—Alexa –Bianca me llamó. Pero yo no podía quitar mis ojos del auto en llamas.— ¡Alexa! –me hizo mirarla.— levántate, vámonos –me ayudó a ponerme de pie. Salimos corriendo sin rumbo alguno.
Yo no dejaba de pensar de que el chico que había conocido hace unos minutos estaba muerto.
Llegamos hasta su auto y Bianca no podía con las llaves, estaba temblando.
—Yo conduzco –ella estaba mucho más nerviosa que yo, no podía conducir en ese estado. Yo tampoco podía, pero una de las dos debía hacerlo.
—Está muerto –susurró cuando empecé a conducir.— Dios –se estrujó la cara.— yo pude haber muerto con él –lloriqueó.
—¿Qué? –fruncí el ceño.
—Si yo me hubiera subido al coche con él, en lugar de acompañarte...
—Dios mío –mis ojos se llenaron de lágrimas. Aparqué el auto y la abracé, lloramos juntas por el pobre de Samuel y por lo que pudo haberle pasado a mi amiga.
Esto había sido algo irreal.
Nuestro llanto había parado, pero nos mantuvimos abrazadas por un buen rato.
—Es mejor seguir nuestro rumbo a casa, la calle está muy oscura y casi no hay nadie –dijo Bianca separándose de mi. Asentí e intenté encender el auto, pero no pasaba nada.
—Oh no –dije aterrada.
—¿Qué sucede?
—El auto no enciende –entente encenderlo y nada.
—Esto debe ser una broma –habló Bianca, nerviosa.
No lo pensé dos veces y marqué el número de Alexander. Pero no contestaba. Llamé reiteradas veces y seguía sin contestar.
—¿A quién llamas?
—A Lítost, pero no contesta –intenté mantener la calma, con la cabeza caliente no se llega a nada.
—Mi celular no tiene señal –frunció el ceño.
De pronto, un auto se aparcó a nuestro lado. Crucé los dedos para que no fueran unos criminales.
Dos sujetos se desmontaron de la camioneta y caminaron en nuestra dirección. Estaba muy oscuro, no podíamos ver quienes eran
—Si se acercan mucho se los clavas en un ojo –Bianca me pasó su arete, vi que en su mano tenía el otro.
—Vale –agarré el arete firme.
Tocaron la ventanilla del lado de Bianca. Dudé en bajarla, pero Bianca asintió dándome permiso.
—¿Problemas, chicas lindas? –no puede ser.
Samuel estaba frente a nosotras.
—¿Por qué esas caras? –preguntó divertido.
—¿Qué..? –balbuceé.
—¡Estás muerto! –gritó Bianca, frenética.— ¡tu auto explotó.
—Si, larga historia –Samuel le restó importancia.— vamos camino a una fiesta, ¿quieren ir?
¿Este sujeto está demente o qué?
—No –dijimos Bianca y yo al unísono.
—Vamos, será divertido –animó él.— llamaré a unos amigos para que vengan a revisar su auto, y cuando lo arreglen lo lleven a la fiesta para que se puedan ir –negoció.— no voy a dejar que se queden aquí solas, puede pasarles algo.
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Lítost
Teen Fiction"Luego de todo lo que hemos pasado, no había forma de que yo me permitiera perderlo. Él se había metido en mi cuerpo como una bala sin salida, y haría todo lo que fuera por mantenerlo conmigo. Y ahí surgió una pregunta en mi cabeza: ¿Sería capaz de...