—¿Y cuál es la diferencia entre esta guerra y la otra?
—Que en la otra, solo íbamos tras Samuel y su hermano, en esta, vamos contra todo su equipo y hasta del mecánico que le arregle los coches –tragué saliva.
—Esto será una masacre –dije horrorizada.
—Eso es justo lo que quiero que sea –Alexander sonrió macabro.— desde que hable con Lizárraga irán cayendo uno por uno...
—Empezando por los peones... –Jonh copió su sonrisa.
—Para llegar a los reyes –terminó de decir Matías.
Los cinco hombres a mi alrededor se miraban entre sí con complicidad y malicia.
En su mirada no había otra cosa que no fuera sed de venganza.
Querían sangre.
Querían hacerlos sufrir.
Y, de alguna manera, yo también quería eso.
—Quiero aprender a disparar –dije de pronto.
Sus cabezas se giraron en mi dirección.
—Y cada vez me cae mejor –habló Dante en tono jocoso para luego dar un sorbo a su bebida.
—Caray, si que saliste dura –Matías me miró con orgullo.
A pesar de sus "halagos", mis ojos estaban pegados a una tormenta azul marino en la que parecía nunca querer salir el sol. Esas luchas internas parecían ser eternas el día de hoy.
—Vale –dijo él.— pero no le dispararás a nadie a menos que sea necesario.
—No planeaba hacerlo –dije sarcástica. La verdad, me había sorprendido un poco el que él haya aceptado, creí que se negaría.
—¿Les parece si salimos al patio trasero? Siento que me estoy asfixiando aquí adentro –sugirió Dante.
Asentimos y nos dirigimos al patio trasero. Como las sillas no eran suficientes yo me senté encima de las piernas de Alexander. Todavía era la hora en la que aún sentía la rigidez de su cuerpo.
En el instante en que nos sentamos, los chicos empezaron a planear su contraataque, hicieron algunas llamadas y hasta varias anotaciones y planos. Se sentía como si estuviera en una película, pero era real.
Estaba tan encimada en el plan de los chicos que no me percaté en que había llegado la noche... a todo esto, ¿cuantas horas tenemos aquí?
Vi en mi reloj que apuntaban las ocho y media, teníamos bastante tiempo aquí.
Al parecer Alexander leyó mi mente que de inmediato me preguntó si quería ir a casa.
Negué.— tengo miedo –dije sincera.— ¿qué tal si en la casa nos espera otro explosivo?
—Pueden quedarse aquí –Dante interrumpió a Alexander quien estuvo apunto de hablar.— todos –miró a los chicos.— vamos, todos tienen una habitación aquí y creo que por lo sucedido el día de hoy es mejor que al menos por esta noche permanezcamos juntos –lo miré intentando no sonreír, él había sonado como un padre preocupado. Todos asintieron.
—No sabía que le habías preparado un cuarto a Alexa –comentó Marco con malicia.
—Está el de Alexander –dijo obvio.— ¿o..? –se dirigió hacia mi.
—Está bien –lo interrumpí incómoda, esta conversación había tomado un rumbo nada agradable.
Marco estalló en risas.
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Lítost
Teen Fiction"Luego de todo lo que hemos pasado, no había forma de que yo me permitiera perderlo. Él se había metido en mi cuerpo como una bala sin salida, y haría todo lo que fuera por mantenerlo conmigo. Y ahí surgió una pregunta en mi cabeza: ¿Sería capaz de...