Capítulo 31

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—¿Es enserio? –pregunté incrédula viendo la ropa interior que Ryder me había regalado.— ¿como supiste qué talla era?

—Adiviné –contestó.— y si, claro que es enserio, con esa lencería lo volverás loco –me guiñó un ojo.

—Quiero decir, me encanta, pero no creo ser capaz de...

—Le diste tu virginidad en medio de la nada en el asiento de su auto, si fuiste capaz de eso eres capaz de cualquier cosa –me interrumpió. Giré los ojos.

—Si, pero...

—¿Por qué eres tan pesimista? –bufó.

—No lo soy, es que... ser sexi no es lo mío –suspiré. El me miró por unos segundos y se puso de pie.

—Mira, haz de cuenta que yo soy Lítost y trata de seducirme.

—¿Qué? –pregunté incrédula.

—Si –se sentó encima de la cama.— imagina que soy él y sedúceme –lo miré dudosa.— yo te diré que hacer.

—Vale –me mordí el labio. Me puse de pie frente a él.

—Lo primero y lo más importante de todo: la mirada, debes mirarlo a los ojos en todo momento, mirarlo como si te lo quisieras comer... ¡así no! Pareces loca –me miró con horror.— se mas sutil –asentí.— ahora acércate lentamente y mírame directamente a los ojos –hice lo que me indicó.— lo estás haciendo excelente, si no fuera gay hace rato te hubiera hecho mía –lancé una carcajada.— pon las manos en mi pecho y acerca tu rostro, pero al acercarlo hazlo como si tuvieras intenciones de besarme y te detienes abruptamente, eso los enloquece.

Estaba a mitad de mi entrenamiento de seducción cuando sentí un par de manos tomarme de la cintura tirándome hacia atrás.

—Si en cinco segundos no me explican qué demonios está pasando aquí alguien morirá.

—¿Por qué presiento que ese alguien seré yo? –Ryder se rascó la nuca con nerviosismo.

—No estábamos haciendo nada malo –intervine.

Alexander giró abruptamente su cabeza en mi dirección.

—Oh, claro que no, por supuesto que no –el sarcasmo estaba teñido en sus palabras.— ya pasaron mas de cinco segundos –miró a Ryder.

—¡Le estaba dando una clase de seducción! –gritó rápidamente cuando vió que Alexander dio un paso hacia adelante.

—¿Qué? –preguntó confundido. Me miró.— ¿qué?

—Nada, el punto aquí es que él es gay, ¿vale? Es más probable que le gustes tú antes que yo –sentía como mi rostro empezaba a picar debido a la sangre acumulada en él.

Alexander examinó mi rostro y segundos después ladeó su sonrisa con coquetería.

—Así que planeas seducirme –me miró con diversión.

—No eres el único hombre en mi vida –dije con desdén.— Ryder y yo tenemos cosas que hacer, si nos disculpas... –rápidamente tomé a Ryder de la mano para escapar de ese cuarto. Pero Alexander paró en medio de la puerta impidiendo nuestra huida.— ¿qué? –solté de mala gana.

Él puso su rostro de lado y se cruzó de brazos.

—¿Qué? –volví a repetir, pero esta vez con confusión.

—Ay maldita imbécil, que le des un beso –Ryder me empujó provocando que chocara contra el pecho de Alexander. Él me miró desde arriba sonriendo y besó mi frente.

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