Capítulo 18

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—Alexa, coloca este grupo de libros en ese estante –dijo el señor Thomas.

Hice lo que me indicó, de pronto siento baja algo de mi intimidad. Joder, se suponía que me llegaría en la próxima semana.

Rápidamente entré al baño y confirmé mis sospechas cuando vi unas pequeñas gotas rojas en mi ropa interior. Lo peor era que yo no tenía ni una sola toalla íntima.

Bianca había salido a comprar algo de comer, así que ella no podía ayudarme con este problema. Tomé el papel higiénico y tomé un poco enrollándolo de manera que pudiera aguantar unos minutos para que me diera tiempo de cruzar la esquina hasta la farmacia de la otra calle.

Hice unas cuantas oraciones para que no se me pasara y salí de baño.

—Señor Thomas –le llamé.— saldré un momento, es una emergencia.

—Claro que si, Alexa, ¿está todo bien?

—Si, vuelvo enseguida –salí prácticamente corriendo o de la biblioteca, pero con cuidado de que mi toalla improvisada no se saliera de lugar.

Entré a la farmacia y casi me desmayo cuando vi la gran fila que había para pagar. Este tipo de cosas solo me pueden pasar a mi.

Fui hacia las toallas íntimas y tomé un paquete, en eso veo a un chico que trabaja ahí organizando unos paquetes.

Lo que estaba apunto de hacer sería una de las cosas más vergonzosas que haría en mi vida.

—Hola –lo saludé nerviosa.— mira iré directo al punto, acabo de tener un accidente menstrual y necesito de tu misericordia para salir rápido de aquí con este paquete –le mostré las toallas íntimas.— obvio lo pagaré, pero necesito irme antes de que se pase a mi ropa.

—Creo que es un poco tarde –señaló detrás de mi.

Miré hacia dónde apuntaba y me vi reflejada a través del cristal de una dispensadora de gaseosas. ¡Tenía el pantalón manchado! Justo hoy tenía que ponerme un maldito pantalón claro, excelente, Alexa.

—Cúbrete con esto –me pasó un abrigo. Lo até a mi cintura con rapidez.— pásame el paquete –se lo pasé. Pasó el paquete por una máquina hasta que hizo "bip".— listo, no tienes que pagar, corre por mi cuenta.

—Pero...

—Yo que tú me apresuraría antes de que esa mancha se agrande –me interrumpió.

—Vendré a pagar en un rato –dije antes de salir corriendo.

Cuando llegué a la biblioteca corrí y me encerré en el baño, llamé a Bianca para que pasara por la casa y me trajera unos pantalón nuevo.

Mi amiga llegó y por fin pude respirar con tranquilidad cuando ya estaba todo bien. Bueno, no del todo, ahora tenía cólicos, y se me olvidó decirle a Bianca que me trajera unas pastillas.

Ahora que estaba más calmada volví a la farmacia para comprar las pastillas y pagarle el paquete de toallas al chico, también le devolvería su abrigo.

—Hola de nuevo –saludó el chico de forma animada.— me alegro de que hayas resuelto tu problema.

—Así es –hice una mueca.— ¿me das una ponstan? –él asintió y fue en busca de mi pastilla.

Mientras él no estaba aproveché y tomé una botella de agua. Minutos después el chico regresó.

—Gracias –le dije. Le pasé suficiente dinero para pagar todo lo que había consumido.— si no aceptas mi dinero armaré un escándalo aquí y ahora –dije cuando vi que estuvo a punto te negar. Me tomé la pastilla con el agua rápidamente.

LítostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora