Capítulo 35

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Paulina en multimedia.


Decidí volver a casa. Habían sido demasiadas emosiones en muy pocas horas y mentalmente no estaba muy bien.

En mi mente se repetían cada una de las palabras de Alexander diciendo quererme, cada una de ellas era una vil mentira.

Decidí tomar una siesta para descansar mi mente, pero aún en mis sueños seguían apareciendo esos malditos ojos azules.

Para cuando desperté me di cuenta de que había una grabadora en la mesita de noche. Que yo recuerde puse eso ahí.

Fruncí el ceño, tenía una pequeña nota pegada al botón rojo que decía "oprime para escuchar". Por un momento me asusté creyendo que era otra de las artimañas de Andrés, pero era imposible que él hubiera dejado eso, toda la cuadra está siendo cuidada por los hombres de Alexander.

No es de mi agrado que él y yo tengamos algo que nos conecte, pero no tuve otra opción que aceptar, por mi bien y el de todos.

Presioné el botón y automáticamente la voz de Alexander llegó a mis oídos. Mi mente le dió ordenar a mi mano para apagar el aparato, pero esta no la acató.

"No tengo como poder explicar todo lo que ha pasado, y aunque lo explique se que no me vas a creer, pero te pido que confíes en lo que te diré o al menos me escuches –hizo una pausa.— Alexa, no hubo ni habrá nada entre Paulina y yo... yo te amo –era la primera vez que le escuchaba decir esas dos palabras.— ella volvió a la ciudad el mismo día de nuestro cumpleaños y me pidió que nos viéramos para hablar, no medí el tiempo y tenía miedo de que te enteraras que estaba con ella, por eso mentí, las otras veces que me vi con ella... no tengo ninguna excusa o explicación para eso, solo... me gustaba su compañía y nada más, hablábamos de lo sucedido y nos reconfortábamos el uno al otro, pero yo a ella no la veo más que como una simple amiga, lo que tuvimos está en el pasado y ambos estamos de acuerdo en eso, y no te quise contar nada cuando me pediste una explicación porque temía que mal interpretaras las cosas, pero eso solo lo empeoró. No espero que me creas, de hecho, seria un milagro que lo hagas, pero me conformo con que hayas escuchado mis palabras."

Suspiré. Ya no sabía que pensar... y aunque pudiera hacerlo, la cabeza me dolía demasiado como para eso.

Hice la grabadora a un lado y salí del cuarto.

Alexander, Jonh, Marco, Matías, Dante, Bianca y Ryder estaban en la cocina, al verme se callaron.

—Necesito una pastilla para el dolor de cabeza –le dije a Bianca.

—¿Estás bien? –su voz llegó a mis oídos. Asentí sin mirarlo.

Bianca me pasó la pastilla y un vaso con agua. Una vez que tuve lo que quería me fui tan rápido como vine.

—Alexa –me se tuve, sin embargo no me giré.— ¿escuchaste lo que te dejé? –asentí.

—Si... yo... –me giré y lo encaré.— te escuché.

—Vale.

—Si esperas que...

—No espero nada –me interrumpió.— escuchaste lo que te tenía que decir y eso era lo único que quería –asentí. Me giré sobre mis talones y volví a mi cuarto.











(...)









—Se que esto es muy incómodo, pero agradezco que hayas venido –asentí.

Una semana después de lo sucedido, la mamá de Daniel me invitó a una cena familiar, y, aunque ya no era novia de Daniel, sus padres me seguían considerando parte de la familia. Además, Daniel me había ayudado mucho para volver a ver a Isabella, una cena con su familia que incluye a su hermana (el primer amor de mi ex) no sería algo tan malo.

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