Capítulo IX

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Era nuestro turno de actuar en el primer pase de la gala.

Por ello, antes de que las primeras notas de la canción inundasen el lugar, reparé en Hugo para comprobar si estaba concentrado. Me sorprendió que él ya tuviese sus ojos fijados en mi silueta. Su mirada, felina y avivada, me causó un escalofrío que consiguió desconcertarme, quedando reflejado en mi inicio vocal.

Mis movimientos eran ásperos y mis pasos trémulos, había perdido por completo el control de mi cuerpo. Sentí pavor ante la percepción de ridículo que abordaba mi cabeza: cómo era posible que después de haber ensayado tanto, el trabajo no estuviese dando su resultado. A ello, se sumó la sensación de decepción hacia la labor de mis profesores que tanto nos habían alabado durante los primeros días. Sin duda, estarían pensando que aquello había causado el efecto contrario y que no nos habíamos tomado en serio la actuación. Pero, sobre todo, temía porque volvía a cometer el mismo fallo que la semana anterior: desafinación, y el pensamiento de la gala volvió a atormentarme. Quizás no era suficiente.

Ni siquiera, cuando miré a mi compañero fui capaz de retomar mi concentración, ya que nuestro contacto me dejó sin aire. Aquel error podía haberlo achacado a mi afonía, pero después del tratamiento que me había prescrito el médico, era imposible que fuese debido a aquello. Temblé ante la intensidad de su mirada, llegando a creer que me iba a devorar en ese mismo lugar. Sin embargo, era aquello que debíamos mostrar. Estábamos interpretando. Y yo, sin duda, lo estaba haciendo pésimamente.

Él comenzó con sus versos, y desafinó al igual que yo. No obstante, aquello no consiguió extraerle de su papel. Retiró sus ojos de los míos durante varios segundos, pero cuando volvió a posarlos en el mismo lugar, un incendio estalló en mi vientre. Reafirmé en su mirada mi cometido, y aquella pantera nacida en el aula de interpretación, empezaba a exhibirse delante de los espectadores que estaban a punto de presenciar un auténtico duelo carnal.

El viaje de sus ojos a través de mi cuerpo me enfervorizó haciéndome sentir plenamente deseada. Nuestros pasos corrían por aquel breve espacio que nos separaba dejando al descubierto las ganas que teníamos de que nuestros cuerpos se encontraran. Sin embargo, sabíamos que no iban a hacerlo, por el momento.

Comenzamos una danza circular que sirvió para inspeccionarnos, de arriba abajo, la piel, la apariencia, el olor, incorporando los pasos de baile en aquella escena improvisada. Y, sin ser plenamente conscientes, levantamos nuestra mano para establecer la primera caricia. Un roce agresivo pero efímero.

Arrastré mis pies hacia un costado de la sala, percibiendo sus amplios pasos que se apresuraban por llegar a mi encuentro. Lo esperé cauta, pero cuando lo tuve frente a mí, no dudé en volver a indagar en su cuerpo de forma visual y física. Dejando escapar una pícara sonrisa, estrujé su jersey entre mis dedos para arrastrar a aquella pantera hasta mi terreno. Veía en su postura cómo estaba ganando aquella incursión, ya que no podía aguantar la mirada en mis ojos durante varios segundos, sino que aquella batallaba por desligarse de mis labios. Le acaricié el cuello con suavidad para, posteriormente, deslizar mi mano por su pecho, tentando de ese modo sus puntos débiles. Él seguía distante, ni muy cerca pero tampoco excesivamente lejos, intentando reponerse de los golpes sin fruto alguno. Incluso en el momento que debía mostrar superioridad, volví a arrebatarle el puesto y me demostré impasible ante su cercano y torpe gesto. Llevaba la batuta mientras mantenía su rostro ente mi mano para obligarle a no separarse.

No obstante, cuando creía que la victoria era únicamente mía, el contraatacó y su mano se instaló en el punto final de mi espalda, quedando muy cerca de mi trasero. Su ofensiva fue breve, pero consiguió hacerme flaquear.

Nos alejamos para entrar en la recta final del conflicto y, seguidamente, volvimos a unirnos quedando mi espalda contra su pecho. Debía aprovechar mi posición de ventaja, así que contoneé suavemente mis caderas impactando contra su cuerpo. Aunque de poco sirvió porque él estuvo demasiado atento. Frente a frente, con su mano aferrada en mi cadera y la mía en su mejilla, terminamos la actuación a la par que Hugo remataba su acción deslizando su nariz por la mía mientras dejaba su labio inferior extremadamente cerca del mío superior. Mi boca se entreabrió denotando la derrota, pero él prosiguió con su estocada final atravesando mi ser con su honda mirada.

Se alejó de mí con una sonrisa dibujada en su cara, yo tuve que esconderme tras mis manos para coger al aire que me había robado. Todo el mundo aplaudió y fui consciente de que habían percibido todo aquello que acababa de ocurrir, dejándome indefensa y tímida.

– ¡Por el amor de Dios! – expresó Noemí soltando el aire que llevaba contenido en su garganta desde hacía apenas un par de minutos.

– ¡Qué mal! ¡Qué mal! – intenté excusarme para desviar el foco de tensión sexual que reinaba en el ambiente. Sin embargo, fue en vano.

– Hot, hot, hot, hot. – añadió la directora abanicándose con el book que tenía entre sus manos. Todos estallaron en risas, provocando el mismo efecto en mí.

– Samur, Samur. – Manu agregó para hacer más presente el nivel de pasión que habíamos desatado.

No podía mirar ni al frente y me torturaba expresando que todas las pautas que me habían dado los profesores se me habían olvidado. Ellos, nos avisaron de nuestros errores destacando aquello que no podíamos volver a realizar. Él no dudó en abrazarme, siendo consciente de que interiormente me estaba martirizando por todos los fallos que había cometido, cosa que agradecí.

En un instante, escuché su risa y supe que era debida a la mirada de Ivan, al cual era incapaz de mirar porque sabía que esperaba su turno para hacer las declaraciones pertinentes. Aunque, Mamen, le adelantó.

– A mí, a mitad de canción ya se me había olvidado completamente que estabais cantando. Así que, enhorabuena. – enunció primero mirándonos a ambos, para proseguir alabando el trabajo de Vicky y el de Ivan.

– No estaba todo. – rectifiqué para volver a recordar mis traspiés, a lo cual se sumó mi compañero.

– Pues no quiero pensar cuando esté. – exclamó Noemí aturdida por nuestras palabras logrando que ambos riésemos y que él me estrechase contra sí más si cabía.

– Ellos han vendido la moto completamente – hizo Mamen una pausa ligera antes de proseguir – y yo os la he comprado. – sentenció dejándonos atónitos.

Aunque la intervención de Manu iba a conseguir desencajarnos la mandíbula por completo.

– Yo he visto una cosa que quizás podríamos hacer. Es que están cantando tan cerca y se están poniendo los micros todo el rato aquí – hizo una mueca señalando los labios – que justo después del 'Don't stop' que cantan una frase cada uno – vi por el espejo morderse los labios a Hugo y yo intenté no reírme siendo consciente de la proposición que iba a hacer aquel hombre – podrían cantarlo los dos con el micro de ella. – y recostándose anchamente sobre el sofá culminó su propuesta, dejando anonadados a los profesores que aceptaron de inmediato.

Nuestras caras ardieron por la provocación, pero tras la valoración, debíamos volver a nuestro lugar para dar paso a la siguiente actuación de nuestros compañeros, no sin antes escuchar el comentario disimulado de Ivan.

– Yo quería ver las panteras.

Y cuando nos sentamos, Hugo recalcó en mi oído.

– Yo también quería verla.



inmarcesible | anahugWhere stories live. Discover now