Arriésgate

Capítulo 6

—Flipante, ¿verdad?

Venus dejó de mirar cómo su hermanastra y Sergio reían alegremente cogidos de la mano, y se giró hacia Mateo.

—No puedo creerme que no me lo hayas contado.

Venus podía entender que Lisi no se lo hubiese mencionado, al fin y al cabo Sergio era como su casi ex y, seguramente, aunque lo negase, sí que le dolía. También comprendía que Lucía no le hubiese contado nada. Habían mejorado en su relación, pero no eran amigas. ¿Pero Mateo?, ¿en serio? ¿¡Por qué él no le había dicho nada!?

—Quieres decir como tú, que no me contaste nada del buenorro de la toalla —provocó divertido.

Venus comenzó a notar cómo sus mejillas se sonrosaban.

—Ya te lo expliqué después —respondió sin darle más importancia.

—Claro, te llamo por videollamada; coge tu móvil un chico cachondísimo, mojado y tapado solo por una toalla; me dice que estás en la ducha y yo tengo que creerme que no ha pasado nada entre vosotros.

—No tengo por qué mentirte —señaló haciéndose la interesante.

En verdad era cierto, no había pasado nada. Al menos, no esa vez.

—¡Venga ya, Venus!, ¡no te hagas de rogar!

Esta se rio y le sacó la punta de la lengua divertida.

—Madoc es un capullo, eso es todo lo que tienes que saber.

No lo dijo a malas. En verdad tenía muy buena relación con él, pero Madoc era el tipo de tío que enamoraba a las chicas y después les rompía el corazón, por eso Venus siempre lo había visto como un amigo. Un amigo con privilegios en ocasiones. Pero nada más.

Había visto a demasiadas chicas llorar por ese capullo como para saber que nunca se le podía ver como a algo más. Y, además, aunque hubiese querido, tampoco había hueco en su corazón como para haberle dejado entrar de esa manera.

—Un capullo que está jodídamente bueno —puntualizó Mateo.

Venus se rio y vislumbró al chico en su mente. Era cierto. Madoc era irresistiblemente sexy con esa provocadora sonrisa y esos abdominales perfectamente marcados. Pero, aun así, seguía siendo Madoc para ella. 

—Bueno, ¿y con Carlos qué? —preguntó para cambiar de tema.

Normalmente Mateo se hubiese dado cuenta de que ese movimiento quería esconder algo, pero le interesaba tanto este nuevo tema que no quiso ahondar en lo otro.

—Bien, supongo —respondió encogiéndose de hombros —. Nos divertimos —añadió con una pervertida sonrisa.

Venus golpeó su hombros y cogió una copa de champán de la bandeja que paseaba uno de los camareros por la casa.

—¿Eso es todo?

—¿Qué más quieres?, ¿detalles? —provocó cogiendo él otra copa.

—Por más que deseo saber acerca de tu vida sexual con Carlos, me refería a si vas a dar el paso —bromeó ella.

—¿Qué paso? 

La confusión de Mateo provocó una enorme carcajada de su amiga.

—¿Cuál va a ser?

Mateo continuó mirándole completamente perdido.

—Que le pidas ir más en serio —explicó ella.

—Ser su... ¿su novio?

Esta última palabra la pronuncio como si le produjese urticaria tener que decir algo así.

—Sí, su novio —Hizo una pausa—. Mateo, lleváis más de medio año liándoos y sé que te gusta. ¿Por qué no hacerlo más serio?

Mateo bebió de trago todo el contenido de la copa.

—Porque los novios son...

—Una perdida de esfuerzo, tiempo y diversión —continuó Venus la frase a sabiendas de que él siempre decía eso.

—¡Y de dinero! —apostilló él.

—¡Mateo! —se quejó ella divertida.

—¡Es verdad! —respondió él medio enfurruñado recordando el momento.

—Tienes que olvidar eso ya. ¡Supéralo! —Suspiró—. Tenías siete años, le diste una piruleta a un niño para pedirle salir y te dijo que no. Ya ha pasado tiempo, cariño —le dijo acariciando su mejilla.

—Y sé quedó la piruleta —añadió él con voz infantil.

—Mi pobre niño —Venus lo abrazó con fuerza mientras Mateo ponía morritos—. ¿Recuerdas lo que pasó después?

—Sí, tú fuiste a por mi piruleta, la recuperaste y me dijiste que se la diese a alguien que en verdad la mereciese.

—¿Y no crees que Carlos la merece?

Mateo desvió la mirada en busca del chico. Estaba hablando con Anisa. Tenía una espléndida sonrisa asomada en su rostro. En estos meses se había abierto bastante a los demás. 

Mateo no pudo evitar sonreír.