Por suerte para Soorim, el lugar no estaba lleno. Apenas era lunes, por lo que no habían muchos niños, lo que lo hacía mucho más cómodo. Seungyoun estaba algo callado, sólo caminaba detrás de Soorim algo cabizbajo, sintiéndose arrepentido de haberla llevado a ese lugar. Pero le había prometido a Soorim que haría lo posible para divertirla, y no podía fallar.
-¿Quieres comer algo? La pizza de aquí es deliciosa- señaló.
-No tengo hambre- contestó sin mirarlo.
-Bien, entonces, ¿qué quieres hacer primero?
- No sé, ¿qué quieres hacer tú?
-Deberíamos calentar primero- miró a su alrededor buscando el juego que tenía en mente. -¡Ah! Allí está... Ven- tomó su mano y la arrastró hasta la máquina que estaba buscando. Tenía dos enormes pistolas de juguete, y una enorme pantalla donde salían animaciones en 3D de soldados y alienígenas.
-¿Un juego como este en un centro de diversión para niños?
-Estas equivocada si crees que sólo los niños pueden divertirse aquí- introdujo dos monedas y tomó una de las pistolas. -¿No vas a jugar?- preguntó al ver que Soorim simplemente se quedaba parada a su lado. -Supongo que eres igual de mala jugando como lo eres para aprender álgebra- Soorim frunció el ceño y tomó su pistola, dispuesta a probar lo contrario. -Que gane el mejor- comentó presionando el botón para empezar el juego. Ambos jugaron en silencio, completamente concentrados en su juego. Soorim se mantenía presionando constantemente el gatillo de su arma, mientras que Seungyoun apuntaba con calma y después disparaba. Concentración versus desesperación por ganar. La diferencia de puntos era enorme entre ambos, y mientras más se acercaban al límite del tiempo, más prisa se daban en disparar a los alienígenas del juego. -¡Já! Al parecer tenía razón, eres terrible en este juego- se burló al ver que había ganado.
-Ya no quiero jugar este juego- dejó el arma en su lugar.
-Bien, hagamos otra cosa- volvió a arrastrarla de la mano hasta otro juego. -Espero que te guste el baloncesto- puso dos monedas en ese juego también para que ambos pudieran jugar. La máquina hizo un ruido parecido al de un pito, soltó montones de balones de baloncesto y el canasto comenzó a moverse lentamente de izquierda a derecha. Ambos comenzaron a tirar los balones, esperando que cayeran dentro del canasto que se movía de un lado a otro, haciéndoles difícil encestar. En este juego, Soorim llevaba la delantera, pero no por mucho. En cualquier descuido Seungyoun podía ganarle. Ambos siguieron lanzando balones a toda prisa, sus cuerpos empezaban a calentarse por el ejercicio, una fina capa de sudor cubría sus cuerpos, comenzaban a fatigarse levemente. El juego se volvía más largo de lo que habían imaginado, los balones se volvían algo pesados y sus brazos comenzaban a doler un poco. Ya no eran tan jovenes ni saludables, debían reconocerlo, pero no lo harían.
-¡Já! Ahora yo te gané.
- Yo te dejé ganar- contestó orgulloso con una mano en el pecho.
-¡Eso no es cierto! Deja de mentir, soy mejor que tú en este juego- se cruzó de brazos.
-No podría romper la ilusión de una niña- se burló alejándose.
-¿A dónde irás?- lo siguió.
-Ya que estamos aquí, quiero recordar algunos momentos de cuando era un niño- pasó cerca del buffet sólo para tomar dos bandejas sin que nadie se diera cuenta. -Ven, corre- tomó de la mano una vez más a su compañera y la llevó corriendo al área de los toboganes.
-¿Qué haces? Traigo vestido- le recordó cuando llegaron al área. Seungyoun se detuvo un momento y la miró.
-Ten- se quitó su abrigo y lo amarró en la cintura de la chica sin que esta le diera permiso. Soorim solo se quedó congelada por el acto que Seungyoun acababa de cometer, quedando tan cerca de su cara. -Eso debe ayudar un poco. Sube tú primero.
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¿Cómo Ser Un Padre Otra Vez?
أدب الهواةDespués del nacimiento de su quinto hijo, Han Seungwoo queda completamente a cargo de sus cinco hijos después de que su esposa se fuera sin dar ninguna explicación. Con un trabajo que toma casi todo su tiempo, trillizos de seis años, un niño de dos...