Capítulo 5

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Luo Binghe había insistido en que podía llevar a Shen Qingqiu a su habitación, pero Liu Qingge asumió la responsabilidad por ser el mayor y el más fuerte, después de que el Maestro de la Cumbre Bai Zhan hablase, nadie dijo nada.

Con Shen Qingqiu en sus brazos, camino hasta la casa de bambú, alejada del ruido y las multitudes la habitación se erguía en blancos y suaves verdes, en cualquier otro momento se habría sentido hasta asqueado de hacer ese trabajo, y sin pensarlo se lo habría entregado a Luo Binghe.

Sin embargo, en esos momentos necesitaba que llegase Mu Qing para una revisión y sanación para Shen Qingqiu, en ese instante ansioso sólo podía pasarle energía espiritual y comprobar que su pulso no se había detenido, entonces tenía que llevarlo él mismo, mantenerse en contacto físico y ayudarle en silencio.

Al llegar a la casa de bambú ninguno de los discípulos que estaban a su espalda se atrevió a entrar, pese a haber pululado a su alrededor preocupados. Liu Qingge suponía que a Shen Qingqiu le gustaba tanto estar de perezoso que simplemente no dejaba que nadie le interrumpiera.

Igual eso le dio mayor libertad por unos momentos.

Al dejarlo en la cama mantuvo su mano aferrada a la muñeca del otro, sin contacto directo entre ambas palmas, pero apreciando el pulso bajo la que yacía bajo la propia, esto, se dijo a sí mismo, era únicamente para ayudarle con el veneno que se extendía a cada segundo en los meridianos de ese Maestro tan suicida.

Apretó su mandíbula, el mal presentimiento en su pecho incrementó como las llamas siendo rociadas por alcohol de caña.

Su mano derecha paso suavemente por la tela del traje de Shen Qingqiu que lo representaba como parte de la Secta de la Montaña Cang Qiong, aquella que le daba un rango siendo el Maestro de la Cumbre Qing Jing.

Con las orejas ardiendo y el mal presentimiento en su pecho latiendo con fuerza, le quito las túnicas exteriores con lentitud, temiendo despertarlo a veces, encontrándose deseando que despertara... solo para partirle la cara por tentar al diablo de ascender al cielo.

'Si sabes que eres débil retírate, si no puedes proteger a nadie escóndete'. Shen Qingqiu había vivido con esa frase por años. Ahora se lanzaba a la muerte.

Shen Qingqiu si tanto deseabas morir habrías acudido a él...

Lo hizo.

Acudió a él, pero lo hizo para salvarlo.

¿Shen Qingqiu, estás tan cerca de la muerte que estás arreglando los asuntos que antes no tenían arreglo?

El sólo pensamiento le causo un peso en el pecho, no como el mal presentimiento, sino solamente un peso. Un ligero dolor agudo acompañado del ceño fruncido.

Mientras esperaba a Mu Qing se puso a pensar, obviamente, en el cambio de Shen Qingqiu, queriendo ser su amigo, peleando honorablemente, salvando a un discípulo que odiaba, cuidando de la Cumbre Qing Jing y manteniendo su apariencia frente a los demonios.

Qué apariencia.

No lo había visto antes (no lo habría soportado y ni siquiera habría querido hacerlo), pero Shen Qingqiu tenía la piel tersa, clara como porcelana que pronunciaban los rasgos afilados, los pómulos ligeramente altos, la nariz de punta, no respingada realmente, sino con una ligerísima puntilla, y las pestañas negras que batían ligeramente por el dolor. Labios delgados y carnosos.

Pareció realmente interesarse en estos, pues se quedó un momento largo observándoles.

Después de todo, ¿estos labios no habían sido los mismos que escupían en su camino?, ¿no eran los mismos que pedían todo arrogantemente y jamás entregaban algo?, ¿no eran aquellos los que se mofaban de las desgracias ajenas, pero lastimaban cuando iban en su contra?, ¿no eran aquellos los labios más venenosos y crueles de todas las Cumbres?

Sin embargo, también habían sido ellos los que habían pronunciado alivio por su recuperación, los que habían hablado con tranquilidad para hacer las paces con él, los que no tenían malas intenciones y solamente intentaban arreglar las cosas. Los que habían permanecido firmes con los demonios, los que habían sido tiernos con sus discípulos.

Se quedó a su lado hasta que fue de mañana, estaba exhausto, aunque los puentes apenas habían sido reparados, los discípulos habían ido tan rápido como pudieron con Mu Qing. Sin embargo, muchos de ellos no sabían volar en espadas y los que sabían no tenían la propia o estaban directamente en otras Cumbres.

Mu Qing llegó tan pronto se enteró y le miró con una sorpresa inaudible hasta para él mismo.

Ya, ya lo sabe, pero es que esta escoria inmunda, estúpida y arrogante parece ser menor inmunda, estúpida y arrogante... Pero seguía siendo una escoria.

Mu Qing aceptó el ceño fruncido de Liu Qingge como 'no hables, haz tu trabajo o te asesinaré', entonces lo tomó como una tregua entre Shen y Liu como hermanos marciales, poniéndose a trabajar en silencio ante la atenta mirada de Liu Qingge.

Su cuello se encontraba con una ligerísima capa de sudor ante el otro. ¡Ya lo estoy curando! ¿de acuerdo?, ¿qué más quieres?, ¿qué encuentre un antídoto para 'Sin Cura'?, ¡Lo siento, pero no hay cura! Por algo se llama Sin Cura, el nombre es simple, pero cierto.

¡Ya deja de verme!

Pero Liu Qingge, por supuesto, no escuchaba sus pensamientos internos, y se mantuvo observando como trataba a Shen Qingqiu hasta el Primer Hermano Marcial llegó.

Sólo entonces salió de la habitación con una reverencia y unas falsas disculpas, diciendo que estaba cansado y se iba a su Cumbre a descansar.

¡Mentiroso!, ¡embustero! Si realmente estuvieses cansado te habrías ido apenas llegué, lloraba Mu Qing, pero, por supuesto, nadie leía sus pensamientos internos.

La escoria despertó al día siguiente, Ming Fang, tras ser advertido el día anterior, pidió un llamado al Líder de la Secta Bai Zhan anunciando que Shen Qingqiu despertó.

Y Liu Qingge suspiro bajo, incluso un poco trémulamente, al entrar a la casa de bambú y encontrarse con Shen Qingqiu levantado, hablando con el Hermano Marcial Mayor, disculpándose por las molestias que había ocasionado.

Vaya escoria, sí lo sabía que se disculpara aún más, ¡y con Liu Qingge que había sido quien le salvó el trasero!

Escoria de entre las escorias, míralo, este honorable Dios de la Guerra que es conocido por ser tan frío y estoico como un hielo, míralo a él. Ha dejado de fruncir el ceño.

La mejor de las escoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora