Dos días después de que Hyejin renunciara a ser la niñera de la familia Han, le ofrecieron una oferta de empleo en un pequeño local cerca de su casa. La señora Lim tenía sesenta años y ya no podía hacerse cargo ella sola de su negocio, así que aceptó contratar a Hyejin, vecina de su hija, para ayudarla. Hyejin no dudó dos veces en aceptar la oferta, necesitaba un trabajo para pagar sus cuentas, y más que nada, ocupar su mente para no pensar en los Han y sentirse triste por el vacío que le habían dejado en el alma. Pero cada vez que estaba sola, no podía evitar pensar en ellos y extrañarlos, preguntandose mil veces si ellos también la extrañaban, o si con el regreso de su madre habían logrado olvidarse de la niñera.
Mientras que por otro lado, los niños comenzaban a sentirse desesperados por la ausencia de su amada Hyejin. Seungwoo tuvo que recordarles montones de veces que hasta que no se firmaran los papeles del divorcio, no podía ir a buscarla. Tenía que demostrarle que esta vez las cosas serían diferentes y por eso tenían que esperar un poco. Pero él también comenzaba a sentirse inquieto; la extrañaba, quería abrazarla y besarla, decirle que de verdad la amaba. Para él, las dos semanas que estuvieron juntos se sintieron como cinco largos años; pero los dos días sin ella se sintieron como una triste eternidad. Tenía que hacer algo.
-"La verdad... Si yo fuera Hyejin, me decepcionaría un poco de que no fueras a buscarme. Lo tomaría como una señal de que de verdad te rendiste"- le había dicho Soorim. -"Al menos dale una señal de que de verdad la amas."- Ese día se había tomado muy enserio la sugerencia de su nueva cuñada, pero su mente estaba en blanco. Hacía tantos años desde que le había regalado un detalle así a una mujer. ¿Qué podía darle? ¿Qué podría gustarle a Hyejin? ¿Ropa? ¿Accesorios caros? No... Hyejin no era así. Seguramente no aceptaría regalos caros por más que insistiera. Debía ser algo sencillo, pero significativo.
-Mira, papá- mientras Seungwoo le daba su leche a Dongpyo y los trillizos se preparaban para dormir, Junho se acercó a su papá para enseñarle un dibujo, o más bien un garabato, que había creado con diferentes crayones.
-¿Qué dibujaste?- puso toda su atención en el papel que le mostraba en niño.
-Mi familia- contestó el niño. -Este eres tú- señaló el garabato. -Yo, Sejun, Yohan, Subin, Pyo y Jin- Seungwoo no podía entender nada en el dibujo, pero el niño estaba tan confiado en que había dibujado a la perfección a su familia que el adulto sólo pudo sonreír y decirle lo hermoso que había quedado. -Es para Jin- dijo muy felíz por el cumplido de su papá.
-Entonces lo guardaré para ella- besó la cabeza del niño. -Ahora ve a la cama. Se hace tarde- el niño obedeció, dejando sólo a su papá con el bebé y el dibujo que había hecho. -A ella le encantaría ver esto- comentó en voz alta aún mirando el papel. Entonces su cabeza se iluminó. -Sí... Ella amaría eso- sonrió mientras la idea se formaba en su cabeza.
Al tercer día después de Hyejin haber renunciado, Seungwoo se dirigió a una floristería para completar el detalle que le había preparado. Algo básico, del tipo de la vieja escuela, pero sabía que Hyejin lo amaría más que cualquier otra cosa, y de seguro haría que la reconciliación entre ambos fuese más fácil una vez se firmaran los papeles del divorcio. Cuando entró a la floristería, una mujer un poco mayor que su madre le recibió con una sonrisa dulce.
-Buenas tardes, guapo. ¿Te puedo ayudar en algo?
-Estoy buscando un arreglo floral.
-¿Para qué ocasión? ¿Para una confesión de amor? ¿Piensas pedir la mano de tu novia? ¿Aniversario?
-Ah...nada de eso. Es más bien una reconciliación- bajó su cabeza, poniendo su mano detrás de su cuello.
-¿Acaso metiste la pata, jovencito?- la señora levantó una ceja en su dirección.
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¿Cómo Ser Un Padre Otra Vez?
FanfictionDespués del nacimiento de su quinto hijo, Han Seungwoo queda completamente a cargo de sus cinco hijos después de que su esposa se fuera sin dar ninguna explicación. Con un trabajo que toma casi todo su tiempo, trillizos de seis años, un niño de dos...