Venus llamó al timbre de la casa de Alejo y, mientras esperaba a que este saliese a abrirle, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa recordando la última vez que había estado ahí y lo que había pasado nada más irse de ese lugar.
El año anterior con Alejo había sido divertido y a Venus le hubiese encantado haberse podido enamorar de él. El chico se había ganado un lugar en su corazón, eso estaba claro, pero no había logrado llegar a amarlo como él se merecía.
Desvió la mirada al suelo algo avergonzada al recordar como le medio obligó a salir con ella y como después lo dejó a medias y salió corriendo de la casa como alma que lleva el diablo.
Suspiró. Después de eso había pasado la mejor noche de su vida. Damián y ella habían dejado todo de lado para fundirse, para amarse como nunca antes lo habían hecho. Sin prejuicios, sin miedos, sin dolor... Tan solo un amor puro. Un amor que no los consumía como habitualmente, sino que los completaba.
Pero eso ya poco importaba. Ella lo había estropeado después con sus inseguridades. Negó con la cabeza. No reconocía a la Venus de esos días. ¿Cómo había podido actuar así? Ella siempre había sido sincera con Damián, siempre se habían dicho las cosas claras les gustase o no. Pero ese año había sido diferente.
Venus había optado por callarse e imaginarse las cosas, lo cual había provocado que todo se fuese a pique.
En cierto sentido, la joven de cabello castaño entendía por qué su hermanastro había decidido no acudir al aeropuerto ese día. Pero, si era del todo sincera, ella siempre había pensado que lo suyo con Damián era eterno. Épico. ¿Entonces, cómo podía ser que un amor como el suyo no lo superase todo? Que no lo perdonase todo...
Al final lo había comprendido. Amarse a veces no era suficiente.
—¿Afrodita?
La voz sorprendida de Alejo la sacó de sus pensamientos. Estaba claro que el chico no la esperaba.
La joven repasó con la mirada el cuerpo del chico. Llevaba unos vaqueros desgastados, una camiseta básica azul celeste con algo de pico en el cuello y una chupa de cuero negra. Sin duda el chico mejoraba muchísimo con esa ropa de calle. El uniforme escolar estaba claro que no estaba hecho para él.
—Me plantas en mi fiesta de bienvenida, después en el gimnasio y ahora no me invitas a entrar... Voy a empezar a pensar que pasa algo —comentó burlona con una coqueta sonrisa.
—Eh, esto, yo no sabía que hubiésemos quedado en el gimnasio —respondió él pasándose la mano por sus cabellos.
—¿Ya no quieres ser mi entrenador particular?
—Eh, sí, claro, es solo que ahora estoy algo liado.
Se notaba que estaba nervioso y parecía que quería terminar la conversación en ese mismo instante.
—Vale —dijo estirando la "a"—. Entonces, ¿nos vemos mañana?
—¡Claro!
Venus le dio dos besos a modo de despedida y comenzó a bajar por las escaleras hasta que una voz la interrumpió.
—¡Tú!, ¡espera!
La joven frenó en seco. ¿Se refería a ella? Tenía que ser ella porque no había nadie más, pero Venus no conocía a nadie en ese edificio a excepción de Alejo.
Se giró en dirección de la voz ronca que la llamaba y vio a una chica más o menos de su edad.
Se acercó a ella y comprobó que tan solo sería un par de centímetros más alta que ella. Tenía la piel tostada y el cabello negro largo hasta sus omóplatos, con ciertas ondas. Su rostro era un tanto alargado, delgado y con ojos expresivos de color marrón que combinaban con la tonalidad de su piel.
Bajo la mirada por su cuerpo. No era delgada como la mayoría de chicas que acudían a los actos sociales a los que Venus asistía, pero no era gorda en absoluto. Más bien su cuerpo estaba proporcionado, con curvas bien marcadas. Iba vestida con unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca bastante rasgada por la zona de la espalda y el vientre.
—¿Eres Venus?
—Sí, ¿y tú eres?
Nada más responder, Venus supo que la chica no estaba ahí para hacer amigos.
—África —Se limitó a responder como si con eso Venus debiese saber quién era—. Y te lo advierto, no te acerques más a Alejo o te las verás conmigo.
Venus se rio despreocupada.
—Alejo ya es mayorcito como para tomar sus propias decisiones.
Esa respuesta no gustó nada a la chica.
—Te lo digo en serio —repitió—. Cuando te fuiste lo dejaste hecho mierda. Me ha costado mucho que vuelva a estar bien como para que ahora tú vuelvas y lo destroces de nuevo.
—No exageres.
Venus había estado hablando con Alejo casi a diario desde Estados Unidos y él jamás le había dicho nada. De hecho mantenían buena relación.
—Juegas con él como si fuese un objeto inanimado, pero no lo es. Nuestro mundo y las personas que vivimos en él son tan reales como las del tuyo, así que no vengas a romperlo de nuevo en mil pedazos —advirtió—. ¿Es que en tu mundo no hay chicos con los que puedas jugar que tienes que venir al nuestro?
—Será eso —provocó Venus aburrida.
Podía imaginarse que esa chica era el nuevo rollo de Alejo y que se sentía celosa, pero aún así no era quién para montarle una escena así.
—Las niñas de papá como tú os creéis que tenéis derecho a todo, pero aquí tú no eres nadie. ¿Te queda claro?
Venus le sonrió desafiante.
—Pues para no ser nadie te estás tomando muchas molestias conmigo.
—Yo ya te he advertido.
—Me doy por advertida.
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¡Hola mis amores! Sé que este capítulo ha tardado demasiado. Lo siento, de verdad. No es mi mejor momento. En mi perfil os he dejado un post que me gustaría mucho que leyeseis en el que lo explicó un poco todo.
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Arriésgate
Teen FictionCONTINUACIÓN DE MÍRAME Ha pasado casi un año desde que Venus partió de España rumbo a Estados Unidos. Durante este tiempo, la joven ha luchado por descubrir quién es realmente, pero si creía que Elena le permitiría que lo siguiese haciendo lejos de...