Un par de días pasaron, días en los que Rubén y Esben se habían encargado de pasar los mejores momentos como padre e hijo, era necesario, ya que se volverían a ver hasta el verano, según el acuerdo.
Rubius le entregó una mochila, tenia alimento, carbón, sudaderas suyas, no las necesitaba pero a ambos le hacía mucha ilusión, un pequeño e incompleto libro de fotografías así como un par de recuerdos de Karmaland.
— Estas muy nervioso — habló el hombre observando al chico caminar de un lado a otro.
— Debes llevar lo necesario para ese viaje, papá — respondió mientras corría a revisar uno de sus cofres — Tengo espadas, muchas, puedes llevarte a Tusa, es mi mejor espada —.
— Rubén — habló tranquilamente.
— ¿Crees que te queden mis armaduras? Las explosiones de creeper duelen mucho, te lo digo por experiencia — una mueca de dolor se mostró en su rostro, recordando las muchas, demasiadas, ocasiones donde mucho de los mobs le explotaron en la cara. Vegetta siempre estaba ahí con un curita o una venda para sus heridas.
— Rubén — ignorado de nuevo.
— Puedo conseguirte un lobo para que te haga compañía, hace poco Ricardo tuvo un cachorro, puedes llevártelo —
— ¿Ricardo es hembra? — preguntó Vegetta, quien permanecía en silencio y alejado de ambos híbridos.
— Lo descubrí hace poco, pero ya era demasiado tarde para cambiarle el nombre — corrió hacia la cocina para volver con el cachorro en brazos.
— Rubén, tranquilo — Esben se levantó del sofá — No necesito nada de esto, ni tu espada, ni una armadura, ni a Coringa —.
— No había pensado un nombre pero me gusta ese — respondió nervioso, bajando al cachorro al piso, el cual comenzó a correr por toda la sala.
— No tengo necesidad de llevar todo esto — le tomó de los hombros, esperando que ahora si pusiera atención a sus palabras — He hecho este viaje muchísimas veces, estaré bien —.
— ¿Lo prometes? — Esben pudo oler el miedo y la inseguridad del menor, estaba asustado, bastante.
— ¿Qué te inquieta? — preguntó atentamente.
— No volver a verte otra vez...— susurró escondiendo su rostro en el pecho del fornido hombre, se sentía abrumado, muy en el fondo estaba aterrado por la idea de perder a su padre. No quería quedarse solo de nuevo.
— Te prometo que nada en este mundo nos separará, mientras vivamos y cuando la muerte y la naturaleza nos reclame, yo esperaré pacientemente por tu llegada — Rubén asintió lentamente, limpiando un poco sus mejillas.
— Es hora — habló Vegetta.
Esben asintió mientras ambos se separaban, Vegetta recibió a Rubius en sus brazos, depositando un suave beso en su frente con la intención de calmarle un poco.
— Solo denme un momento — el menor se alejó para subir corriendo las escaleras, dejando a ambos hombres solos.
— No sé por qué pero se que puedo confiar plenamente en ti, Samuel — Esben habló sin siquiera mirarle, llamando la atención del azabache — Pero quiero pedirte una cosa —.
— Lo que usted necesite — trago saliva. <<¿Esto es sentirse intimidado? ¿Esto es lo que siente la gente del pueblo cuando me ve?>>
— Cuídalo por mi, por favor — esta vez Esben lo miro — Necesito que me prometas que lo mantendrás a salvo y que nada malo le sucederá —.
— Me pide lo imposible, no puedo protegerlo de todo el mundo — habló tranquilamente — Sin embargo, puedo hacer mi mayor esfuerzo para que su petición sea cumplido —.
Esben asintió lentamente en forma de reverencia — Confío en ti, hijo —.
El pequeño Coringa, quien había subido corriendo detrás del menor, comenzó a ladrar. Era un sonido sutil y agudo, pero constante, sobre todo alarmante.
Ricardo comenzó a seguir el sonido de su cachorro, cosa que no pasó desapercibido para Vegetta.
— ¿Ricardo? —
El verdadero terror para ambos comenzó cuando sus ladridos fuertes resonaron por toda la casa, un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos.
— ¿Es normal que ladré así? — preguntó mirando las escaleras al segundo piso.
— No, no lo es — como si de una cuenta regresiva se tratase, ambos corrieron hacia los peldaños para subir rápidamente.
El segundo piso estaba vacío, los ladridos provenían de la habitación del menor. Un olor de suciedad, podrido y a sangre llegó a la nariz de Esben.
Eso solo significaba algo.
La puerta de la habitación estaba abierta, no había rastro alguno del hibrido.
— Él nunca deja las puertas de su balcón abiertas — Vegetta se acercó para tomar un papel que se encontraba en el piso, justo al lado de unas marcas de tierra.
Era una fotografía vieja y pequeña de una niña, que perfectamente podría ser Rubius si fuese una chica.
Esben estaba apunto de preguntar hasta que un débil chillido agudo resonó en su pecho.
Era un llamado de ayuda.
Rubius estaba en peligro.
Debían encontrarle o sería demasiado tarde.
Aclaración: En este universo, Rub vive en la segunda casa (la casa blanca), la cabaña la usa para quedarse ahí cuando tienen misiones, así no le queda el pueblo tan lejos, pero aún así siempre llega tarde jsjsjsjsj
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❝ HIBERNACIÓN ❞
FanfictionEl invierno ha llegado a Karmaland, todo es nieve y diversión para todos. Excepto para Rubius, que cada día parece más cansado y somnoliento; hasta que en la cena de navidad, cae en un profundo sueño. Sus compañeros deberán ayudarlo. EDITANDO El dib...