Capítulo 40

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Había visto a Shen Qingqiu pasar un luto silencioso por Luo Binghe, lo había visto no salir, ni comer, ni hacer absolutamente nada por alguien... alguien que ahora, vivito y coleando, sostenía el cuerpo de este Maestro, incluso decía algo, en realidad todos parecían estar diciendo algo, pero Liu Qingge no pudo entenderlos.

Hablaban el mismo idioma y sus voces, aunque alteradas, eran legibles, era solo que él no podía saber exactamente de qué estaban hablando.

Había palabras, podía saber eso, pero la forma en la que se conectaban simplemente no parecía correcta, en ese momento nada se veía correcto.

Su vista se había congelado en el cuerpo de Shen Qingqiu, esperando a que terminase con esa estúpida farsa que, de no ser por la sangre en el traje blanco, habría sido de lo más corriente y poco realista, entonces a pasos vacilantes se acercó a esta escena que tan ajena le parecía.

Mientras se acercaba, los discípulos de la Cumbre Qing Jing, así como los del Palacio Huan Hua, lucharon entre sí durante todo el camino antes de poder alcanzar el centro donde se encontraban estas dos personas. Dueños de todo el espectáculo.

Ning Yingying sintió su corazón serpentear de la garganta al vientre, el Maestro Liu no había mentido, ¡Luo Binghe realmente seguía con vida!. Por un momento sintió tanta alegría que corrió al frente de todas estas personas, Ming Fang a su espalda corría con la misma intensidad que ella por razones distintas.

Quería detenerla porque este idiota ya se había llevado el alma de su Maestro, y en parte Ming Fang no quería otorgarle también la felicidad y el amor de esta dulce Hermana Marcial con la que había crecido.

Sin embargo, ambos se detuvieron en pasos largos, haciéndose más lentos junto con el cambio de expresión en sus rostros, llegaron a imponer una diferencia de tres a cinco pasos entre ellos y Luo Binghe.

Luo Binghe, que una vez había sido el amado discípulo de aquel al que sostenía, Shen Qingqiu, cuyos ojos ya estaban cerrados pacíficamente. Ese Luo Binghe no se parecía en absoluto al mismo Luo Binghe que ellos conocían, al que le habían dado un espacio especial en sus corazones, rezando por él junto a Shizun, permaneciendo en luto en su amada Cumbre.

Las palabras de Ning Yingying que estaban a punto de gritar por el regreso de su primer amor, cambiaron repentinamente, temblaron en cuanto su voz salió de ella: "Ah-Luo... Shizun... ¿Qué le pasó a Shizun?"

Liu Qingge, al escuchar la voz de esta chica, fue como si todo este peso doloroso cambiase a una furia incontrolable, el golpe de energía de Luo Binghe no le permitiría pelear, pero no refrenó su ira. Tampoco detendrá sus palabras.

Porque Shen Qingqiu seguía jugando al muerto, a pesar de escuchar la dulce voz de su querida discípula. Así que, en medio de la ira, intentó esclarecer la mente de estos chicos.

Todavía había un rastro de sangre junto a sus labios cuando dijo con una expresión pesada: "¡Está muerto!"

Sus palabras se atoraron en su garganta, su mente le dio una mala pasada porque se tragó lo fundamental, '¡No está muerto!', está jugando, es un baboso que le gusta asustar a los demás, era así, pero no podía decirlo.

Sus palabras se cerraron en su garganta, '¡No está muerto!' quería gritar, aunque aquellas le dolieron más de lo que deberían. Era verdad que era un imbécil, y sólo estaba jugando como el dramático que era, sin embargo, vio el rostro de todos los discípulos, estupefactos.

Y él ya no podía decirles un consolador 'No está muerto'. Ni siquiera le salían las palabras a él.

Ming Fang, entre toda esta ira y desasosiego alzó su voz: "¡¿Quién lo mató?!"

La mejor de las escoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora