❄️🐻QUINCE🐻❄️

6.1K 687 142
                                    

Las luces de antorchas y velas adornaban la cabaña escondida, daba un ambiente tan cálido que los hacía sentir seguros y protegidos de los vientos helados que hacían crujir la oscura madera del lugar.

Era una noche sumamente tranquila a pesar de ser 31 de diciembre, era fin de año, una celebración que daba comienzo a una nueva etapa de tu vida, con nuevas metas y objetivos que alcanzar.

Sabían que, a pesar de ser una fecha especial, no podían abandonar aquel lugar, pues dejar a Rubius hibernando solo podría ser peligroso, no debían bajar la guardia, los cazadores podrían atacar y llevarse al híbrido.

Merlon les había permitido usar unas ropas más cómodas en lugar de los trajes negros para eventos especiales, pues debían tener una buena movilidad para proteger a su compañero.

El anciano estaba orgulloso. Pues en pocos días, sus alumnos habían logrado poder percibir sus propias auras, podían ubicar una mancha de color en un espacio oscuro, era un avance, pronto tendrían que aprender a darle forma para visualizarse a ellos mismos en el espacio espiritual y animal.

Se sentía agradecido.

Pues había logrado crear el equipo de protectores perfecto, con jóvenes capaces de arriesgarse por los inocentes, vencer al enemigo y traer la paz consigo. Tan sensibles, tan fuertes, temerosos, osados, divertidos pero sobre todo unidos.

E inevitablemente recordó la guerra.

Recordó cómo los padres de todos esos chicos habían peleado con espada y escudo para sacar al enemigo de Karmaland, proteger a sus crías y darles un buen futuro donde no vivirían bajo el temor.

¿Ese es el niño que llegó anoche, señor Merlon? — sus ojos morados estaban manchados con curiosidad, observando al pequeño híbrido que se escondía detrás de las piernas del anciano.

Así es, pequeño Samuel — respondió amablemente — Es muy tímido, traten de no asustarlo — su mano bajo para acariciar con cuidado el cabello en corte de hongo que adornaba su cabeza, haciendo resaltar sus orejas de oso.

Tus orejas se ven tan reales — murmuró otro de los niños que se acercaban, también curiosos, al ver al nuevo niño del pueblo ¿Cómo las hizo, Merlon? — preguntó.

Es porque son reales, Borja — sonrió — El pequeño Rubén es un híbrido de oso como yo — respondió mientras sus grandes orejas se asomaban por sus blancos cabellos.

Eso explica la cola — Rubén dio un salto a la par que un grito salió de su boca, pues había sentido como su pequeña y delicada colita era apretada con fuerza, se lanzó de inmediato a los brazos del hombre, comenzando a llorar en su pecho.

¡Lo hiciste llorar! — regañó el castaño —¡Debes disculparte, Raúl! — Borja cruzó sus brazos esperando a que el azabache dijera algo.

¿Por qué está llorando? — el más pequeñito de aquel curioso grupo preguntó con timidez.

Las orejas y la cola de un híbrido son sumamente sensible — explicaba el hombre pacientemente — Especialmente en un cachorro que no está acostumbrado a usar su parte humana —.

¡Como le pasó a David! — exclamó el de caballos blancos — Dice que no le gusta que le toquen sus plumas —.

Son muy delicadas — se defendió el híbrido de búho — Y las puedes manchar con tus sucias manos —.

Merlon — el anciano miró al pequeño Samuel — Es hora del brindis, maestro

Merlon salió de sus pensamientos, se sintió un poco perdido y confundido, sus alumnos le miraban preocupados y atentos.

— ¿Está bien, maestro? — preguntó Luzu acercándose.

— Solo recordaba un par de cosas — explicó suavemente mientras se ponía de pie — Comencemos con el brindis — Se colocaron en un pequeño círculo mientras tomaban una copa de champagne entre sus dedos — Quiero brindar por...— iba a comenzar pero fue interrumpido.

— Espere un momento — habló Vegetta— No podemos empezar esto sino estamos todos completos — su mirada se dirigió hacia la puerta que daba el sótano, un mal presentimiento se adueño de su pecho.

La puerta se abrió lentamente al mismo tiempo que la luz en el lugar se fue perdiendo, Merlon estaba confundido, no se supone que sea fecha para que Rubén despertase, las fuertes pisadas sonaban por todo el lugar.

— ¿Qué está pasando? — preguntó, miró rápidamente a Vegetta, sin embargo quien se encontraba a su lado no era su alumno.

No usaba camisa, dejando a la vista su dotado pecho, usaba un pantalón enorme y suelto, estaba descalzo. Sus cabellos castaños se movían con la brisa que golpeaba su rostro, haciendo que se encogieran un poco sus orejas, le sorprendía el parecido enorme que tenía con Rubén... No había duda alguna, aquel hombre debía ser su padre.

— Te ves precioso, Rubius — de sus labios salió la voz de Vegetta, confundiendo aún más al anciano, su mirada se dirigió hacia donde el
hombre miraba.

Palideció.

La luz de la luna comenzaba a iluminar sus pantalones de pijama, notando que sus uñas seguían pintadas de aquel intenso esmalte color rojo que alguna vez le regaló. Su vientre estaba al descubierto, pues sus pechos estaban cubiertos sólo con un sujetador negro; su cabello dorado caía sobre sus hombros como una cascada y sus brillantes ojos verdes inundaron de luz de sol todo el lugar.

Le era incomprensible como Elizabeth poseía una belleza casi divina.

— Gracias, De Luque — de sus labios salió la voz de Rubén, quien se abrazaba al hombre.

Merlon retrocedió un poco, llamando la
atención de la pareja, quienes giraron con fuerza su rostro hacia el anciano.

— Protégelo — de ambas bocas salió aquella simple palabra dicha por muchísimas voces que nunca había escuchado. Todas gritaban en su oído la misma palabra.

Protégelo

Protégelo

Protégelo

Protégelo

Protégelo

¡PROTÉGELO!

¿Maestro? — el de ojos morados se había levantado a servirse un vaso con agua, eran las 02 am del primero de enero, habían decidido no festejar el año nuevo y simplemente pasar la noche en la cabaña unidos. No esperaba encontrarse al anciano de pie delante de la ventana observando el bosque en la sala llena de oscuridad — ¿Está usted bien? — preguntó.

— Tuve un mal presagio, joven de Luque— el azabache se tensó un poco, pues todos siempre le había dicho a su padre "De Luque" al dirigirse hacia él, se sentía raro...— La pelea se aproxima, el bosque está inquieto y temeroso, hay muchos rumores —.

— ¿Qué debemos hacer? — preguntó nuevamente

— Prepararnos para la batalla —.

❝ HIBERNACIÓN ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora