigos —aclaró—. Y, no sé, poco a poco como que  pasó.


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