Capítulo 30: Un nuevo amanecer

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Scott, puede presenciar la llegada del día, la salida del sol ya que se ha despertado luego de una pesadilla a las cuatro de la madrugada y ya no volvió a dormir.
La carta que es para Lía, está sobre la mesa en la sala ya que aún está buscando el valor para enviarla. Aún está mirándola, parado en la sala, bebiendo su café, tratando de predecir cuando será el momento adecuado hasta que el timbre de la puerta, lo pone en alerta.
La única persona que cruza por su cabeza es Lía, como una idea que lo tortura día tras día pero cuando abre la puerta se encuentran con su padre, esta vez, más sonriente que de costumbre.

— ¿Papá?– pregunta, con la frente fruncida pero Isaac sigue sonriéndo.

— dieron con los hombres de Marcos–larga un suspiro al terminar esas palabras que estaban estancadas en su garganta.

—¿y él?

— cinco días Scott, cinco dias.

Scott, lo mira confundido sin entender.

— sus hombres le dieron una información a la policía. Marcos, se reunirá con un hombre en una fiesta que se realiza el viernes por la noche.
La policía ya infiltró a hombres cercanos al sujeto de la fiesta– vuelve a suspirar — esto se acabará hijo— toma a Scott por los hombros y lo abraza, — todo se terminará.

Scott, lleva sus ojos a la carta, quizás se lo pueda decir a Lía, todo en persona.

— confío en tu felicidad– habla Scott, ya que estará cien porciento seguro de que todo termino cuando Marcos este bajo rejas.

Cinco días, lunes, martes, miércoles, jueves y el viernes por la noche la pesadilla tiene que acabar, porque está arrasando con la felicidad del comienzo de una historia que debe continuar.

Scott, trata de disimular una sonrisa para su padre pero la vida siempre lo llevo a desconfiar. Luego de que el tan feliz hombre se haya ido, Scott se bañó, tomó las llaves de uno de sus vehículos, que no fue su Nissan, ya que optó por uno que no le hiciera llevar con él a Tomás, así que se subió a una motocicleta negra que hace mucho no lo usaba y se fue.
Tomás, soltó un sin fin de maldiciones porque el joven volvió a burlarse de la seguridad, pero aún así, Scott logro escapar y termino a unos metros del apartamento de Lía...

Al quitarse el casco,  tiene sus ojos puestos en la ventana de la habitación de la joven, como si a esa distancia pudiera verla pero ella no está allí.

Lía, está parada a pasos de él, con una bolsa de plástico en su mano.
Sus piernas le están jugando una mala pasada ya que comienza a flaquear más cuando nota que él está mirando en dirección al apartamento.
Scott, está vestido idéntico como la primera vez que la vió en la biblioteca, hasta esos rebeldes cabellos cayendo sobre su frente.

Parecen pasar minutos preciados, hasta que Lía por fin habla.

— Hola— dice en voz alta, lo suficiente para obtener la atención de Scott, quien queda anonadado al verla allí, — hola— repite, — ¿se te perdió algo?

— No— responde Scott, buscando alguna escusa convincente a su alrededor.

Lía, arquea una ceja, — claro, bueno debo irme— y con un dolor en el pecho, comienza a caminar en dirección a su apartamento, mirando de reojo a Scott, esperando con todas sus ansias que él la detenga, que la siga, que le diga que lo siente pero no obtienen respuesta alguna hasta que empuja la puerta del edificio para entrar y es allí cuando Scott la toma del brazo y la mete dentro rápidamente.

— no quiero arriesgarme a que Marcos este cerca— justifica su acción.

— claro, por eso estabas frente a mi edificio.

Mi Dulce Perdición ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora