Capítulo 39

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Dos días después de que Hyejin renunciara a ser la niñera de la familia Han, le ofrecieron una oferta de empleo en un pequeño local cerca de su casa. La señora Lim tenía sesenta años y ya no podía hacerse cargo ella sola de su negocio, así que aceptó contratar a Hyejin, vecina de su hija, para ayudarla. Hyejin no dudó dos veces en aceptar la oferta, necesitaba un trabajo para pagar sus cuentas, y más que nada, ocupar su mente para no pensar en los Han y sentirse triste por el vacío que le habían dejado en el alma. Pero cada vez que estaba sola, no podía evitar pensar en ellos y extrañarlos, preguntandose mil veces si ellos también la extrañaban, o si con el regreso de su madre habían logrado olvidarse de la niñera.

Mientras que por otro lado, los niños comenzaban a sentirse desesperados por la ausencia de su amada Hyejin. Seungwoo tuvo que recordarles montones de veces que hasta que no se firmaran los papeles del divorcio, no podía ir a buscarla. Tenía que demostrarle que esta vez las cosas serían diferentes y por eso tenían que esperar un poco. Pero él también comenzaba a sentirse inquieto; la extrañaba, quería abrazarla y besarla, decirle que de verdad la amaba. Para él, las dos semanas que estuvieron juntos se sintieron como cinco largos años; pero los dos días sin ella se sintieron como una triste eternidad. Tenía que hacer algo.

-"La verdad... Si yo fuera Hyejin, me decepcionaría un poco de que no fueras a buscarme. Lo tomaría como una señal de que de verdad te rendiste"- le había dicho Soorim. -"Al menos dale una señal de que de verdad la amas."- Ese día se había tomado muy enserio la sugerencia de su nueva cuñada, pero su mente estaba en blanco. Hacía tantos años desde que le había regalado un detalle así a una mujer. ¿Qué podía darle? ¿Qué podría gustarle a Hyejin? ¿Ropa? ¿Accesorios caros? No... Hyejin no era así. Seguramente no aceptaría regalos caros por más que insistiera. Debía ser algo sencillo, pero significativo.

-Mira, papá- mientras Seungwoo le daba su leche a Dongpyo y los trillizos se preparaban para dormir, Junho se acercó a su papá para enseñarle un dibujo, o más bien un garabato, que había creado con diferentes crayones.

-¿Qué dibujaste?- puso toda su atención en el papel que le mostraba en niño.

-Mi familia- contestó el niño. -Este eres tú- señaló el garabato. -Yo, Sejun, Yohan, Subin, Pyo y Jin- Seungwoo no podía entender nada en el dibujo, pero el niño estaba tan confiado en que había dibujado a la perfección a su familia que el adulto sólo pudo sonreír y decirle lo hermoso que había quedado. -Es para Jin- dijo muy felíz por el cumplido de su papá.

-Entonces lo guardaré para ella- besó la cabeza del niño. -Ahora ve a la cama. Se hace tarde- el niño obedeció, dejando sólo a su papá con el bebé y el dibujo que había hecho. -A ella le encantaría ver esto- comentó en voz alta aún mirando el papel. Entonces su cabeza se iluminó. -Sí... Ella amaría eso- sonrió mientras la idea se formaba en su cabeza.

Al tercer día después de Hyejin haber renunciado, Seungwoo se dirigió a una floristería para completar el detalle que le había preparado. Algo básico, del tipo de la vieja escuela, pero sabía que Hyejin lo amaría más que cualquier otra cosa, y de seguro haría que la reconciliación entre ambos fuese más fácil una vez se firmaran los papeles del divorcio. Cuando entró a la floristería, una mujer un poco mayor que su madre le recibió con una sonrisa dulce.

-Buenas tardes, guapo. ¿Te puedo ayudar en algo?

-Estoy buscando un arreglo floral.

-¿Para qué ocasión? ¿Para una confesión de amor? ¿Piensas pedir la mano de tu novia? ¿Aniversario?

-Ah...nada de eso. Es más bien una reconciliación- bajó su cabeza, poniendo su mano detrás de su cuello.

-¿Acaso metiste la pata, jovencito?- la señora levantó una ceja en su dirección.

¿Cómo Ser Un Padre Otra Vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora