Capítulo 24

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39.

Estaban de espaldas.

Sólo podía mirar parte de las paredes oscuras de la cueva, la línea que marcaba la distancia entre sus cuerpos no era más que un fuego en medio de ellos, encendido por Liu Qingge.

Shen Qingqiu soplaba suavemente el abanico, esperando a que se secase, así que ese ligero oscilamiento en el viento también era capaz de escucharlo. Sospechaba que, a veces, no era realmente una buena idea ser tan excepcional con tus cinco sentidos.

Las ropas estaban puestas sobre las rocas, estiradas en toda la piedra que daba al fuego, sin acercarse demasiado a éste.

Liu Qingge podía escucharlo detrás de él, Shen Qingqiu respirando, moviéndose poco, agitando el papel con cuidado para que no se rompiese, el crujir de la madera al arder y las virutas de éste al desprenderse para volar entre ellos, el corazón de Shen Qingqiu estaba tranquilo y él temía que pudiese escuchar el propio, que bombeaba como si algo realmente malo estuviera pasando.

Sin embargo, la sensación no tenía sentido porque en realidad era bastante agradable, cálido.

Liu Qingge permaneció rígido, misma posición que usaba para ir a la casa de Yue Qingyuan (aunque no era la que usaba estando con Shen Qingqiu), sus puños sobre los muslos que reposaban sobre sus tobillos.

Su corazón parecía estar más contento y rebosante de energía a cada segundo, pues en lugar de quedarse callado al hacerse poco más consciente de la otra persona este se ponía incluso mucho más enérgico, parecía estar bailando cada vez un poco más fuerte, y se sorprendió (decepcionó) de que Shen Qingqiu no dijera nada al respecto.

Shen Qingqiu que seguía sin saber nada acerca de lo que había pasado en las últimas horas.

Ya había anochecido afuera, ¿sería bueno tocar las prendas para comprobar si ya se han secado? Probablemente sí.

La razón le decía que debía hacerlo más rápido para poder irse pronto, este mismo razonamiento era acallado por algo más poderoso e instintivo (algo que él conoció en el campo de batalla, aunque desconocía de su existencia fuera de este) que gritaba, a todas voces, que no habría otro momento así y que debía aprovecharlo.

Una persona tan bruta como Liu Qingge no sabría lo que esto significaba, esto puede ser bueno porque esta misma persona tan bruta en los sentimientos es fácil de contentar con algo tan simple como esta cercanía.

El silencio no importaba, la presencia de Shen Qingqiu a cuatro o cinco pasos de sí, era incluso más ardiente que el fuego.

Aunque este bruto Maestro no pudiese hacer más que mirar por el rabillo del ojo, con su rostro tan rígido como el resto de su cuerpo, todo indicaba que Shen Qingqiu seguía allí, a su lado, dándole la espalda y permaneciendo a una distancia prudente.

Si girase apenas un poco la cabeza, con seguridad, lo vería allí.

Exactamente en el lugar donde lo quería, cerca, a la vista, completamente seguro al encontrarse bajo su protección.

Shen Qingqiu no lo sabía, pero este bruto Maestro tenía esta ciega seguridad en sí mismo, seguridad que no compartía con nadie más.

Si esta persona estaba fuera de su visión, se encontraría ansioso, incluso un poco preocupado, porque no sabía dónde estaba, y por ello no sabría si esta persona que era tan débil podría cuidar de sí mismo.

Por eso le gustaba ahí, cerca, porque su ciega seguridad en sí mismo le gritaba que solamente esta persona podía ser cuidada por él.

'Sí se queda a mi lado, nada malo le pasará'

La mejor de las escoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora