Capítulo 5: Cigarrillos y tequila

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Luego de haber dejado a Lía en su apartamento, Scott atraviesa ese barrio observando a las personas que están en la calle, a los grupos reunidos que de seguro se creen dueños de la calle hasta que él para frente a una tienda de ese mismo barrio sin el temor de ser robado o algo peor.
No es la primera vez que hace esto y tampoco es la primera vez que compra una botella de tequila y dos paquete de cigarrillos, todo bajo la curiosa mirada del dueño de la tienda que cobra los productos.

— quédese con el cambio— habla Scott, mientras saca del bolsillo de su chaqueta un encendedor y termina por encender un cigarrillo.

— Gracias, vuelva pronto— habla el hombre de barba ante la generosa paga de Scott, pero él ya no se digna a contestar, toma la bolsa con sus cosas y sale de la reducida tienda.

Encuentra un par de ojos deseosos por el Nissan pero ninguno se atreve a acercarse así que se retira del lugar sin inconvenientes.
Cuando llega a su apartamento, de nuevo las luces están apagadas pero la luz de la luna está iluminando el lugar donde antes estaba con Lía, sentados en el suelo y el recuerdo al sabor de sus labios vuelve demasiado rápido, así que abre la botella de tequila y no se molesta en conseguir un vaso, sino que le da un buen trago para hacer que esa fuerte bebida que pasa por su garganta y moja sus labios, haga que se olvide de Lía, que lo haga reaccionar y que no termine por entusiasmarse por una relación con ella; pero  falla, ya que termina en el suelo, en el mismo lugar que estuvo con ella, bebiendo, fumando y aún el tequila no hizo más que hacerle recordar que él puso todo de sí para no sobrepasarce con Lía cuando la besaba, que no llevo ningún libro, que simplemente la volvió a seguir y la vió entrar en la biblioteca, que no pudo sacarse de la cabeza a Lía desde  la primera vez que la vió. Y todo eso, lo lleva a tomar su móvil y con el reloj mostrando que son pasada la medianoche, marca el número de Lía, el cual ella le había dado. Al tercer timbre, la voz confundida de Lía cobra vida,

— ¿Hola?

Pero Scott no habla, su cabeza está apoyada sobre la pared, está mirando el techo, en su mano izquierda descansa la botella y entre sus dedos un cigarrillo por la mitad.

— Hola— está vez la voz de Lía es más enfadada, — Sea quien seas, ¡Ve a molestar a tu abuela!— y eso hace que una pequeña risa se escape de los labios de Scott, — ¿Hola?

— no te enfades— habla Scott con una voz más ronca de lo normal.

— ¿Scott? Scott— afirma sin poder evitar sonreír.

— ¿Qué estás haciendo?

Lía, rie por lo bajo, —son casi las una de la madrugada, estaba durmiendo. Sabes, tu amigo le encargó una pintura a Elle, y aunque lo niegue se que esta muy entusiasmada. Tuve que obligarla a irce a dormir — y vuelven a reír, — ¿ Y tu, qué haces?

Scott, lleva su vista a su mano que sostienen la bebida y el cigarrillo y luego pasea la vista por la estancia a oscuras.

— ¿Qué piensas que hago?

— seguro miras una de esas series que se estrenan o lees un libro, ¿Acerté?

— acertaste— miente.

— estoy escuchando unos pasos, estoy segura que Elle, sigue por allí.

— ¿ Y si es un monstruo?

— no creo en ello.

— los monstruos son reales, los fantasmas son reales también, viven dentro de nosotros  y aveces, ellos ganan.

Y ahí está de nuevo, las palabras que significan demasiadas cosas para Scott, pero que Lía no puede entender.

— ¿Scott?

Mi Dulce Perdición ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora