Otra semana en aquel paraíso. Otra semana acompañado de aquellas mágicas personas que hacían de aquella experiencia un lugar al que querer volver siempre. Otra semana diferente. Y esta semana, solo. Bueno, mejor dicho, solista. Porque solo nunca estaba.
Siempre me acompañaba ella.
La canción era especial, pues el interprete y el ejecutor era yo mismo. Y digo especial porque, a pesar de, en un principio, considerarla un regalo; pasados los días, coordinar el movimiento y la voz me estaba resultando un reto de gran envergadura. Y, ante él, mis esfuerzos se habían triplicado, llegando a arrebatarme unas cuantas horas de descanso. Pues mi ser perfeccionista se había dejado entrever con más brío que cualquiera otra faceta y este nunca estaba satisfecho.
En mi cabeza, los pasos coreográficos se repetían de forma constante consiguiendo que me dispersara de cualquier conversación que alguien estuviese teniendo conmigo.
- ¿Hugo? ¿Me estás escuchando? - me preguntó Eva exasperante.
- No. - le espeté de forma directa.
- ¡Ay, Hugo! ¡Qué borde, de verdad!
Y dando media vuelta salió de la sala de interpretación dando un portazo.
Pensaba que me iba a quedar solo de nuevo hasta que percibí unos pasos acercándose por mi espalda.
Mi cuerpo reaccionó de forma automática girándose de manera altiva y elevando los brazos por detrás de mi nuca mientras ponía en blanco los ojos. Estaba dispuesto a recriminarle bruscamente a la persona que había osado importunarme en mi tiempo de ensayo por segunda vez hasta que vi su sonrisa ladeada y sus brazos abiertos.
Sin dudarlo me abalancé hacia ellos.
¿Cómo podía saber otra persona que no fuese yo aquello que necesitaba en cada momento?
Me sentí inútil en su pecho.
No me gustaba comportarme rudo con nadie, pero el nivel de presión que me había autoadjudicado se me había ido de las manos. Y ya ni siquiera dominaba mis actos.
- Lo siento. - repliqué suavemente mientras Anaju acentuaba la fuerza con la que sus delicados brazos me tenían envuelto.
Al cabo de un rato, me separé de su cuerpo a la par que ella me invitaba a descansar sobre las sillas de la sala.
- ¿Cómo estás? - susurró sutilmente intentando no romper el ambiente doméstico y calmado que habíamos creado.
- He perdido el control totalmente. No sé cuánto es suficiente porque por más que ensaye no veo resultados. Y el tiempo se me viene encima. No voy a ser capaz. - la voz se me quebrantó tras decir las últimas palabras.
- Ay, Huguito. - hizo una pausa y continuó - Tienes un reto enorme por delante y es de nivel la actuación que te están pidiendo tanto Manu, Iván como Vicky. Pero si te lo están exigiendo es porque están convencidos de que puedes sacarlo adelante. Es más, conocen tu potencial y están ansiosos por que lo muestres.
Sus dedos se deslizaron por encima de la mesa para llegar a alcanzar los míos en una suave caricia.
- Yo te he visto, y lo haces genial. Pero no vale con que yo te lo diga, es importante que tú te lo creas. Necesitas escucharte: a ti y a tu cuerpo. Si necesitas un descanso, tómatelo. Ya que si no lo haces vas a arrastrarlo y la fatiga te va a consumir. Para, reposa, piensa, descansa, ... y luego continuas.
Hacia tiempo que mi mente no se paraba a pensar en aquello que necesitaba tanto ella como mi cuerpo. Desde que había llegado al concurso, solo me había interesado en disfrutar, ensayar y darlo todo. Y allí tenía mi primer problema: nunca me había llegado a preocupar por hacer una pausa y tomar un respiro. Toda la experiencia estaba siendo demasiado intensa y no me había dado tiempo a gestionar mis emociones. Y ahora mi cuerpo me estaba cobrando la factura.
- Lo necesitas. - terminó de decir Anaju con la mirada más transparente y limpia que jamás había visto.
Y la creí. Pero lo que es más importante, creí en mí mismo.
Sin demora salté a cogerla en brazos.
Dimos vueltas sin sentido por la habitación y reímos.
Reír: qué simple era aquel acto y qué tanta falta me hacía.
- Gracias. - aquella palabra se deslizó fácilmente por mis labios.
- No tienes que darlas. - concluyó ella dejando un pequeño beso en mi mejilla - Y, Hugo, a mí no me tienes que pedir disculpas.
Con ese gesto logró conmoverme más si era posible y me volvió a demostrar la inmensa bondad que poseía.

YOU ARE READING
inmarcesible | anahug
FanfictionSe entiende por inmarcesible aquello que no se puede marchitar. Pues inmarcesible es la intensidad con la que vive la protagonista de esta historia, matiz que la caracteriza y provoca que se suma en una vorágine de emociones cada vez que conecta co...