Capítulo 23

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Venus caminaba furiosa de vuelta a casa. Se sentía realmente molesta con todo lo sucedido. No entendía qué era lo que le había pasado a Adhara en todo ese tiempo como para que hubiese decidido darle la espalda a todos. Anisa ya le había advertido de la situación, pero aún así, ella no le había dado demasiado crédito.

Venus había pensado que en cierto modo Adhara siempre ha sido así. Independiente y con poco gusto por los planes grupales. Pero jamás se hubiese imaginado encontrársela en ese estado.

Estaba claro que su amiga se estaba echando a perder y se negaba a recibir ningún tipo de ayuda. La había encontrado completamente borracha un día entre semana a la hora de comer. Eso no era algo que hubiese que dejar pasar a la ligera.

Estaba segura de que la madre de Adhara estaría realmente agobiada y preocupada si la chica llevaba así bastante tiempo. Y por lo que le había comentado, así era.

Abrió la puerta de casa y subió las escaleras sin decir nada. No le apetecía demasiado comer en familia y tener que empezar a responder cosas que no quería.

Su madre por el momento estaba siendo bastante relajada con el tema de Estados Unidos y con la boda de su exmarido, pero no estaba segura de hasta cuando duraría ese "buen rollo" aparente.

Abrió la puerta de su cuarto y se tiró sobre la cama. Estaba cansada. No es que hubiese hecho nada en sí, pero el agotamiento mental de todo lo sucedido comenzaba a sobrepasarle.

Tras unos minutos de silencio, la puerta sonó y Venus tuvo que incorporarse de la cama.

—¿Puedo pasar? 

La voz de Damián le sorprendió.

—Claro —respondió ella peinándose como pudo con los dedos y recolocándose el uniforme escolar.

Entonces él entró con un sandwich en la mano.

—Te he preparado un vegetal —anunció como si nada sentándose junto a ella.

Venus agradeció que Damián dejase todo de lado y actuase como siempre.

—¿Con pollo? —preguntó con voz dulce.

—Con pollo —respondió él divertido.

Desde pequeños, siempre que Venus estaba enfadada o enferma y no comía, él le preparaba uno de esos sandwiches, se lo llevaba a la habitación y se quedaba con ella hasta que se lo comía. Podía parecer un plato simple, pero era algo muy emotivo para ella. Al fin y al cabo, la primera vez que había ocurrido, Damián era un mocoso que apenas sabía preparar un bocadillo así.

Venus lo desenvolvió y le dio un pequeño mordisquito.

—Gracias —pronunció una vez hubo tragado.

—Y ahora dime, ¿qué te pasa?

Venus desvió la mirada. No quería cargarle con sus problemas. Damián tenía demasiado con los suyos, como para que encima tuviese que estarse preocupando ahora con sus tontería.

—Venus, dijiste que éramos amigos ante todo, ¿no?  —recordó colocando su mano sobre el muslo de la chica—. Que podíamos contar el uno con el otro.

Venus dio otro mordisco y le miró de forma tierna. Damián lo decía en serio. Estaba segura de ello. Y eso era precisamente algo de lo que más amaba de él. Pasase lo que pasase él siempre estaría ahí y sabría cómo ayudarla sin esperar nada a cambio.

Dio otro mordisco y le ofreció un bocado a su hermanastro quien se rio y negó con la cabeza.

—Venga, cuéntame —insistió con voz paciente.

Venus ladeó la cabeza y meditó lo que iba a contarle. Estaba claro que no podía decirle nada acerca de las fotos desnudas de Lucía. Damián no era una persona que controlase demasiado bien su temperamento cuando tocaban a alguien de su familia. Seguramente levantaría cielo y tierra hasta encontrar al tipejo que había pasado esa foto a Paula. Lo que no se daría cuenta es que en el camino destruiría a Lucía dejando un sin fin de comentarios al respecto.

Entonces, sería lo de Adhara. Damián no tenía relación con esa chica, así que se limitaría a escuchar y tampoco le daría demasiada importancia, a excepción del dolor que le causaba a Venus ese tema.

—Es Adhara —anunció.

—¿Qué pasa con ella?

Venus suspiró y comenzó a relatarle todo lo sucedido ese mediodía con la chica en su casa.

Damián le escuchó atentamente y se quedó unos minutos en silencio meditando sus palabras cuando ella termino.

—Quizá tiene miedo.

Venus parpadeó confusa.

—¿Qué?

No entendía por qué Damián podía llegar a opinar eso.

—Que se ha visto sola y algo perdida, y quizá tenga miedo —trató de explicarle él.

—No entiendo —repitió ella.

—No lo sé, no es que yo la conozca, pero esa chica no parece de las que se abre fácilmente y creo que tú eres importante para ella. Quizá todo lo del año pasado le dolió y eso le aterró —Hizo una pausa—. Se dio cuenta de que si se abría a los demás podía resultar lastimada. Y eso puede dar miedo —Medio sonrió—. Por eso prefiere evadirse y vivir como si nada fuese real. Si nadie te quiere ni tú quieres a nadie, nadie puede hacerte daño ni tú puedes hacérselo al resto.

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