Capítulo 9

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—¿Qué estamos haciendo? –pregunté más para mi misma que para él.

—Nos estamos divirtiendo –dijo obvio, sin total conocimiento de lo que yo estaba pensando.— anda, te haré flotar –me apreté a su cuerpo.— confía en mí, shawty –seguía sin soltarlo.— Alexa, estás en una posición muy comprometedora, ubicada en un lugar muy peligroso, yo me puedo controlar, pero él no –dijo en mi oído.

En ese momento me di cuenta de que mi parte íntima estaba pegada a su miembro, solo los separaban las telas que traíamos puestas. Inmediatamente me solté de él, pero él agarró mis brazos para que no me hundiera.

—Eres la primera en huir de Josh.

—¿Le pusiste nombre? –pregunté con la boca abierta.

—Claro –dijo obvio.— todos los hombres lo hacen.

—Son un asco.

—Somos amorosos –me corrigió.— anda, ponte de espaldas.

—Ponte de espaldas tú –dije a la defensiva.

—Es para que flotes –explotó a carcajadas.—

—Ah, vale –dije avergonzada, e hice lo que me dijo.

—Cierra los ojos –lo hice. Y se sintió tan bien, si pudiera pasarme toda la vida con ese sentimiento de paz haría lo que fuera.— a que se siente increíble.

—Si –dije sonriendo.

—La razón por la que no permito que las niñas como tú consuman la mierda que vendo es porque tuve una hermana que murió por su culpa –eso bastó para que saliera de mi transe y me hundiera en el agua.— ándale, sabía que lo tomarías fuerte, pero no sabia que tanto –rió levemente y me puso en la posición inicial; con mis piernas en su cadera.— ¿sigo o..?

—¿Bromeas? He esperado mucho para este momento –dije incrédula.— continua.

—Vale –dijo.— comprenderás mejor la historia si te lo cuento desde el principio –miró a lo lejos, como si estuviera recordando.— yo vengo de una buena familia, bastante buena, ¿alguna vez llegaste a escuchar sobre una pareja de abogados que fueron asesinados?

—No recuerdo bien –fruncí el ceño tratando de recordar.— pero creo que si.

—Ellos eran mis padres –contestó.— vivíamos bien, con todas las comodidades que necesitábamos y unas cuantas más, pero yo me encontraba en esa etapa de rebeldía en la que todos creemos que el mundo es nuestro y queremos llevarnos la vida por delante –hizo una mueca.— empecé a juntarme con las personas equivocadas y no se cómo ni cuando empecé a vender esa mierda por diversión; me gustaba ver cómo todos pensaban que yo era el puto amo, el rey de su felicidad –sonrió amargamente.— pero todo cambió cuando el tipo que me proveía la mercancía se encaprichó con mi hermana, en ese entonces yo tenía dieciocho y ella diecisiete. Se llamaba Alejandra. Ese mal nacido la metió de cabeza en el mundo de las drogas, ella era demasiado ingenua para saber en lo que se estaba metiendo, creía que ese sujeto la amaba cuando en realidad la estaba utilizando –dijo con rabia.— me ocultaron su relación, pero me acabé dando cuenta, para ese entonces ya era demasiado tarde, yo no podía hacer nada ni aunque quisiera, el tipo me tenía amenazado conque mataría a toda mi familia delante de mí si hacía algo en su contra –siseó.— al cabo del tiempo se hartó de mi hermana y la abandonó, dejándola adicta a las drogas, hacía lo que fuera por conseguir un poco, mis padres intervinieron, pero el día que la iban a llevar a un centro de rehabilitación encontraron su cuarto vacío –habló mirando a la nada.— se había escapado, días después la encontraron muerta con un cartel el su pecho –mordió sus labios.— decía "no me gustan las intensas, a Dios si" –habló con rabia.— ella había ido tras ese mal nacido y él la mató...

LítostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora