Capítulo 38

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Mariana (la hermana de en medio de Paulina y Daniel) en multimedia.


—¡Eres un asco! –lo empujé lejos de mi.

—Eso no es lo que dices cuando... –le lancé un cojín haciéndolo callar.

—¿Por qué mejor no me hablas sobre lo que hiciese hoy ? –se encogió de hombros. En el momento en que abrió su boca su celular empezó a sonar.

—¿Qué? –contestó de mala gana.— no, no iré, quiero pasar un rato tranquilo con mi novia –hizo una pausa.— ¿estás loco? Eso nunca, hablamos luego –colgó.

—¿Quién era? –pregunté curiosa.

—Jonh –respondió.— hay una fiesta y los chicos quieren que vaya para hacer... ya sabes que –me dio una mirada cómplice.— Jonh trató de convencerme para que fuera, pero le dije que no porque estaba contigo y luego el muy cabrón sugirió que te llevara...

—Vamos –lo interrumpí. Me miró con una ceja enarcada.

—Alexa, no te voy a llevar a una fiesta y dejarte sola mientras estoy vendiendo drogas –reí.

—Pues vamos y no vendas, estoy segura que los chicos entenderán –sugerí. Me miró por un largo tiempo, parecía pensarse lo que le dije.

—Vale, pero dame tu celular –se lo pasé.

—¿Qué estás haciendo? –pregunté cuando vi que le quitó la tapa al aparato.— ¿por qué será que no me sorprende que le estés poniendo un GPS a mi teléfono? –pregunté cuando entendí lo que hacía.

—Porque me conoces –dijo obvio.— deberías agradecer que no te pongo uno en el trasero –lo miré mal.— sabes que es por seguridad –aclaró.

—Seguro, así como yo también debería ponerte un candado en los pantalones –entrecerró los ojos en mi dirección.— es por seguridad –añadí inocente. Giró los ojos.

Me levanté de la silla y fui a mi closet, tomé unos jeans rasgados y un top floreado, y me vestí sin pudor alguno frente a la lujuriosa mirada de mi novio. Al terminar, acompañé mi atuendo con unas sandalias.

No me maquillé, solo me puse rímel y brillo labial, y dejé mi pelo suelto como de costumbre. Cuando estuve lista me giré hacía Alexander quien aún no despegaba su mirada de mi cuerpo.

—¿Qué? –pregunté.

—Eres tan hermosa –acarició mi mejilla. Me miró a los ojos.— ¿de quién son esos ojitos?

Tuyos.

—¿Solo míos? –asentí.— ¿y tú también eres mía? –volví a asentir.

—Toda tuya –respondí.

—Yo también soy todo tuyo, shawty –besó mi frente.— nos pertenecemos el uno al otro.








(...)




—No te separes de mi –fue lo primero que dijo Alexander una vez entramos a la discoteca.

Tengo que admitir que me agradaba el sonido de la música retumbando por las bocinas, Alexander dejó en claro que vendría a la fiesta solo para "vigilar" que todo marche bien, que no me expondría al peligro de vender estando junto conmigo.

Vamos, apuesto que si me lo propongo puedo vender hasta más mercancía que él. Reí de mis pensamientos, ser novia de un gánster ha cosechado frutos, y no muy buenos he de decir.

Decidí animar a Bianca para que nos acompañara ya que aunque esta era una pequeña salida con mi novio, también quería tener una noche con mi chica para divertirnos un poco.

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