Capítulo 29: Un fin, para el pasado

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Dixon, llega a la casa de Daniel entre esa constate llovizna ya que esta tarde será el alta de Masón y pretende ir a acompañarlo.

Golpea la puerta y nada, toca el timbre y nada, entonces golpea la ventana y no, nadie atiende. Así que llama a Daniel y escucha que el móvil suena, adentro de la casa, pero el joven no contesta.
En otra realidad, Dixon sería  paciente pero en está no, así que va a la puerta trasera de la casa, le da tres patadas y la abre.

Todo está en pleno silencio, el móvil de Daniel está en el sofá pero no hay rastro de su amigo por ningún lado y ya son las nueve de la mañana.
Ahora Dixon está preocupado ya que nunca Daniel había desaparecido así.
Él recorre la casa, habitación por habitación pero nada, aún así, se sienta en el sofá de la sala, mirando fijamente la entrada pero afortunadamente, en quince minutos, la puerta principal se abre, dejando ver a un agotado Daniel.

El joven se para de golpe cuando ve a Dixon en su sala. Ninguno de los dos dice nada, pero Dixon se pone de píe y a unos pasos de Daniel puede ver su pómulo hinchado y rojo, un corte en la esquina de su labio y además el olor a humo, tabaco y alcohol llega a sus fosas nasales.
Todo está más que claro para Dixon y Daniel lo sabe.

— estoy cansado, debes irte— habla Daniel pero cuando trata de dar un paso, Dixon se pone frente a él, impidiéndolo.
— ¡déjame en paz!— gruñe,
— sí, sí fui a pelear y eso es todo. No puedes condenarme por eso...

—¿todo esto por una chica?— escupe Dixon que trata de mantener su calma.

— no es sólo por ella. Está vida es una mierda, yo necesito hacer algo porque sino me volveré loco.

— pelear no es la solución. Ese mundo no es sano para ti...

—¿Y qué si lo es?— reí sarcásticamente.

— ibas a terapia...

— ¡y nunca funcionó! Me mandaron a la maldita terapia en grupo para que que un imbécil me diga “tienes T.E.I, acaso cuando te enojas golpeas a tu novia”...

— sabes que no eres así y eso debe bastar.

— ¡¡Ya basta!!— ruge Daniel, — no tienes que preocuparte por mí, no soy nada tuyo, solo somos amigos. Déjame  caer por unos minutos, lo necesito, Dixon. No sé en que momento pero tú solo te hiciste una promesa de protegerme pero sabes que no lo puedes hacer, no está en tus manos.

— no fue una promesa, fue mi decisión. Hubiera querido tener a alguien en quien apoyarme cuando mi padre era un maldito adicto y yo su bolsa de boxeo. No tengo a nadie más en este mundo y solo ví a un hermano contigo. No pretendo protegerte de todo, pero sí salvarte de ti mismo.

Daniel, no es capaz de decir nada.

— todos nos perdemos pero también volvemos— sigue Dixon, — regresa Daniel, eres mi hermano y te seguiré esperando, incluso en tus días malos.

Dixon, le regala una sonrisa y ante los ojos turbios de Daniel, se despide con ese gesto, sin que ninguno de los dos diga algo más....

Scott, sale de su habitación y encuentra a Tyler hablando muy feliz con Elle por su móvil, asi que este último ni se percata de la presencia de Scott, quien pasa detrás de él en silencio en dirección a la cocina, donde se prepara un café, se sienta en uno de los taburetes pero instantáneamente llega una sola persona a su mente, esos ojos azules, esa sonrisa y todos aquello recuerdos...

***

....— vives en un palacio.

— es un apartamento.

— ¿Esto es un apartamento? Yo vivo en uno y no es así.

— el piso es mío.

— ¿Cuántos malditos apartamentos entran aquí?

Mi Dulce Perdición ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora