La mejor de las escorias

Prólogo

"También va a ser mi primera vez Liu Qingge"

Ah, su voz seguía siendo repulsiva, la bruma de su mente y el dolor de su cuerpo jamás podían ocultar esa voz, tan antipática, tan asquerosa.

La lengua afilada de Shen Qingqiu se movía para blasfemar en contra de todo lo que él creía, en todo lo que las Cumbres representaban, en lo que era el camino correcto que se había forjado a lo largo y ancho de su secta, y se hacía llamar un maestro.

"... así que no me culpes sí te mato"

¿Entonces así era como moriría? A manos de la peor de las escorias.

Tosió sin querer, y le miró con toda la furia que pudo reunir, de no ser por la sangre, que se acumulaba desde su esófago a su boca, y que sabría que vomitaría apenas intentase pronunciar una palabra le habría insultado por la bajeza de su nombre.

¡Maldito Shen Qingqiu! Eres la peste entre las pestes, ¡mierda de perro! Estúpido y rencoroso, sucio impertinente, el perro entre los perros, la vileza encarnada en estupidez.

Aunque estaba realmente malherido, quería mantener la postura orgullosa que había llevado en todos sus años como Maestro de Cumbre. Y no podía hacerlo. Cada momento, cada segundo su consciencia se retiraba a pasos largos y él atacaba como bestia salvaje que buscaba defenderse de la inminente muerte.

Ataques que dejaron de ser efectivos, no eran rápidos, ni la mitad de fuertes de lo que él era, ni siquiera podía mantener la postura erguida.

De no ser por su desviación de Qi, Shen ni siquiera tendría una oportunidad de verle en ese estado, tan deplorable y vulnerable.

La palmada de Shen Qingqiu llegó como un torrente de agua fría que se deslizaba por sus venas, pero que hervía su sangre.

La bruma se hizo más densa, de sus labios se deslizó la sangre y sus pestañas batieron sobre sus mejillas.

Ah, así era como moriría. A manos del infame Shen Qingqiu.